Niños boricuas sin un espacio para jugar y aprender
por Carmen A. Figueroa Guzmán
Todo comenzó con un sueño. Uno en el que los niños puertorriqueños tenían un espacio para jugar y aprender. Sin embargo, luego de 29 años de servicio y debido a factores diversos –crisis económica, migración y cambios de intereses en el público–, ese sueño llamado “Museo del Niño de Puerto Rico” llegó a su fin.
La historia se remonta al 1987, año en que se incorporó la entidad sin fines de lucro bajo el liderato de Carmen Vega y que se dio a conocer un año después durante su primera actividad celebrada en el pasillo del centro comercial Plaza Las Américas. No fue hasta el 23 de septiembre de 1993 que el Museo del Niño de Puerto Rico, ya establecido en la calle Cristo en el Viejo San Juan, abrió sus puertas por primera vez al público.
Durante ese tiempo, el museo impactó las vidas de muchas personas con su oferta educativa y divertida, que era presentada en las tres plantas del edificio. Según Vega, “todas las exhibiciones del museo se desarrollaron considerando el currículo del Departamento de Educación para fortalecer y complementar lo que se da en el salón de clase”. Mencionó tres ejemplos de las exhibiciones presentadas en el museo: la exhibición de “Cueva”, localizada en el tercer piso; la de “Salud”, localizada en el segundo piso y el “Banco de los niños”, localizado en el primer piso.
Sin embargo, las exhibiciones del museo con su oferta educativa y divertida no eran lo único que destacaba a la entidad, sino el personal que laboraba y atendía a cada una de las familias que lo visitban. Según indicó Vega, el rol de los facilitadores con el público era “facilitar el proceso dónde los niños y padres descubren por sí mismos algo sobre el tema que están presentando”. Así lo confirmó Brizeilee Hernández, quien fue facilitadora en el museo durante los veranos desde los años 2011-2014, quien recordó “el buen el trato que se le daba al público”.
Aunque el equipo de facilitadores se destacaba por el trato brindado al público, también obtenía sus propios beneficios. Para Wilerys Osorio, quien fue facilitadora durante el verano del 2013-2014, el Museo del Niño fue la primera organización en darle empleo y gracias a ello, pudo aprender a “expresarse en público y tener mejor comunicación”.
Pero a medida que pasaban los años, la crisis económica, la migración y los cambios de intereses en el público provocaron que el Museo del Niño cerrara sus puertas el pasado sábado 12 de marzo de 2016, fecha en que celebraron la actividad “Último día familiar”, en horario epecial de 11:00 a.m a 5:00 p.m.
Ante el inminente cierre se pensaron en alternativas tales como realizar actividades especiales no sólo para atraer al público, sino también nuevos auspiciadores a la organización sin fines de lucro.
“La situación económica es bien imporante porque cuando tú te ves apretado de dinero, tú empiezas a cortar lo que tu entiendes que no es prioridad”, expresó Vega.
La fundadora del mueseo explicó que en varias ocasiones le hizo acercamientos a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, para formar alianzas. Sin embargo, no recibió respuesta. “Muchas de las cosas que ella propuso el día antes de nosotros cerrar, eran cosas que nosotros le habíamos propuesto a ella”, expresó Vega, mientras mencionaba ejemplos tales como: incluir al museo en promociones de la ciudad de San Juan, incluir al municipio en las actividades del museo, rotular las calles de Viejo San Juan para que la gente supiera dónde estaba la entidad, entre otros.
Otros posibles factores que contribuyeron al cierre son la baja dramática en la población infantil y de la población en general en Puerto Rico debido a la migración masiva.
“Lo otro es que nosotros como padres, no estamos sacando tiempo de calidad para dedicarles a nuestros hijos y uno lo ve continuamente. Por ejemplo, si tú vas a un restaurante y hay familias con niños, tú ves que los papás ni hablan con ellos. Les dan un iPad o un teléfono”, explicó Vega.
El cierre del Museo del Niño de Puerto Rico generó muchas reacciones tanto del personal que trabajaba en la organización así como del público que asistía al lugar ya sea por primera vez o de forma regular. Para Jaime Vázquez y María C. Hernández, quienes visitaron el Museo del Niño con sus respectivas familias por primera vez el pasado 12 de marzo, es una pena que la entidad cierre dado su alto valor educativo. “No debería suceder”, expresó Vázquez.
Para Cristina Lugo, quien llevaba muchos años visitando el museo, es una “tristeza total porque es un lugar que suple unas necesidades en el Viejo San Juan”. Ante esto, Eileen Rodríguez, quien visitó el museo por segunda vez en doce años, recordó que no hay muchos sitios para los niños en Puerto Rico.
Los empleados del Museo opinan
Para Sonia Solá, quien fue facilitadora del 1998-1999 durante los fines de semana, y luego supervisora de voluntarios del 2002-2003, el cierre del museo “es una lástima ya que Puerto Rico necesita más lugares como éste”. También para Abdiel Millán, quien trabajó en la entidad desde el 2001-2012, “es frustrante porque el museo representa una institución educativa genuina, y pensar que una institución que ya llevaba más de veinte años en Puerto Rico y que tenga que cerrar, deja mucho que decir de un país”.
Arahey Garay, quién trabajó como facilitadora desde 2012-2013, va más lejos en su reflexión: “Es una decepción bien grande porque no hay ningún lugar como éste que represente tanto. No sólo como un espacio para aprender y divertirse, sino como un espacio para volver a nuestra niñez y ser felices”. Igual opina Tatiana Mojica, quien trabajó desde 2013 a 2014. “Mucha tristeza y nostalgia” es lo que siente.
Finalmente, para Hernández, quien trabajó durante los veranos desde 2011 al 2014, “es bien impactante, jamás pensé que el museo iba a cerrar. Uno sabe que las cosas no son para siempre, pero jamás piensa que va a llegar tan pronto. Aún no lo admito”. Mientras que para Osorio, quien trabajó en el 2013-2014, “la tecnología está cortando la comunicación, la imaginación, es algo bien triste”.
En estos días, la población infantil boricua ha perdido muchas cosas. Ahora pierden el Museo del Niño, un centro no sólo educativo y divertido, sino como dice Osorio, un lugar dónde también “se veía lo que era el Puerto Rico de antes”.
La autora es estudiante de Periodismo de la Escuela de Comunicación, Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Forma parte del curso de Redacción que colabora con el Seminario sobre Periodismo Comunitario que coordina el profesor Luis Fernando Coss.
Sobre PRTQ-UPR
Los autores bajo esta firma son estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico vinculados al seminario sobre "periodismo comunitario" que imparte el profesor Luis Fernando C
Únete a nuestra comunidad y apoya a PRTQ
Para continuar haciendo nuestra labor de forma económicamente sustentable, contamos con las contribuciones de nuestra membresía.
Por tan solo $5 al mes, nuestra membresía recibe un email mensual con un resumen de todos los artículos que publicamos ese mes, y tiene la habilidad de dejar comentarios en los artículos en nuestra página web y participar así de la conversación que generen nuestros y nuestras autores y autoras.
Comments ()