Welcome to el calentón
Como muchos, el año pasado decidí irme del país. Hubo varias razones para escoger las alas más que la raíz y decirle adiós al suelo que me vio nacer. No fue una decisión a la ligera, incluso, llevaba años meditándola, había que apostar al futuro profesional y académico además de buscar calidad de vida que lamentablemente escasea en nuestra isla.
Bueno misión cumplida, Europa me otorgó un máster y experiencias de vida y visión de mundo que con muy poca probabilidad iba obtener en Puerto Rico. ¿Y ahora qué? Esa era la pregunta de los cien mil chavitos, ¿con tres grados universitarios en las costillas cuáles eran mis posibilidades? Algunos dirán que personas en mi situación están en posición de escoger, como si esto se tratara de un bufete en donde te sirves lo que más te apetece y sales sonriendo y con la barriga llena.
La decisión a tomar, como la mayoría de las cosas, al menos para toda una generación nacida y criada en la crisis, fue económica. Uno que suele no creer en nada, solo en su madre, se encuentra rezándole a los santos, el universo y prendiendo velas, con la ilusión de que algo (un empleo) surja en algún área en más o menos lo que estudiaste.
Tus plegarias fueron escuchadas. Aun con el inmenso deseo de quedarme en donde ya me había establecido, tal parece que el racismo y la poca disposición de parte de empleadores de hacer todo un proceso de papeleos para darte permiso de trabajo no es costo efectivo ni inmediato. Así que uno compra un boleto de ida y sin vuelta a la tierra que te vio nacer.
Debes de estar agradecida, dicen muchos. Lo estoy, aunque si les soy honesta lo cortés no quita lo valiente. Un empleo es solo una parte de un macro, si no hay oportunidades para crecer, bienestar social, calidad de vida, seguridad, ¿qué nos incentiva a quedarnos? Y es ahí donde como país debemos de buscar una solución. ¿De qué vale que tantos jóvenes apostemos a nosotros mismos, nos endeudemos, nos mejoremos profesionalmente, si el camino de vuelta es el tránsito y no el destino?
¿Qué pasa con los médicos que no se quedan en el país? ¿Qué pasa con tantas personas de muchas otras profesiones que deciden irse? Y si no se han ido, seguro al conseguir una mejor oportunidad, ya tienen las maletas hechas. El gobierno tiene un problema de retención de talento. En un país ya envejecido, azotado por una crisis económica de nunca acabar, ¿dónde están los esfuerzos en invertir en el futuro de su gente? Si el issue es salarios bajos, al menos los esfuerzos deberían de ser dirigidos a mejorar la calidad de vida. ¿Cómo? Trabajo remoto, plazos de maternidad y paternidad más prolongados, guardería, salud y educación de calidad y gratuita, entre otros.
Sobre Kristine Drowne
Kristine Drowne nació en San Juan Puerto Rico, en septiembre de 1994.
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