Oubao moin, aun resiste: Historia de una micro lucha en Corozal

Oubao moin, aun resiste: Historia de una micro lucha en Corozal

Como afirmara Jalil Sued Badillo sobre el poema de Antonio Corretjer, “la explotación minera comienza en Corozal, la de la leyenda dorada; y entonces todo el martirio y la sangre que corrió desde allí”. Aún hoy a orillas de ese mítico río en un bosque de Corozal se sigue luchando y resistiendo. Luchas que hoy se dan en todo el territorio frente al destructivo lucro individualista, que nos expulsa ilegalmente de nuestros espacios comunes. Y es frente a una de esas construcciones ilegales a la que se ven enfrentados los vecinos de un bosque de Corozal.

Según Ramón De Jesús (El Lórax de Corozal) residente y vecino, el bosque Oubao Moin es, “un espacio virgen que atrae precipitaciones de lluvia y produce cuerpos de agua que desembocan entre el Río de Corozal y el Río Cibuco”. Refugio de distintas especies de aves, entre ellas la Yaboa Violeta Nocturna, el Pájaro Bobo y el San Pedrito. Protegido y cuidado por los residentes de la calle Serra en la urbanización colindante que se han dedicado a prevenir el uso de herbicidas utilizando sus propias herramientas para limpiar y dar mantenimiento a las aceras, alcantarillado, carretera y áreas verdes.

Tras el impacto del huracán María inician un plan de reforestación y conservación del bosque que incluye vigilancia de los residentes a los visitantes que buscan acceder al río Mavilla. Pero no se trata de una actividad policial o punitiva, sino de hacer comprender a todos el beneficio de su conservación.

Con ese propósito los residentes se han organizado como guardabosques, recogiendo la basura, rescatando animales abandonados, la siembra de productos menores y árboles, dentro de las zonas a reforestar con el propósito de crear un huerto comunitario, y proteger el suelo de la erosión, según lo han manifestado.

Desde hace un año el vendedor de Bienes Raíces Juan Morales, Lic.354, en representación del desarrollista Jorge L. Díaz, y por medio de amenazas e intimidación, continúa su afán de construir una residencia en la ribera del río Mavilla. Conflicto que llegó a los tribunales el pasado mes de enero.

Jorge L. Díaz & Asoc., conocido desarrollador que administra varios proyectos de vivienda, además de poseer titularidad de unos terrenos aledaños al bosque, es dueño de una compañía de asfalto y donante del PPD, pretende construir una vivienda a orillas del río. Sin embargo, según alega De Jesús, allí no se puede construir en cemento debido a la humedad y depósitos de agua en el terreno. Para De Jesús es claro que la intención es avanzar a la zona del bosque.

Cuando en ocasiones obreros han intentado remover terreno en la ribera del río o se han cometido actos de arboricidio, nunca se han presentado los permisos. El Departamento de Recursos Naturales indicó a Lórax que para ellos intervenir en la zona del bosque la destrucción tendría que ser aún mayor. Además, la investigación podría demorarse entre un mes a un año.

En el fondo del asunto se abre un cuestionamiento sobre la propiedad privada, cosa tenida como casi sagrada y natural en nuestra sociedad, frente al acceso a los bienes comunes a comunidades que por uso y costumbre han tenido siempre acceso a los mismos. En un aparte con De Jesús el desarrollador Jorge L. Díaz expresó que si quiere proteger el bosque tendría que comprarlo completo, y añadió que el primer lugar a desarrollar sería la ribera del río -“para que aprendas”-, sentenció.

Propiedad Privada frente a lo común: una historia de despojo

Durante gran parte de la historia mundial la propiedad privada fue un asunto siempre excepcional y marginal. Lo que hoy conocemos por propiedad privada, es típica del orden impuesto por la Revolución Industrial, que desplazó a la propiedad feudal y su orden esencialmente agrícola, así como a los ordenamientos gremiales y artesanales, donde los propios trabajadores administraban el lugar y las herramientas de producción.

Es Karl Marx, quien inicialmente documenta esta práctica emergente en aquel contexto, mientras reporta para la prensa los debates sobre la recolección de leña por parte de campesinos y desposeídos, en la Dieta Renana en la ciudad de Colonia en la provincia alemana de Renania, en 1842.

En aquella época el rey Federico Guillermo de Prusia buscaba prohibir la recolección de leña y frutos en terrenos privados. De esta manera la Dieta o Parlamento, compuesto de representantes de la nobleza urbana y agraria, defendía los intereses de los propietarios criminalizando a los pobres cuyas prácticas de recolección de frutos y leña de los árboles habían sido toleradas desde tiempos inmemoriales.

Marx, quien en ese periodo se considerase un joven “republicano plebeyo”, se posicionó a favor del derecho consuetudinario de los pobres. El derecho consuetudinario es un derecho híbrido por su naturaleza y no escrito, sino basado en el uso y costumbre de la gente. Para Marx esta prohibición por el régimen feudal patriarcal reduce a los seres humanos a vivir en estado de animalidad. Asimismo, en alianza con los liberales bajo la influencia de los preceptos republicanos de la Revolución Francesa, Marx reivindica para los pobres el derecho a la vida por encima del derecho a la propiedad.

De modo que se,gún el economista y pensador humanista, si la naturaleza provee al hombre todo lo que necesita para sobrevivir y la libertad humana es un derecho natural, entonces la ley contra el robo de leña sería contra natura ya que es contrario a la existencia humana y al estado de derecho moderno.

Marx entendía que defender el derecho consuetudinario de los pobres no da pie a defender el derecho de los ricos, ya que estos últimos por mal uso y costumbre se han apropiado de tierras baldías y declarado sobre estas su propiedad privada.

El bosque como propiedad común

En un texto muy poco conocido titulado La Marca, Frederick Engels analiza y explica las formas de propiedad existentes bajo la Edad Media fundadas en el uso común de la tierra, siendo la propiedad privada una rara excepción.

Según Engels, la tierra no cultivada, como por ejemplo bosques, tierras de pastoreo, ríos, pozos, lagos, terrenos de caza, pesca y puentes, quedaban en posesión de todos para uso común en igualdad de derechos restringidos. La naturaleza del uso de la tierra se deja en manos de la gente, nos narra Engels en su escrito.

Esta forma de organización social eventualmente comenzó a disiparse y extinguirse. Debido a las constantes guerras entre los reyes, y los feudos entre los nobles, los campesinos se ven forzados a la servidumbre, despojados en consecuencia del control sobre la tierra.

Con el tiempo quedaría como reliquia la idea muy profundamente enraizada en la conciencia popular de que el bosque es propiedad común, diría Engels.

Oubao moin y la acumulación originaria en Puerto Rico

Si bien Marx quiso desmitificar los idílicos orígenes de la acumulación capitalista, Corretjer haría lo propio con los idealizados orígenes del pueblo puertorriqueño. Aquella ideal armonía de las tres etnias que conformaron la identidad puertorriqueña es resignificada como nueva tríada fundadora, de un proceso nada idílico y sí uno muy violento.

Aun así, Oubao Moin es una oda y una representación, nos dice José Calderón, del aporte de diferentes elementos de la sociedad puertorriqueña a lo que viene a ser la construcción de Puerto Rico a través del trabajo.

No es difícil ver en la epopeya social de Corretjer una descripción de la acumulación originaria de Capital. La expropiación de los productores agrícolas del suelo es la base de todo el proceso, que se hace recurrente, asumiendo aspectos diferentes según el lugar y las épocas.

Algo más que un salto adelante del capitalismo histórico implica un constante proceso renovador de producción/acumulación, y de especial relevancia contemporánea. Puerto Rico no ha sido excepción a ese proceso a través de distintas épocas de su historia.

Del bohío a la modernidad

En sus décimas sobre el bohío Luis Llorens Torres se expresó sobre este proceso de acumulación y sus efectos, lo que Félix Córdova Iturregui en una reciente publicación describe como expropiación rural sin Revolución Industrial. La agresiva inversión/expansión norteamericana en la industria azucarera, provocó la emigración de cientos de familias campesinas a los centros urbanos, sin un proceso de desarrollo industrial que absorbiera su fuerza de trabajo, explica Córdova Iturregui.

Esto creó un problema de vivienda y hacinamiento en zonas urbanas y arrabales. Con el consecuente problema de salud pública, higiene y desmoralización generalizada. Lo que en Llorens evocaría la idea del bohío como un lugar más habitable y hermoso que los arrabales de la ciudad.

Córdova Iturregui indica que Corretjer vio en ello la añoranza de una clase terrateniente y señorial, con su deseo reaccionario y romántico, de retorno al primitivo bohío indígena.

Para Córdova Iturregui, muy al contrario, Llorens no rechaza la civilización, sino que la exaltación poética del bohío rural responde a la manera unilateral en que se imponía la modernidad en el paisaje puertorriqueño.

Nos dice también, que: “Corretjer no toma en consideración en absoluto las condiciones horribles y humillantes de la vivienda en pueblos y ciudades… su mirada al bohío era coherente con la mirada decimonónica”.

Política y naturaleza en Corretjer

Pero no sería extraño encontrar en la poesía de Corretjer la relación entre naturaleza y política.

O más bien la naturaleza en función de lo político, cómo asegura Villanueva-Collado. Hay momentos que ve en el retorno a la tierra y a la naturaleza una metáfora de hacer patria:

Y regresemos a la montaña,

urna de nobles promesas,

factoría de espíritus fuertes,

donde se hace la patria

con viandas y leche de vaca

– Regresemos a la montaña, 1929

Como argumenta Alfredo Villanueva-Collado, para Corretjer: “El retorno a la tierra es, por lo tanto, una forma segura de salvar el patrimonio nacional… En Corretjer la naturaleza dramatiza la lucha de clases”.

Puerto Rico ha cubierto las fases de acumulación de capital; extrativismo, esclavitud, servidumbre agraria, despojo y expulsión del campesinado, e industrialización con mano de obra expulsada en ciclos migratorios.

Como en su momento lamentara Emilio S. Belaval, “nuestra expresión cultural se ha divorciado de la tierra y de la gente”. Al jíbaro de Puerto Rico hay que hacerlo desfilar de una forma más fantasmal, diría. Un partido de corte agrario y populista (PPD) prometería enderezar el trayecto, pero su destino sería inconsecuente, allanando la conversión de la tierra de cultivo al “real estate”, con el símbolo del jíbaro así cobrando su forma más fantasmal.

Nuevo despojo y acumulación

Hoy día enfrentamos nuevos procesos de despojo y acumulación. “Los puertorriqueños estorbamos en Puerta de Tierra, en la costa, en el llano y en la montaña”, expresó Alexis Massol, sobre la proliferación de los alquileres a corto plazo (ACP) a través de plataformas cibernéticas en línea sin regulación gubernamental, que fragmentan la vida comunitaria y ocasionan desplazamiento.

Se trata de una combinación nefasta que une posibles cambios al reglamento de uso de Terrenos de la Junta de Planificación, construcciones ilegales en las costas vinculadas a desarrollistas beneficiarios de la Ley 20, 21 y 60. Pero el problema está lejos de ser una novedad.

Como ha expresado Ariel Lugo:

“La privatización de la ordenación del territorio llevará a Puerto Rico a niveles de vulnerabilidad ante eventos extremos y a conflictos sociales como existían en la década del 60 cuando no había regulaciones ambientales en la isla. Ganan los que se benefician del desorden y de la apropiación de los bienes públicos. Pierde el resto de la sociedad puertorriqueña”.

Cuando se trata de proteger el medio ambiente no solo se trata del daño al ser humano. Se ve la necesidad de extender la titularidad de derechos, de Persona Jurídica, a los animales y las plantas, así como a los árboles y toda naturaleza. La contribución de los arboles a mitigar los efectos del cambio climático por si solo lo justifica.

¿Deberían los árboles tener acceso a los tribunales? La respuesta a esta pregunta sugiere la posibilidad de que alguien, en nombre y representación de un río, de un árbol o cualquier otro componente material de la tierra, pueda comparecer en un juicio y reclamar los perjuicios ocasionados por la agresión a sus derechos, dice José Antonio Martín Pallín, ex-juez y autor del libro Los Derechos de la Tierra, de la editorial progresista española CTXT.

Por luchar para proteger el libre acceso al bosque Oubao Moin, a De Jesús se le acusó de estar armado y de escupir en la cara al ahora dueño del solar Rafael Oquendo Nieves, quien logró imponer una orden de protección contra el joven luego de un incidente transmitido en su página de Facebook (de El Lórax), aunque las acusaciones fueron desestimadas en el tribunal por ser falsas.

Jueves, 15 de diciembre de 2022

¡No causa!

En la primera vista en el Tribunal de Toa Alta, la jueza de turno Gloria M. de Jesús Machargo no halló causa para multar o encarcelar a El Lórax. “Se reconoció que no estoy usurpando terrenos y se reconoció el movimiento comunitario que les da mantenimiento a las áreas verdes”. El licenciado Manuel Moraza, en representación del joven, le preguntó al propietario si tenía permisos para cortar los árboles y admitió que no. Al joven activista no se le permitió expresarse y se le intentó obligar a pedir perdón a los guardias que intervinieron en defensa de la construcción ilegal, lo que el abogado de defensa logró evitar. Incluso, según la jueza, el propietario no tiene por qué presentar los permisos que en realidad no tenía.

A pesar de que los residentes se están organizando para detener el desarrollo desmedido y sin permisos a la cuenca del río, ya que el 18 de diciembre de 2022 se colocó un portón de control de acceso que impide a los visitantes encontrar alguna manera responsable de pedir acceso al río, como sí lo hubo anteriormente por muchos años.

Para Ramón de Jesús, «este bosque, cuya titularidad en parte le pertenece a dos poderosos conglomerados bancarios y a un donante del Partido Popular Democrático, tiene la bondad de producir grandes cantidades de agua fresca que reúne en los caudales del río Mavilla y que más tarde desembocan entre el Río de Corozal y el Río Cibuco. Sin la preservación de estos bosques la cantidad y calidad de agua se reduciría significativamente en el Río Cibuco».

El Poder del Metabolismo

Las consecuencias territoriales y ambientales del capitalismo son evidentes. Como, escribía Engels, “no nos dejemos llevar por el entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de esas victorias, la naturaleza cobra venganza”.

Para Marx, bajo el capitalismo, se puede llegar a la degradación de ambos, el metabolismo humano-naturaleza y el social, lo que puede ejercer una presión terrible sobre los límites de los recursos naturales. Marx la llamaba fractura metabólica, y hoy día llaman a ésta sustentabilidad.

El geógrafo David Harvey, por su parte, recupera el concepto de acumulación para hablarnos hoy de acumulación por desposesión, la captación de la riqueza ya producida o de la riqueza no producida por medios capitalistas, así como los activos naturales, por ejemplo, según explica Isidro López al periódico español diagonal.es.

“Los programas de austeridad, punta de lanza de la gestión neoliberal de la crisis…no serían más que una forma coordinada de este tipo de acumulación…Un entorno de acumulación por desposesión generalizada nos devuelve a un escenario en el que las luchas por la vivienda como valor de uso, los impagos de la deuda, las luchas por los servicios públicos y por los bienes comunes, por el espacio público o por la titularidad social del conocimiento y la tecnología, tienen tanta importancia como las luchas en el lugar de trabajo y en torno al mercado laboral. De hecho, las complementan y amplifican”.

Por su parte el sociólogo John Bellamy Foster sostiene que enfrentar esta ofensiva “depende del surgimiento de un proletariado ambiental donde se reconoce que nuestras luchas materiales sobre el medioambiente en el que vivimos, respiramos y trabajamos son realmente las mismas”.

De ahí que señalemos el problema de lo fragmentado de nuestras luchas y el verdadero sentido del concepto micropolítica.

Ser rizoma, no raíz

Para los intelectuales Félix Guattari y Giles Deleuze, proponentes de este tipo de lucha, la micropolítica es una especie de política contrahegemónica a pequeña escala que tiende a disminuir la importancia de lo macropolítico, de las formaciones sociales, y abre la posibilidad de que los agenciamientos sociales tomen en consideración las producciones de subjetividad en el capitalismo, problemáticas generalmente dejadas de lado en la militancia de movimientos de base.

Este acercamiento emplea el Rizoma, que viene siendo un concepto botánico, como metáfora para explicar el carácter fragmentario de las luchas sociales a partir de los años setenta.

A diferencia del árbol que echa raíces en un solo lugar y crece hacia arriba, a manera de estructura jerárquica, el rizoma se extiende por todo el terreno horizontalmente, con la capacidad de reemerger, en cierto tramo, tallos y raíces, con nuevas plantas.

Existe la tendencia común a leer la micropolítica como una celebración acrítica de la actividad anárquica e indisciplinada. Por el contrario, como lo señala el académico Andrew Ryder puntualmente en alusión a ambos teóricos mencionados anteriormente, “se hace necesaria una organización colectiva desde abajo, una que no imite a las anteriores ni adopte posturas autoritarias. Esta máquina de guerra surgiría de la experiencia concreta o situada, rechazando limitarse a una sola esfera de lucha. Se acepta que las diferencias sociales, culturales y económicas, estarían entrelazadas”.

Quizás las condiciones de lucha no son las más prometedoras, el ataque a los recursos naturales y a las comunidades de clase trabajadora es sistemático. Nuestra resistencia sigue aún algo fragmentada. Pero Juan Antonio Corretjer se sentiría más esperanzado ante estos nuevos brotes de resistencia.

En la introducción a su libro más conocido, Yerba Bruja, nos recuerda a lectores del presente, “Si la raíz de lo puertorriqueño ha logrado sobrevivir a casi todos los tratamientos de erradicación, desde el desyerbe a mano, de la conquista española y la lava ardiente de la forzosa inmigración africana, hasta concentraciones altas de herbicida 2,4-D del sistema deformador entronizado con la invasión yanqui, entonces la yerba bruja es el mejor símbolo de la admirable, mágica capacidad de lo puertorriqueño para sobrevivir todas las adversidades. Su resistencia a los tratos más crueles que puedan dársele… Y, cómo, aún guardadas en libros sus hojas suelen retoñar, acariciándome quedo con la esperanza”.


Sobre Javier Rivera


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