El Partido Popular Democrático (PPD): Un legado de transformación y un futuro incierto

El Partido Popular Democrático (PPD): Un legado de transformación y un futuro incierto

El Partido Popular Democrático (PPD) de Puerto Rico, que alguna vez fue la fuerza política dominante en la isla, se encuentra en una encrucijada crítica. Su trayectoria, marcada por ambiciones iniciales de independencia, justicia social y una relación compleja con el colonialismo, ha evolucionado en un partido que lucha por redefinir su identidad en un panorama político en rápida transformación. A medida que Puerto Rico mira hacia el futuro, surgen preguntas sobre el destino del PPD: ¿Continuará su deslizamiento hacia la irrelevancia o se transformará una vez más, abriendo espacio para voces soberanistas y defensores de la justicia social?

Los orígenes del PPD: De la justicia social al Estado Libre Asociado

Fundado en 1938 por Luis Muñoz Marín, el PPD fue inicialmente un movimiento basado en la justicia social, la reforma económica y la lucha por una mayor autonomía para Puerto Rico. En sus primeros años, el partido defendió la causa de los trabajadores rurales empobrecidos de la isla, con Muñoz Marín proclamando la idea de "una tierra sin hombres para hombres sin tierra". Su plataforma era radical para la época, y muchos de sus líderes y simpatizantes albergaban posturas independentistas, buscando liberar a Puerto Rico del dominio colonial estadounidense.

El giro del partido hacia el estatus de "Estado Libre Asociado" (ELA) ocurrió a mediados del siglo XX, cuando Luis Muñoz Marín consideró que un punto medio entre la estadidad y la independencia era lo más adecuado para las necesidades de Puerto Rico. Este nuevo estatus, concedido en 1952 con el permiso de los Estados Unidos, permitió a Puerto Rico un cierto grado de autogobierno local, manteniendo la ciudadanía estadounidense y ciertos programas federales. La transformación del PPD a un partido pro-ELA (estadolibrista) marcó un cambio decisivo, pero también perturbó a algunos de sus líderes y primeros seguidores que abogaban por la independencia plena.

Nacionalismo cultural y la Ley de la Mordaza: Construyendo legitimidad en medio de la represión

Aunque el PPD se distanció del movimiento independentista, buscó mantener su credibilidad como el partido del nacionalismo cultural e identidad puertorriqueña. El partido utilizó hábilmente el nacionalismo cultural, promoviendo la identidad, el idioma y los símbolos puertorriqueños como elementos centrales de su proyecto político, tales como la creación del Instituto de Cultura Puertorriqueña y otras agencias. Sin embargo, esta adopción de la cultura puertorriqueña contrastaba marcadamente con la complicidad del partido en la represión del movimiento independentista, especialmente a través de la infame Ley de la Mordaza de 1948.

Esta ley prohibía izar la bandera puertorriqueña, cantar canciones patrióticas o siquiera hablar de la independencia. Fue un ataque directo al movimiento soberanista de Puerto Rico, lo que resultó en el encarcelamiento y la persecución de muchos patriotas y defensores de la independencia, incluidos miembros del Partido Nacionalista. Mientras el PPD construía y consolidaba su poder político, marginaba simultáneamente a las voces que una vez dieron forma a su identidad. La ironía era clara: un partido que celebraba la identidad puertorriqueña era cómplice de la represión de aquellos que luchaban por la verdadera soberanía de Puerto Rico.

El auge y la caída económica del PPD: El mito del éxito

Durante décadas, la narrativa del PPD fue de desarrollo económico y progreso. Desde los años 50 hasta los 70, bajo el lema de "Operación Manos a la Obra", Puerto Rico experimentó una industrialización colonial significativa, creación de empleo y mejoras en infraestructuras. La economía del país, apoyada por incentivos fiscales federales como la Sección 936, floreció, y el PPD mantuvo un monopolio casi total del poder político. La promesa de "autonomía dentro de una relación mutuamente beneficiosa con los Estados Unidos" parecía ser una fórmula ganadora.

Sin embargo, los éxitos económicos del PPD ocultaban problemas estructurales más profundos.

Cuando la Sección 936 fue eliminada en los años 90 por el Congreso estadounidense, la economía colonial se tambaleó. La dependencia económica del país en incentivos fiscales estadounidenses y capital externo se hizo dolorosamente evidente. El resultado fue una crisis económica que culminó con la declaración de bancarrota del gobierno en 2016, una deuda pública aplastante y severas medidas de austeridad impuestas por la Junta de Control Fiscal, conocida en Puerto Rico como “La Junta”. El modelo económico del PPD, una vez considerado un éxito, no logró crear una economía autosuficiente. Hoy, bajo las administraciones tanto del PNP como del PPD, Puerto Rico se ha convertido en un rezago económico hundido en la corrupción, la dependencia de fondos federales y la pobreza extrema.

El desmoronamiento del mito del "Pacto Bilateral": Referendos y fallos del Tribunal Supremo

A principios de la década de 2000, la narrativa imaginativa del PPD sobre el ELA como un "pacto bilateral" entre Puerto Rico y los Estados Unidos comenzó a desmoronarse. El referéndum de 2012 fue un punto de inflexión, donde por primera vez los puertorriqueños rechazaron el estatus actual de Estado Libre Asociado. En esa misma votación, el "ELA Soberano" (una propuesta de libre asociación soberana) apoyado por el grupo ALAS y varios líderes soberanistas del PPD recibió un nivel de apoyo significativo, lo que indicaba un deseo creciente de mayor autonomía o soberanía plena.

Desacreditando aún más la narrativa del PPD, la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en Sánchez Valle vs. Puerto Rico (2016) confirmó que Puerto Rico seguía siendo un territorio colonial, sujeto a los poderes plenarios del Congreso y sin soberanía propia (hecho que los nacionalistas e independentistas ya sabían desde la época del 50). Este fallo destruyó la ilusión del ELA como un pacto bilateral y expuso la dura realidad del estatus colonial de Puerto Rico bajo el dominio estadounidense. El argumento principal del PPD de que Puerto Rico gozaba de una relación única y mutuamente beneficiosa con los Estados Unidos fue revelado como un mito.

El declive del PPD: Voces soberanistas silenciadas

A lo largo de los años 2000, mientras Puerto Rico lidiaba con crisis económicas, deudas e incertidumbre política, el PPD enfrentó una lucha interna entre sus facciones soberanistas y los autonomistas coloniales, cuyos líderes egocéntricos estaban más preocupados por la nostalgia de los años 50 que por la era moderna. Lamentablemente, estos últimos tomaron el control del partido, empujando lentamente fuera a los líderes soberanistas. La dirigencia del PPD se aferra descaradamente a la idea de un “ELA mejorado” bajo la Cláusula Territorial de la Constitución de los Estados Unidos, una propuesta que ha sido repetidamente rechazada por el Congreso y que tiene pocas posibilidades prácticas para el futuro de Puerto Rico.

Hoy, el PPD es un partido político derelicto, corrupto y fosilizado, que no solo ha olvidado sus raíces, sino que no tiene una visión para Puerto Rico más allá de rogar al Congreso por más fondos de los contribuyentes estadounidenses y migajas de una falsa autonomía. Como resultado, muchos partidarios y líderes soberanistas del PPD comenzaron a alejarse del partido, encontrando nuevos hogares en movimientos como el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), Proyecto Dignidad, o incluso convirtiéndose en independientes (sin afiliación partidista). El PPD, que alguna vez encarnó las aspiraciones de soberanía y justicia social de los puertorriqueños, se ha estancado, sin ofrecer un proyecto político claro más allá de la fallida y ridiculizada noción de un ELA mejorado.

Las perspectivas electorales del PPD en 2024: Un partido al borde del colapso

En 2024, el PPD enfrenta la posibilidad de otra derrota electoral mientras lucha por mantenerse relevante en un panorama político donde su mensaje principal ya no resuena. Con el declive del anexionista Partido Nuevo Progresista (PNP), el crecimiento de movimientos soberanistas y progresistas como la alianza PIP-MVC y el atractivo de nuevas fuerzas políticas, la base tradicional del PPD se ha erosionado. Por primera vez, el PPD está a punto de caer al tercer lugar en la política puertorriqueña, marcando un bajo histórico para un partido que alguna vez dominó la arena política de Puerto Rico.

¿Un nuevo futuro?: El surgimiento de un partido político soberanista

A medida que el PPD continúa su espiral descendente, la pregunta sigue siendo: ¿Desaparecerá el PPD o surgirá una nueva fuerza política de sus cenizas? Miles de soberanistas que se han sentido desilusionados o empujados fuera del PPD durante los años ahora se encuentran sin un hogar político. Una vez el alma del PPD, estos votantes podrían apoyar un nuevo movimiento que abrace la soberanía, la justicia social y una visión más progresista para Puerto Rico.

Un nuevo partido, tal vez llamado el "Partido Nacional Democrático" (PND), podría surgir como sucesor del PPD, construyendo sobre sus ideales iniciales de soberanía nacional y justicia social, al mismo tiempo que aprende de sus fracasos. El PND podría unir la base fragmentada soberanista y centrista, ofreciendo un camino claro y oficial hacia la libre asociación, la soberanía y un nuevo modelo económico que priorice la sostenibilidad, el crecimiento, el desarrollo, la producción, las exportaciones y la equidad. Junto con la alianza PIP-MVC, este nuevo partido soberanista podría ayudar a redefinir la política puertorriqueña, llevando a Puerto Rico hacia la verdadera descolonización.

Un tiempo de renovación y esperanza

Puerto Rico se encuentra en una coyuntura crítica. A medida que la relevancia e influencia del PPD disminuyen, surge la oportunidad para que un nuevo movimiento político emerja, uno que abrace la soberanía y la justicia que tantos puertorriqueños anhelan. Ya sea que este futuro tome forma a través de un PPD reformado o un nuevo partido como el PND, el momento está maduro para una transformación política soberanista.

Si el movimiento soberanista se une y se organiza, podría convertirse en la fuerza dominante en la política puertorriqueña, conduciendo a Puerto Rico hacia un nuevo capítulo de autodeterminación, prosperidad y libertad del yugo colonial. El futuro está por escribirse, pero la posibilidad de renovación y esperanza es innegable.

*Este artículo fue publicado en inglés en LA Progressive.


Sobre Javier A. Hernandez
Javier A. Hernandez

Javier A. Hernández es un autor, escritor, empresario, asesor y defensor de la soberanía y la descolonización puertorriqueño radicado en Nueva Jersey y Puerto Rico.


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