Mujeres crean sus propias microempresas
En el momento en que la crisis económica dejó de ser un mito y formó parte de nuestra realidad, muchas personas en la isla se quedaron sin trabajo. Aquellos acabados de graduarse no encontraban qué hacer ante el panorama. Algunos encontraron una salida en la migración o en… ¡reinventarse!
En esa travesía un grupo de mujeres llegó al Centro para Puerto Rico, entidad sin fines de lucro fundada por la exgobernadora Sila María Calderón. Allí se matricularon en el Programa de Formación Empresarial para la Mujer. El programa, con una duración de cinco meses, una vez a la semana por dos horas, capacitó a estas mujeres en lanzar su propia microempresa, creando un sustento para ellas y sus familias.
Según el presidente ejecutivo del Centro para Puerto Rico, doctor Dennis Román Roa, la iniciativa de crear un programa dirigido para la mujer surgió de unos estudios sobre los niveles de pobreza en Puerto Rico realizados en el año 2008. Estos estudios indicaron que el sector más afectado por la crisis económica eran las mujeres, en su mayoría madres solteras y de escasos recursos. A base de este estudio deciden, dos años más tarde en el 2010 crear el Programa de Formación Empresarial para la Mujer.
El programa tiene como fin brindarle a las mujeres los conocimientos necesarios para que ellas como empresarias lancen su propia empresa. Durante varias semanas, en los distintos talleres, aprenden a evaluar y fortalecer sus propias ideas. Una parte importante de este proceso es establecer la “viabilidad” de la idea, expuso Román Roa. La viabilidad es un aspecto que tiene mucho peso y que determina si la microempresa será o no exitosa. Esto se debe a que en la viabilidad es donde la persona, al hacer un análisis del mercado, se da cuenta si hay demanda para su producto, o si este tiene que pasar por modificaciones para hacerlo atractivo en el mercado y que tenga salida económica.
Los talleres son evaluados y se hacen cambios, explicó la licenciada Sara E. Tolosa Ramírez, directora de los programas. Los cambios “se hacen a través de una evaluación constante de cuáles son las necesidades” que tienen las alumnas. En su mayoría los cambios han sido dirigidos al número de talleres y el aumento en actividades. En un principio el programa estaba disponible dos veces al año, de enero a mayo y de agosto a diciembre, con una cuota de graduación de $100. Hoy día se ofrece el programa solo de enero a mayo. La cuota de graduación aún sigue igual.
Podría verse contradictorio el que una población con niveles de pobreza y con necesidades económicas tenga que pagar dicha cantidad. Sin embargo, según Tolosa Ramírez se hace como una manera de motivación, para que las mujeres tengan un sentido de compromiso, asistan a las clases y se sientan que están aportando a su educación. Los cien dólares son usados para hacer una actividad de reconocimiento al culminarse el programa.
Tolosa Ramírez explicó que apenas la cuota cubre los gastos, la mayoría los absorbe la fundación, ya que parte de su misión es reducir la pobreza, la inequidad y adelantar el rol de la mujer en la sociedad.
Aunque el programa fue creado para mujeres desventajadas social y económicamente, el perfil de quienes se inscriben varía mucho. Al programa asisten mujeres de distintos niveles socioeconómicos y educativos, lo que hace que se enriquezcan las relaciones entre compañeras, con sus distintas visiones de mundo. La integración entre los distintos recursos del programa es “holística”, señaló Román Roa.
Algunas de las clases, talleres y actividades van dirigidas a los siguientes elementos que forman parte de la creación de una microempresa: el plan de negocio, plan de mercadeo, la contabilidad, estructura operacional, análisis del mercado, administración, producción y distribución.
El pasado 11 de diciembre, en el City View Plaza ubicado en Guaynabo, las graduandas del programa tuvieron una exposición para la venta de sus productos. Un ejemplo de éxito es Juanita Álvarez de 59 años y natural de Toa Alta. Funge como pastora de una iglesia y cuando la crisis económica se asomó por su ventana, comenzó a dar clases de mosaicos en la parroquia. Lo hizo como una manera de ayudar a aquellas personas de su congregación que fueron despedidas de sus empleos y para darle algo en qué desempeñarse, fuese un “hobbie” o una empresa.
Hace cinco años Juanita es artesana, pero tomó el programa el año pasado. Mientras estaba sentada detrás de su mesa en la exposición, contó que gracias al programa se pudo pulir en áreas específicas “en cuanto a la venta, promoción y el montaje para que las cosas se vieran más atractivas”. Su empresa, Artesanías Nahina, consta de las prendas hechas con vidrio fundido o vitrofusión, lo que ella llama “arte fino”. Comenzó haciendo regalos corporativos para empresas y luego se certificó como artesana en Fomento y en el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Hoy es artesana de San Juan, donde pasa la mayor parte de su tiempo y su clientela se compone en su mayoría de turistas que visitan la ciudad capital.
La inversión que hizo para comenzar su microempresa fue de alrededor de $200 a $300 para mesas, presentación y montaje. Luego el material para hacer sus prendas rondó en $500. Lo más costoso son los dos hornos que usa para el vidrio, $ 1,400 y $500 respectivamente. Así que con todo lo invertido a través de los años, contando la cuota de $100 del programa, la inversión ha sido de $2,750.
La microempresaria dejó claro que el arte que trabaja es costoso. El vidrio que utiliza en algunas ocasiones lo hace ella misma y en otras se ve obligada a comprarlo, ya que es artesanal. También invierte en las herramientas para amoldar el vidrio y los demás materiales que usa para hacer sus prendas. Otro factor de costo es la cantidad de electricidad que gasta en los hornos. Sin embargo, comentó que cree que las personas están al tanto de lo costoso que es, y no se ven impresionados por los precios de sus joyas.
Juanita dice que no ha tenido obstáculos en el mundo de los negocios por ser mujer. “Ninguno, porque lo más difícil para mí es que estas cosas pesan al ser vidrio, pero gracias a Dios estoy saludable y tengo a mi esposo que me ayuda y en el caso que me encuentre sola, siempre encuentro una mano que me ayuda”.
Katherine Ciriacruz, de 34 años, es otra mujer que se graduó del programa este año. Su empresa Alabarte también es de joyería y de materiales para confeccionar prendas. La manera de ella patrocinarse lo hace por medio de las redes, como Facebook, pero también lo hace por métodos tradicionales como los “flyers”. Para establecer su negocio hizo una inversión mínima de $3,000. Los obstáculos que ha enfrentado en el mundo empresarial han sido “los permisos, el cobro del Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU)”, puntualizó.
Katherine y Juanita expresaron sentir una gran gratitud hacia los recursos que tuvieron disponibles en el programa en el Centro para Puerto Rico. Los catalogaron de “excelentes y muy bien preparados”. Estas dos mujeres forman parte de un total de 644 ya graduadas. Este año se inaugurará el programa en los municipios de Ponce e Isabela y se seguirá ofreciendo en San Lorenzo, Humacao y Mayagüez.
El CENTRO PARA PUERTO RICO está ubicado en la calle González #1012 (cerca del Recinto de Río Piedras-UPR). Su teléfono es: (787) 765-4500.
Sobre Kristine Drowne
Kristine Drowne nació en San Juan Puerto Rico, en septiembre de 1994.
Únete a nuestra comunidad y apoya a PRTQ
Para continuar haciendo nuestra labor de forma económicamente sustentable, contamos con las contribuciones de nuestra membresía.
Por tan solo $5 al mes, nuestra membresía recibe un email mensual con un resumen de todos los artículos que publicamos ese mes, y tiene la habilidad de dejar comentarios en los artículos en nuestra página web y participar así de la conversación que generen nuestros y nuestras autores y autoras.
Comments ()