Resignación
Aún está por verse si fue falta de organización, desmadre, negligencia crasa o fraude. Lo cierto es que las elecciones generales del 3 de noviembre están manchadas. Como muestras un botón basta, ahí está el escrutinio de San Juan y la manzana podrida en esos maletines que resultó ser la unidad 77.
Unos piden que se cuente todo de nuevo, otros que se vaya a una elección especial. Algunos ven ambas opciones con, por lo menos, pereza, otros con desprecio. Es una situación novel en ese mundillo de la Comisión Estatal de Elecciones donde se acostumbraba a pasar la página lo antes posible. Pero el Movimiento Victoria Ciudadana, nuevo en estas lides, decidió seguir las reglas e insiste en que se cuente hasta el último voto con un pie en el Coliseo Roberto Clemente y otro en el tribunal. Porque lo que ya parece un hecho irrefutable es que seguirán su pelea más allá de la CEE. Según han indicado, recopilan evidencia para llevar un caso robusto y los eventos casi de ficción que ocurren día tras día les facilita la tarea.
El éxito en esta batalla será importante para el nuevo movimiento. Pero lo que ya es trascendental para el país es la ausencia de resignación que mueve a todos los funcionarios que representan en las mesas de conteo a los electores que votaron por un cambio en la administración municipal. Esa sangre nueva que decidió apostar por ir al juego con las reglas impuestas a último momento por los partidos tradicionales y que ahora les exige que cumplan.
El país debería estar firme detrás de esta lucha por la justicia electoral. Frases como “siempre ha sido así”, “no hay nada que hacer”, “ellos siempre se salen con la suya”, “eso es una pelea perdida”, “ya eso cansa” y ¡“ríndanse”!, no pueden servir como justificación a un caos creado con alevosía y ventaja.
Hablo por experiencia. Cuando decidí negarme a entregar los vídeos de la entrevista con Filiberto Ojeda Ríos me lancé al vacío sin esperar el apoyo de nadie. Sentí temor. El futuro no pintaba bien y muchos intentaron persuadirme para que no continuara adelante. Muchos me visitaron o llamaron para que entendiera que “aquello era una pelea perdida”, “que no sabía a lo que me enfrentaba,” “que nada justificaba que pusiera mi libertad física en riesgo,” “que tenía un niño que necesitaba a su mamá”.
Yo sólo pensaba en lo que significaba resignarme a entregar. Tenía la convicción de que eso minaría la credibilidad de todos los que ejercíamos el periodismo en la Isla, sentaría un precedente imperdonable. Decidí que como gremio perdíamos más de lo que yo ganaría en lo personal. Así que continué adelante y nunca me arrepentí de hacerlo a pesar del miedo que nunca me abandonó en el camino.
Ahora como parte de este pueblo siento que estamos en la misma encrucijada. La resignación no es una opción, tirar la toalla no se vale. Como pueblo debemos decidir si estamos dispuestos a rendirnos y dejar expuesto el futuro de nuestros hijos a otros desmanes, poner en riesgo lo que ya es muy frágil en Puerto Rico. Porque quien está dispuesto a ganar con trampa, no se lo pensará dos veces cuando necesite aplastar nuestros derechos para imponer su visión de país.
Sobre Daisy Sánchez
Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?
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