Una acción de esperanza
Durante el pasado año, a causa de la pandemia del COVID-19, la población vieja ha enfrentado una posición vulnerable no sólo en los temas de salud, sino también en lo social. Pasó el año 2020 con limitaciones para poder ver o compartir con sus seres queridos y lo que va de año no ha mejorado este contexto. Los esfuerzos de vacunación para alcanzar una inmunización significativa son evidentes, pero mientras tanto ¿cómo podemos aportar a mejorar la calidad de vida de nuestra gente vieja?
Se ha escrito sobre las consecuencias en la salud por el distanciamiento social, sobre todo el deterioro en enfermedades neurodegenerativas de la población. Ante la necesidad de darle continuidad a los esfuerzos para fomentar el acompañamiento dentro de la pandemia me gustaría compartir algo de información sobre unos esfuerzos comunitarios que se realizan desde la Brigada de la 3era Edad. Dentro de estos se buscan herramientas para fomentar los lazos con nuestra gente vieja desde el distanciamiento.
La Brigada es una organización comunitaria que trabaja con el fin de mejorar la calidad de vida de nuestra gente vieja. Es por eso que en los pasados meses se ha trabajado en un intercambio intergeneracional de cartas y en acompañamiento por medio de llamadas telefónicas.
El propósito del intercambio es promover un espacio seguro para que dos generaciones se encuentren por medio de la conversación escrita. Con esto buscamos utilizar una herramienta que se considera del pasado, para identificar otras alternativas de comunicación a las redes sociales y las nuevas tecnologías. Al presente la Brigada trabaja con dos grupos de niños/as y personas viejas desde el mes de septiembre. La experiencia ha sido una maravillosa, donde se han alcanzado lazos de respeto, amistad, amor y admiración. Mucha de las personas viejas que participan no tiene familiares cercanos o presentes por lo que las cartas se han convertido en un valioso acompañamiento mensual. Hemos aprendido que lo digital no es la única herramienta para mantener comunicación y que una carta puede llenar la vida de una persona.
Otra herramienta útil son las llamadas a aquellas personas viejas que conocemos que se encuentran en soledad. Parecería algo sencillo, pero muchas personas no reciben la llamada de un familiar para un momento de acompañamiento. Por lo que desde la Brigada, al comienzo de la pandemia y por medio de su perfil de personas viejas, comenzó a realizar llamadas para conocer cómo se encontraban. Adicional a esto, aclarábamos dudas sobre la pandemia y las restricciones de salida. Por último, explorábamos si existía alguna necesidad, le hacíamos llegar mascarillas de tela y le explicábamos su uso. Convirtiendo una llamada telefónica en un espacio educativo y de acompañamiento.
Acompañar a nuestra gente vieja debe ser una responsabilidad comunitaria. Prevenir sentimientos de soledad y abandono no debe ser una responsabilidad universal de la familia o el Estado. Todas las personas podemos asumir responsabilidad para asegurar que las personas de nuestras comunidades, iglesias, familias o de otros espacios no sigan experimentando sentimientos de soledad. En camino al mes de mayo, que se reconoce como el de las personas adultas mayores, apostemos a reflexionar y accionar sobre nuestras aportaciones para la vejez. Sigamos construyendo caminos que fomenten deconstruir las ideas sobre la vejez y alcancemos una sociedad más justa y equitativa para todas las poblaciones.
Sobre Amada García
Amada García Gutiérrez completó su maestría en trabajo social de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente cursa estudios doctorales en la misma disciplina y preside la
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