Micropréstamos: Una propuesta al cooperativismo

Micropréstamos: Una propuesta al cooperativismo
"Tenemos excelentes programas en organizaciones sin fines de lucro (OSFL) para la promoción la autogestión económica en el sector y empresarismo comunitario, pero no productos financieros que respondan a estas poblaciones".

La idea ya estaba en su punto, ya estaba “cocinada”. Tenía todos los elementos que se necesitan para iniciar el proceso de establecer su actividad económica con la cual esperaba dar un paso más hacia sus objetivos; lograr su propia autogestión personal que no se limita a lo económico. Buscaba su realización personal que estaba seguro lo lograría involucrándose en un proceso productivo en donde recuperaría el sentido del trabajo y la acción económica desde una lógica solidaria. Montar una microempresa era su sueño.

Ya tenía todo; plan de negocio propio de una microempresa, una evaluación bastante aceptable de la viabilidad del negocio, un análisis de mercado, una estrategia de mercadeo y los elementos básicos para iniciar su proyecto. Tenía acompañamiento, “coaching”, mentoría y un grupo de apoyo en una incubadora de microempresas.

Sólo le faltaba algo, los chavos (capital)... Hasta aquí el proceso de autogestión. No había un producto financiero que respondiera a su realidad de mujer joven sin experiencia de crédito, sin colaterales, o como muchos otros y otras, con crédito afectado.

Esta es la historia de muchos/as participantes de procesos de incubación. Tenemos excelentes programas en organizaciones sin fines de lucro (OSFL) para la promoción la autogestión económica en el sector y empresarismo comunitario, pero no productos financieros que respondan a estas poblaciones. Como diría el premio Nobel de la Paz (2006) y creador del banco de los pobres, Muhammad Yunus, tenemos productos financieros pero que no se ajustan a la realidad de los/as empobrecidos/as.

Los microcréditos, que en Puerto Rico mejor conocemos como micropréstamos, son productos financieros diseñados para personas que no cualifican para los productos financieros tradicionales. Se les llama micro porque son cantidades pequeñas. Estas pueden fluctuar entre los $500.00 hasta $50 mil en el caso de Puerto Rico. En países de extrema pobreza estos micropréstamos pueden fluctuar, pero siempre en cantidades más pequeñas que las nuestras.

En el modelo que diseñé hace cerca de 20 años las cantidades estaban entre $300 a $3 mil. La lógica y los paradigmas con los cuales establecimos los criterios de aprobación, otorgación y repago de estos eran: la dignidad de la persona, desarrollo económico comunitario, autogestión, justicia, confianza, carácter, reputación comunitaria, idea de negocio con viabilidad, pagos semanales, entre otros. Se presta a personas sin experiencia de crédito, con crédito dañado, sin el tipo de garantía que se utiliza en los procesos de financiamiento tradicional.

El papeleo para este tipo de financiamiento y los procesos burocráticos se minimizan lo más posible. Se evita solicitar documentación innecesaria y que no responda a las condiciones y realidad de una microempresa. Esto sin sacrificar la información mínima necesaria y criterios que garanticen, lo más posible, el reembolso del micropréstamo. Recordemos que estos no son donativos.

Otra característica de los micropréstamos es que los intereses suelen ser altos. Muhamad Yunus dice: “allí, (en referencia a la experiencia de los micropréstamos en Guinea y en Burkina Faso) como en Bangladesh, comprobamos que la tasa de interés importa poco si los pobres pueden obtener préstamos. Pueden pagar hasta un 20 o 30 por ciento de intereses” (Hacia un mundo sin pobreza, p. 261). Los altos intereses en los microcréditos responden a diversas variables. Una de ellas es que el riesgo en este tipo de producto, en donde no existe la garantía tradicional, los asume el programa de micropréstamos. Yunus está convencido de que los pobres lo que necesitan es acceso a capital.

A nivel local, confirmamos la argumentación de Yunus sobre las “altas tasas de intereses”. El programa que implantamos hace varios años le anunciamos a unas mujeres que podíamos ofrecerles unos micropréstamos a un 18 porciento de interés. Pensamos, en aquel entonces, que no les iba a interesar. Sin embargo, la respuesta de estas fue: “eso no es un problema, ustedes nos están facilitando el dinero que es lo que necesitamos”.

Las CDFI: una oportunidad para diseñar nuevas e innovadoras estrategias de desarrollo económico desde el sector cooperativo

Muchas cooperativas están certificadas como Community Development Financial Institution (CDFI) con la cual acceden a fondos que pueden utilizar para viabilizar productos financieros como los micropréstamos. Esta es una oportunidad que tiene el cooperativismo para crear productos financieros como estrategia para reducir las desigualdades, específicamente la relacionada al acceso a servicios financieros para sectores de bajos y moderados ingresos.

En mayo de 2022, el profesor Pedro Santiago presentó su propuesta, Las CDFI; ¿Una oportunidad de alianza entre el cooperativismo y el trabajo social comunitario? para cumplir con el requisito de Examen de Grado del Programa Doctoral en Política Social de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lasalle, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

El trabajo propone que “para maximizar el efecto que tiene esta inversión en la reducción de la pobreza, las cooperativas no deben conformarse con cumplir con las reglamentaciones, sino que deben enfocarse en sus principios y valores e ir más allá de lo que se le exige”.

Una propuesta para operacionalizar valores y principios

Hay refranes populares que facilitan tomar conciencia de nuestras contradicciones y trabajar para superarlas. Por ejemplo, “del dicho al hecho hay un gran trecho” o “no todo lo que brilla es oro”. Digo uno que no se si cae en la categoría de refranes: “predica sin práctica no sirve para mucho”

La siguiente propuesta requiere mayor trabajo. Solo es una idea que si la desarrollamos podría llevarnos al 8vo. Hábito de Stephen Covey: De la efectividad a la grandeza el cual es vigente en estos tiempos. No es uno añadido a Los 7 hábitos de la gente altamente efectivas el cual se había publicado en 1989. Para Covey, este hábito es una especie de tercera dimensión. Interesantemente, el primer ejemplo de personas en esta dimensión que menciona Covey es Muhammad Yunus, el creador de los microcréditos.

Modelo: Acceso a capital para crear microempresas desde lógicas solidarias

El objetivo es facilitar el acceso a capital a microempresas que quieran organizarse desde lógicas solidarias. La estructura legal puede ser cooperativa, corporación propiedad de trabajadores/as, corporación B y otras. La estructura es importante pero aún más es que estas microempresas incorporen desde su modelo de negocios, los factores productivos y en su ciclo económico, la solidaridad. Y para esto se pueden diseñar diversos modelos.

Fondo de Capital Semilla para Microempresas Solidarias

Un primer paso sería crear este fondo. En el país existen poco más de 90 cooperativas de ahorro y crédito. Si estas aportarán $5 mil al año se tendría un fondo anual de $450 mil.

El uso de estos fondos (pueden ser otros también) sería para ofrecer becas a incubadoras comunitarias que operen desde la lógica solidaria. Advertencia, con el anuncio de los fondos CDBG para incubadoras y aceleradoras que fueron poco más de $80 millones, aparecieron más de cincuenta incubadoras en el país. Algunas de esas, anterior a esto, no tenían experiencia en incubación de negocios. Por tanto, no nos referimos a esas sino a las comunitarias de las cuales solo hay entre quince y veinte. No más.

Esas becas permitirán que personas de los ingresos antes mencionados, puedan recibir servicios de incubación desde la lógica empresarial solidaria y demostrar viabilidad antes de pasar a obtener un micropréstamo.

Micropréstamos

Las cooperativas crearían productos financieros desde la lógica de los micropréstamos con los fondos CDFI. Para ello será importante una alianza con incubadoras que tienen este tipo de experiencia. En el sector comunitario hay un saber profesional para diseñar estos productos.

Estos micropréstamos pueden fluctuar entre $500 a $50 mil. Son productos que tienen que ser diseñados con cuidado y aquí la importancia de integrar el saber de la incubación comunitaria desde el diseño.

Conclusión

Por cuestión de espacio limito la propuesta a estas ideas básicas con la intención de generar debate e intercambio de ideas y saberes que nos permitan adelantar asuntos de esta naturaleza que son vitales para construir un país económicamente solidario.

La viabilidad de estas nuevas formas de lucha contra la pobreza dependerá de la habilidad para asumir nuevos paradigmas. ¡Optemos por el cambio!


Sobre Nelson Reyes-Del Valle


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