Niños toman riendas de la agricultura
Los niños aprenden a sembrar y a cosechar por medio del Proyecto de Agricultura en Armonía con el Ambiente. Se trata de una educación vinculada a la vida, y así es en la escuela de la Comunidad Segunda Unidad Botijas 1 en el municipio de Orocovis, como parte de una enseñanza completa e integrada.
El proyecto forma parte del Programa de Educación Agrícola, bajo la Secretaría Auxiliar de Educación Vocacional y Técnica del Departamento de Educación. Alrededor de unas cien escuelas tienen proyectos similares. Se integra el conocimiento agrícola como una materia, al igual que lo es el español, las matemáticas o el inglés.
El programa de Educación Agrícola lleva implementándose en la escuela pública de la Segunda Unidad Botijas 1 hace 85 años. La escuela es una elemental e intermedia, que cuenta con los grados desde kindergarten hasta el octavo grado. Sin embrago, la integración del programa al currículo comienza en el tercer grado porque los niños y niñas deben desarrollado ya las destrezas de leer y escribir. Esta materia no es una solo de práctica. Los niños cuentan con libros de texto sobre agronomía, ecología y temas asociados, un salón y los materiales necesarios para la cosecha y siembra de alimentos.
La agrónoma Dalma Cartagena Colón es quien dirige el programa hace 16 años. Para ella los estudiantes son “gestores de su propio aprendizaje”. Ella les da las herramientas para sembrar, cosechar, familiarizarse con el terreno, pero ellos desarrollan otras destrezas como el cooperativismo, la disciplina y respeto al medio ambiente. No todo es el disfrute de la siembra y el producto. Los niños tienen que preparar el terreno, hacer composta, preparar semilleros, desyerbar, utilizar las distintas herramientas y mantenerlas limpias.
Entre los alimentos que siembran se encuentran: zanahorias, habichuelas, cebollas, cilantrillo, lechugas romanas, perejil y algunas flores como el girasol y la zinnia.
Dependencia alimentaria y gestión educativa
La maestra de estos niños está muy consciente de que sembrar colectivamente aliviaría el problema de la importación masiva de los alimentos que consumimos. Según datos oficiales, la importación de alimentos en Puerto Rico es de un 75% a un 90%. De acuerdo al Departamento de Agricultura, se estima que el 80 por ciento de los alimentos que consumimos son importados, la abrumadora mayoría de Estados Unidos.
En el 2013, datos del Banco Gubernamental de Fomento indicaban que un 0.8% de la economía puertorriqueña se basa en la agricultura.
Puerto Rico podría sucumbir ante una crisis alimentaria. En medio de este panorama, a diario se trata de buscar sin éxito mano de obra que labore la tierra. En contraste, el que niños siembren puede verse como algo extraordinario. Se ve así porque hace años que la agricultura no forma parte de una política pública desarrollada o de un proyecto país, comentó Cartagena Colón.
Con su clase de una hora, la profesora abre camino para que los pequeños sean la alternativa de un nuevo futuro. “No puedo concebir un niño sin una relación con la naturaleza”, dijo. Por eso aspira a que se haga un proyecto de ley que garantice el derecho a todo niño/a a conocer cómo producir alimentos. Al momento se está informando sobre el proceso para redactar un proyecto de ley y pedirlo por petición, ya sea por medio de algún legislador o en la Oficina de Participación Ciudadana, en la Cámara de Representantes.
Sembrando un Nuevo País
Los niños de la clase de sexto grado de la escuela compartieron con PRTQ algunas de sus ideas y sentir sobre el Proyecto Armonía con el Medio Ambiente.
Para Jeray Acosta Torres de once años, los productos que más le gusta sembrar son la lechuga y el tomate. A los niños que no tienen la misma oportunidad les diría que traten “de conseguir alguna manera para que siembren y puedan tener sus propios alimentos”.
La joven Juliann Marie Colón le pediría algo urgente al país: “Que siembren… Que pasarán una experiencia increíble, que la agricultura no es tanto sembrar sino cooperar. Yo quiero que todo Puerto Rico se haga responsable para que tengan un huerto en su casa”.
Yaddiel Ortiz Mateo nos dijo que sembrar lo ha ayudado a saber que si no hubiese supermercados, esto no lo asustaría ya que sembraría como actualmente lo hace.
La mayoría de los niños que han participado en el programa siembran en sus hogares. Las habichuelas es el alimento que la mayoría tiene en común en sus huertos caseros, aunque se da el caso de otras especies como el perejil y el cilantrillo.
La madre de una estudiante de octavo grado, Hilvia Ortiz Figueroa, relató que en un principio la niña no se veía tan entusiasmada con el programa, pero que ahora “se la pasa metía en la finca”, refiriéndose al terreno que tiene la institución para llevar a cabo la siembra. Clasificó el proyecto como uno interesante, en el cual los estudiantes “despejan la mente y aprenden que lo pueden hacer en sus casas”. En su hogar siembran frutas, recao, pimientos y ají, que lo utilizan para hacer sofrito. Y sugiere que este tipo de proyecto se debería de implementar en todas las escuelas, ya que es importante para todos relacionarse con el medio ambiente y que no toda educación sea meramente académica.
¿Qué se hace con el cultivo? Los niños en la mayoría de las ocasiones se lo llevan a su hogar. Cuando no da basto para todos los estudiantes, se hace algún tipo de comida en la escuela con el cultivo y se comparte. Un arroz con vegetales, o cuando tienen zanahorias la profesora se encarga de hacer un bizcocho. Si se necesitan materiales para hacer un tipo de trabajo en el terreno o utensilios, se vende la cosecha y el dinero recaudado se usa para comprarlos.
Cartagena Colón nos indicó que se han vendido los productos en distintos festivales, pero que se tiene preferencia de venderlos a las personas de la comunidad. La razón es porque se crea un sentido de unidad y pertenencia, se labra la tierra y el fruto se comparte con personas cercanas a ella.
La educación pública no está perdida
El Proyecto de Agricultura en Armonía con el Ambiente es un vivo ejemplo de que se puede hacer mucho más por la educación. Que sí existen distintos métodos de enseñanza, formas innovadoras de cómo lograr aprovechamiento académico, crecimiento personal y espiritual. Los recursos para este tipo de programa no son abarcadores, pero se hace lo que se puede, afirmó la agrónoma-profesora de este exitoso proyecto en Orocovis.
Este tipo de programas no sería posible sin personas comprometidas con la educación como la profesora Cartagena Colón y muchos otros más que van sembrando día a día, grano a grano, semillero en semillero… un nuevo País.
Sobre Kristine Drowne
Kristine Drowne nació en San Juan Puerto Rico, en septiembre de 1994.
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