Sin maestros no hay país: retiro y salario digno para el magisterio
Por Xiomara M. Colón Aponte*
La educación es base esencial de nuestro futuro, por lo que apoyar a los maestros(as) debe ser responsabilidad de todos los puertorriqueños. Cada vez son más las injusticias que se comenten en contra de las comunidades escolares. En esta coyuntura nos toca solidarizarnos con la labor y el trabajo de nuestros maestros(as), ya que son pieza clave y fundamental en el desarrollo y bienestar de nuestra niñez.
Como estudiante doctoral en psicología escolar, producto de la escuela pública y la Universidad de Puerto Rico, es frustrante observar cómo se persibe la labor de un maestro y cómo es poco valorizada en la sociedad. Tengo tantos recuerdos de mis maestros en distintas etapas de mi desarrollo. Cómo marcaron mi niñez y ahora lo recuerdo con amor y respeto. Como a través de clases de español, inglés, matemáticas y artes adquirí valores y experiencias que me llevaron a despertar el interés por la psicología y me dirigieron hacia un camino de autoconocimiento, aprendizaje y desarrollo personal continuo.
Por décadas, el magisterio hace MILAGROS en los salones de clase con lo POCO que reciben. Lidian todos los años con que las escuelas no están listas y que falten recursos físicos y humanos. Han sido ampliamente ignorados.
A pesar de todo, los/as maestras se desviven por guiar, cuidar y fomentar espacios seguros para la niñez y juventud del país. Cabe destacar que cada vez es más difícil una educación accesible, libre y confiable a la hora de educarnos. Son las maestras/os los que guían el pensamiento crítico y de análisis, que promueve el desarrollo de un criterio propio basado en la esperanza, soñando con que todos los niños y niñas decidan quedarse en Puerto Rico cuando sean adultos.
Demás está decir que, es injusto que las personas que más cuidan, trabajan y creen en el país sean las que más sufren, más desvalorizadas y sean las menos escuchadas. Es momento de solidarizarnos, por la educación y la comunidad escolar. El no hacerlo, trae consecuencias graves a largo plazo.
Algunas de las consecuencias de no lograr justicia para los maestros son menos docentes, que los universitarios opten por no formarse como maestras/os o que se vayan del país en busca de mejores oportunidades y que cierren escuelas por falta de personal.
Por su parte, las condiciones precarias de los maestros obliga a estos a buscar otras opciones para recibir un segundo o tercer salario, provocando así “burnout” o quemazón, el cual imposibilita la calidad de vida.
Si deseamos tener un país que “eche pa’ lante”, solo nos resta solidarizarnos con el magisterio y exigir justicia para ellos/as.
*Estudiante graduada programa graduado Psicología Escolar, UPR Mayagüez
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