La semana pasada trascendió en los medios del país que la compañía AES solicitó al gobierno de Puerto Rico un rescate económico. La carbonera amenaza con que, si el gobierno no asume los costos y titularidad de la carbonera, cancelarán el contrato por “fuerza mayor”.  Me parece irónica la frase “fuerza mayor” ya que es esa misma fuerza la que ha logrado que la carbonera todavía tenga presencia en el archipiélago, a pesar de la férrea oposición de la ciudadanía. Sin embargo, una discusión de las razones políticas por las cuales AES continúa en Puerto Rico no es lo que me mueve a escribir esta columna.

Mi motivación es cuestionar la petición de rescate por parte de AES y proponer en su defecto el pago de reparaciones por el daño ocasionado al país, en particular, a la niñez que reside cerca de la carbonera. A pesar de que en Puerto Rico no hemos llevado a cabo investigaciones sistemáticas sobre el tema, las investigaciones internacionales proveen evidencia sobre el efecto nefasto de la quema y los depósitos de carbón en la niñez. En un estudio llevado a cabo por Sears & Zierold (2017) publicado en la revista Global Pediatric Health, se encontró que la niñez que vive cerca de depósitos de carbón reportó una prevalencia mayor de problemas de atención e hiperactividad, problemas gastrointestinales, diversos problemas de sueño, trillar de los dientes, alergias y calambres en las piernas. Estos autores indican que varios componentes de las cenizas de carbón, tales como metales pesados, mercurio y arsénico pueden estar asociados con problemas de salud y de sueño en la niñez.

En otro estudio llevado a cabo por Tang y colegas en la región de Tonglian en China, se evidenció que la quema y depósitos de carbón tienen un efecto en la niñez desde que la madre está embarazada. Específicamente, se observó que, al cumplir dos años, la niñez cuyas madres estuvieron expuestas a la quema de carbón presentaron mayores problemas motores, de lenguaje y sociales. Recientemente, Zhang y colegas (2022) publicaron en el Journal of Exposure Science & Enviromental Epidemiology un estudio en el que encontraron que una proporción de la variación en problemas neuroconductuales (problemas sociales, problemas afectivos, y de ansiedad) fueron explicadas por modelos de regresión en los cuales la distancia de las plantas de carbón, la proximidad del tráfico y la pobreza comunitaria se asociaron significativamente con los problemas neuroconductuales.  Además, en el mismo estudio se observaron niveles elevados de niñez con déficit de atención e hiperactividad, ansiedad y problemas sociales cerca de las plantas.

Los resultados de estos y otros estudios son alarmantes. Preocupante también es que en Puerto Rico no hayamos impulsado estudios para entender las maneras en que la quema y depósitos de carbón afectan a nuestra niñez que ya enfrenta retos significativos de pobreza y educación. Sin embargo, ante esta evidencia postulo que, en vez de rescate, AES debe pagar reparaciones a las comunidades que han sido afectadas por su operación. Este dinero debe ir directamente a familias de las personas afectadas. Además, la legislatura de Puerto Rico debería aprobar un proyecto de ley que provea fondos a investigadores e investigadoras del país para estudiar el efecto de esta práctica en nuestra niñez. Los resultados de estos estudios podrían proveernos base para el desarrollo de intervenciones que apoyen a la niñez afectada, que es la que verdaderamente necesita rescate.

Sobre Eduardo Lugo