Era la década del 70 cuando Osvaldo Rodríguez decidió convertir la covacha de su casa, situada en el pintoresco barrio La Perla, en el Viejo San Juan, en una escuela para surfistas principiantes. Treinta años después, Osvaldo decidió crear la organización Perla 2000 surf, cuyo propósito ha sido inculcar el deporte del surfing en los niños, jóvenes y adultos de la histórica barriada, mientras se nutren de autoestima, relajación y autocontrol.

En los recuerdos de Osvaldo, de 58 años, permanece intacta la injusticia social que presenció durante los 21 años que vivió en La Perla. Según explicó a PRTQ, en muchas ocasiones las tentaciones, vicios y adicciones que rodean a los jóvenes que residen en este amurallado sector, los inhibe de oportunidades profesionales y les coarta su desarrollo personal.

“La injusticia social me marcó. La viví en carne propia cuando tenía 14 años y tuve que decidir qué quería para mi vida. Si irme por el camino del trasiego y las adicciones o irme tras el camino difícil. Claro, me fui por la vía complicada, aunque algunos no crean que se puede. Y es que La Perla siempre ha sido tan marcada y estigmatizada por la sociedad. Existe esa ilusión óptica donde los ciudadanos de la barriada no pueden soñar más grande que el Morro ni del Castillo San Cristobal, eso mismo que nos amuralla, nos encierra y nos invisibiliza”, señaló Osvaldo. 

Ante la necesidad de implantar nuevas alternativas para la comunidad, Perla 2000 surf surge como ese segundo hogar donde los ciudadanos tienen la oportunidad de adentrarse en el surf, mientras liberan ansiedades, angustias y pensamientos negativos. Osvaldo, comprobó los beneficios de este deporte a través de los 8,9000 alumnos que han pasado por su organización sin fines de lucro. Según afirmó el surfer, gran parte de sus estudiantes retomaron sus estudios, lograron culminar escuela superior y grados universitarios.

“He tenido muchos jóvenes que han estado adictos a drogas y ahora son profesionales y padres de familia. También tengo jóvenes que cuentan con sus propios talleres de tablas de surf porque se les enseñó a fabricarlas aquí… El surfing es importante porque crea autoestima y autocontrol. Cuando te metes al agua, sientes una transformación inmediata. Las olas son terapia restauradora que transforma la vida de los jóvenes y sus familias”, dijo.

A Osvaldo, el surfing lo ha vuelto más humano, un ser optimista y más cristiano. De hecho, para el surfista, estar entre las olas es el momento donde más cerca se está de Dios. “Surfear es una bendición extraordinaria. Un encuentro personal con mi señor. Es un tiempo de conversación espiritual”.

Primera ola

Osvaldo estaba convencido de los poderes restauradores del mar y el surf. A sus nueve años, y con el bolsillo quebrantado, el padre de tres hijas, también surfistas, decidió seguirle los pasos a su intuición. Con una vieja tabla de planchar de su mamá, se sumergía entre las olas para practicar como los grandes. Desde muy joven, participó en competencias de surfing en países como Hawaii, Francia, Perú y California.

Hoy día, la organización se encuentra el el municipio de Trujillo Alto, al igual que su taller para reparar tablas de surf. Además, Osvaldo es el único en Puerto Rico que cuenta con una maquinara con la capacidad de fabricar entre 10 a 15 tablas digitales.

“Cogemos la tabla desde que no tiene forma y solo es un pedazo de foam. La preparamos y la laminamos hasta que termina como toda una pieza de arte”, aseguró.

Del mismo modo, el surfista, y también pintor, plasma sus pinceladas sobre las tablas de surf y los canvas. Su más reciente pieza, titulada “Tres corazones y un latido”, la preparó junto a un colectivo de artistas donde se presentan las tres caras del fenecido William Miranda Marín.

Como resultado de los cincuenta años que lleva conviviendo entre las olas, las historias de Osvaldo en el mar van desde los momentos más alegres hasta las situaciones más arriesgadas y peligrosas. Según narró a PRTQ, el surfista ha tenido un sin número de encuentros con tiburones, un arsenal de tablas rotas en alta mar y varias horas de naufragio y natación para llegar a la orilla.

Segunda ola

La situación económica para los puertorriqueños y las organizaciones sin fines de lucro va en picada y Perla 2000 surf es testigo. Aunque los planes de la entidad es desarrollar un local adicional en el municipio de Bayamón, la crisis se lo impide. “La organización que tengo en Trujillo Alto subsiste por donaciones. No tenemos fondos en la cuenta. Solo nos restan dos dólares”.

No obstante, las ganas de Osvaldo de continuar con su labor social y comunitaria sigue en pie. Su programa de clases, que resalta los valores y la importancia de practicar el surfing, continúa ofreciéndose a diario y dando de qué hablar entre los ciudadanos del área. Con el mismo amor infinito por este deporte desde el 1966, Osvaldo está convencido de querer seguir sirviendo a las comunidades a través del surf, una terapia que además de liberar, transforma vidas. 

Sobre Némesis Mora Pérez

Periodista y maestra. Posee una maestría en Periodismo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Obtuvo un bachillerato en Comunicación Tele-Radial en la Universidad de Puerto Rico