Retos para el desarrollo económico comunitario
Iniciamos un nuevo año, el cual de seguro tendrá sus oportunidades, riesgos y cambios. La crisis del COVID-19 golpeó a la humanidad con una estela brutal de muerte y destrucción. Impactó todas las formas de vida. Una de las primeras proyecciones es que la pandemia creó 88 millones de nuevos pobres en el mundo. A nivel local; ¿cuántos y cuántas?, no sabemos con certeza y tocará a las organizaciones de base comunitaria hacer esos censos para identificar estas nuevas realidades.
La pandemia del COVID-19 es una de esas crisis que nos ha permitido detenernos, pausar, cuestionar, reflexionar, revisar y tantas otras cosas. También nos ha golpeado sin piedad. Con su paso nos arrebató familiares, hermanos, amistades, vecinos, conocidos y tantas personas en los diversos rincones del planeta.
En este momento toca revisar qué aprendemos de esta nueva pandemia. ¿Qué sigue? o ¿qué nos mostró?, ¿qué sugiere? ¿posibles caminos? Revisemos algunos retos que desde nuestra experiencia debemos enfrentar si queremos facilitar el desarrollo económico comunitario (DEC).
Las circunstancias, en ocasiones, presentan oportunidades que podemos aprovechar. Aquí les compartimos algunas de ellas que podríamos considerar. Reconozco que para algunos sectores podrían resultar contradictorias.
- Apertura a la autogestión empresarial. Aunque no existen incentivos ni apoyo del gobierno para los sectores empobrecidos del país, se manifiesta un constante interés por crear proyectos empresariales. Se experimenta un especial interés en lograr autonomía económica entre mujeres y jóvenes. El reto será cómo facilitamos estos procesos con los recursos que se tengan. A la vez, cómo se continua la lucha para que se redistribuyan los recursos e incentivos que se siguen diseñando desde criterios y requisitos que excluyen.
- Crisis económica. El modelo económico de Puerto Rico es uno que genera desigualdad y pobreza. Es una gran fábrica de empobrecimiento y dado que no existe una propuesta de desarrollo económico que sea sustentable, sostenible, inclusiva, solidaria y que busque el bien común y la dignidad de la persona, se tendrá que continuar construyendo experiencias desde abajo con los recursos que tengamos. La ausencia de un modelo nacional no impide que diseñemos modelos regionales/locales/comunitarios desde lógicas solidarias. Para esto tendremos que crear circuitos económicos solidarios. Significa esto, eslabonar sectores que compartimos valores y sueños de un mejor país para todos y todas, no solo para algunos. Sectores que debemos “conspirar” juntos: cooperativas, empresas locales con valores de solidaridad, iglesias, municipios, organizaciones comunitarias, sindicatos, universidades y otras.
- Incentivos y redistribución de riquezas. Seguimos sin un modelo que permita redistribuir riquezas. Los primeros incentivos diseñados y los nuevos incentivos anunciados recientemente, siguen dejando fuera las iniciativas comunitarias, aunque estas tengan largo historial. Implicará esto movilizarnos a todos los niveles. Con un reclamo poderoso e imposible de derrotar e incluso cuestionar: el del bien común y la dignidad humana.
El trabajo que toca hacer no tiene excusas a pesar de esto. Lo nuevo que emerge no depende de que “nos den”. Lo nuevo se construye de abajo hacia arriba y no debe detener nada ni detener a nadie.
- Acceso a capital. Aunque desde la economía solidaria el factor capital no es el que organiza una empresa, tampoco implica que neguemos la importancia de este. Hay diversas formas de lograr acceso a capital.
Y por supuesto, hay que reconocer que en la actualidad no existen incentivos ni productos financieros que respondan a los sectores empobrecidos dándole acceso al mismo. Se habla mucho de incentivos, cuando en el terreno de lo real en la calle, no existen.
- Mercado salvaje y destructor de la vida. El mal llamado libre mercado, es uno sostenido por todas las estructuras de poder del país, incluyendo la mayoría de los municipios. Toca acercarnos con propuestas para democratizar el mercado. Como nos enseñó nuestro querido Alexis Massol de Casa Pueblo, hay que pasar de la protesta a la propuesta. Que, conociendo un poco de este maestro, tampoco quiere decir eso que no hagamos la protesta. Nos toca realizar ambas cosas… “masticar chicle y caminar a la vez…”.
¿Cómo hacer para democratizar el mercado? Existen muchas formas. Aquí algunas posibilidades:
- Visitar los municipios con propuestas para democratizar las subastas y proyectos municipales que bien podrían estar en manos de empresas comunitarias y proyectos de autogestión de organizaciones sin fines de lucro. De igual forma, podríamos llevar propuestas para crear Alianzas Público-Comunitarias (APC). Y en las mismas ser creativos como lo hacen otros sectores. Pero con ética, moral y uso responsable y transparente de los recursos públicos. Ese espacio de solicitar propuestas lo están capitalizando otros/as y nosotros en el sector comunitario estamos alejados y no emprendemos para incursionar en propuestas que se sustenten en el bien común y la dignidad humana.
- Visitar a las cooperativas para ofrecerles servicios y productos de empresas comunitarias. Y apoyarlas en el diseño de productos financieros que respondan a las iniciativas comunitarias. Así le aportamos a dar un salto definitivo y cualitativo en la creación de las nuevas finanzas éticas y solidarias. De igual, solicitarles productos de micro seguros tan necesarios para el sector de la microempresa en Puerto Rico.
- Iglesias. Hoy mas que nunca es un sector que muy bien puede aportar a democratizar el mercado que tan ausente esta de su “sacrosanta predica” de libertad de mercados. Y en ella hay empresarios/as que quieren vivir su creencia y la predica de Jesús en sus empresas. Vincularse a empresas comunitarias podría ser una de esas nuevas practicas evangélicas.
También podemos facilitar procesos de educación en lo que es la economía solidaria. Es esta la forma económica que tiene afinidad con su doctrina social. Contiene valores humanos y de profunda comunión con la propuesta de Jesús sobre justicia, igualdad, dignidad humana y el bien común. Sin engaños por supuesto. Existe un sector religioso extremadamente conservador y enajenado. Y rechazará estos acercamientos, ya sea ignorándolos o rechazándolos de entrada. Pero esto no debe permitir que nos acerquemos.
- Compra local. Apoyar a nuestras empresas y empresarios/as. Tenemos en el país un sector empresarial pequeño y mediano que quiere hacer más. Y debemos identificarlo. Están allá luchando por lo mismo. Y es una oportunidad para también apoyarlos comprándole a ellos/as y que, de igual forma, nos compren a nosotros/as.
En conclusión, el 2022 será un año de retos y también oportunidades. Falta eslabonarnos en circuitos económicos solidarios. Pero nadie lo hará por nosotros. Nos toca al desarrollo económico comunitario (DEC) dar el primer paso. “La bola esta en nuestra cancha”.
* El autor es picólogo social-comunitario y especialista en desarrollo económico comunitario
Sobre Nelson Reyes Del Valle
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