Una generación subestimada

Una generación subestimada

Llegó con un montón de papeles bajo el brazo, repleto de estadísticas para reforzar su argumento mezquino. Lo dejó caer como una piedra en el lago y sentenció: “los jóvenes no ganan elecciones.” Eso lo dijo quien ha hecho del presupuesto legislativo su negocio familiar. Montó una empresa para traficar con el poder y liderar batallas contra los intereses del país.

Para este señor, su estilo de vida se pone en la raya cada cuatro años, los resultados electorales determinan lo abultado de su bolsillo. Por eso, descalificar a nuestra juventud en el proceso de reconstruir el país le parece una buena idea. A su ninguneo se sumaron otros argumentando que “este no es el tiempo de los jóvenes”. Lo sustentan con los resultados de una encuesta que, quizás sin proponérselo, podría desinflar el entusiasmo de los jóvenes que hicieron largas filas para inscribirse y participar de un proceso electoral que según cifras de elecciones pasadas preferían el sol y las olas el día de las elecciones.

¿Cuando surgió el desamor del bipartidismo por nuestra juventud? Podríamos decir que en el momento en que estos se tomaron en serio que son el futuro de nuestro país y tienen la responsabilidad de rehacerlo para ellos. La calle, en el verano del 2019, fue el primer golpe de realidad de lo que pueden lograr si asumen su responsabilidad ciudadana para exigir a quienes gobiernan respeto y cumplimiento con los compromisos contraídos con su gente.

Esa juventud a la que el poeta Rubén Darío valoró como un “divino tesoro” es con lo que contamos para asestar un golpe a los políticos corruptos que se han turnado en el poder. Su deterioro moral e institucional se ha ido resquebrajando hasta convertirse en una profunda grieta en la estructura social que no admite remiendo. ¡Hay que echarla abajo!

Para eso, hay que aferrarse a esa población castigada por la emigración, condenada a doblar y triplicar turnos para juntar un salario de miseria, a esos que a pesar de todo no se quitan. Son quienes perdieron el miedo y se atreven a soñar, a protestar y luchar aún en desventaja contra el bipartidismo añejo que torpedea todas sus posibilidades de construirse otro país.

Esos jóvenes temidos y subestimados por el bipartidismo acudirán a las urnas el 3 de noviembre para exigir que le devuelvan a la Universidad de Puerto Rico el presupuesto que le recortaron y la dejó casi inoperante. Eso fue una vendetta de quienes resienten las protestas que desde ahí se propagan en contra de las políticas de austeridad, recortes a pensiones, corrupción y despilfarro.

También votarán en contra de la reforma laboral que puso en precario sus derechos como trabajadores, contra el nepotismo en el gobierno que convierte sus diplomas en papel mojado y la impunidad de los que exhiben sus crímenes conscientes de que nada les pasará.

La generación de mis hijos acudirá a las urnas en respuesta a las campañas que los convocan, por sus pares y sus artistas favoritos. Porque quieren terminar lo que comenzaron en el Verano 2019, porque decidieron no olvidar las afrentas del “Chat”, las muertes de María, el abandono del gobierno cuando más se le necesitaba, los contratos de los “amigos del alma” de los “hijos talentosos” y todas las perlas que el bipartidismo reunió durante todos estos años. Ese es un collar que ya pesa mucho.

Fueron miles los que buscaron su tarjeta electoral y el llamado es a que salgan y la usen. Les dirán que esa tarjeta que les mostró el Conejo Malo “no tiene súper poderes”, que les espera “una cuesta empinada”, que ellos “no ganan elecciones”.

Y tal vez por eso lo lograrán…¡por eso el bipartidismo les tiene miedo!


Sobre Daisy Sánchez
Daisy Sánchez

Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?


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