Microempresas solidarias
Es de conocimiento general la crisis económica que afecta a Puerto Rico. Cada quien trata de lidiar con la situación a su manera. Hay puertorriqueños que tienen más de un trabajo y otros que optan por establecer su propio negocio. Lamentablemente muy pocos de estos negocios salen a flote. ¿Por qué? Muchos dicen que eso se debe a lo difícil que es conseguir los permisos necesarios; otros dicen que las megatiendas extranjeras están desangrando las microempresas locales.
Para solucionar este problema y lograr que las microempresas del país tengan éxito, el psicólogo social-comunitario y especialista en desarrollo económico comunitario Nelson Reyes-Del Valle y la empresaria y experta en negocios Lucy Carrasquillo-Ríos, implantaron el primer modelo de las Incubadoras de Microempresas Comunitarias® (iMEC), en el 2003. Ellos proponen que las microempresas puertorriqueñas no fallan por las razones antes mencionadas, sino por unas muchos más fuertes.
Los municipios de San Juan y Caguas han adoptado modelos de incubadoras (iMEC). Estos modelos han recibido un mayor apoyo por parte de varias organizaciones sin fines de lucro del país. Las mismas han implantado el modelo con sus propios enfoques y metodologías. Hay ocho organizaciones que ofrecen la incubadora de microempresas.
Los Centros Sor Isolina Ferré cuentan con una incubadora llamada Surcos. Gracias a la colaboración de Carmen Rodríguez, coordinadora del Centro, Puerto Rico Te Quiero pudo ir a ver uno de los talleres que ofrecen. Nelson, Lucy y todo el equipo le abrieron las puertas y colaboraron para este reportaje.
El Centro Sor Isolina Ferré localizado en Caimito ofrece talleres libres de costo. Con una donación de cincuenta dólares por una carpeta de materiales, cualquier persona de dieciocho años o más que tenga el concepto de un negocio puede participar de todos los talleres y ayudas que ofrece Surcos. Entre los beneficios de los que gozan los participantes están: ayuda con el desarrollo de la idea de negocio, análisis de la viabilidad del mismo, ayuda con mercadeo, contabilidad, recursos humanos y finanzas, talleres técnicos y sobre todo, apoyo emocional y para el fortalecimiento de la autoestima.
La incubadora informa sobre las consecuencias del capitalismo y propone una economía en solidaridad como alternativa. Una microempresa solidaria es aquella que invierte en su comunidad, ofrece empleos a la misma, ofrece servicios comunitarios y hace lo posible para que se desarrolle el capital local de Puerto Rico, impulsando la economía del país. El modelo de la incubadora nació en Estados Unidos, pero ya ha sido implantado en diferentes países. Los creadores de iMEC en Puerto Rico diseñaron un modelo de incubadoras adecuado para el país.
Surcos lleva siete años en servicio. Cada año se hace un ciclo de incubación para múltiples microempresas. Nelson y Lucy expresan que no sólo miden el resultado de la incubación por medio de cuántas de las microempresas son exitosas, sino que también consideran valioso el hecho de que una persona se percate de que su negocio no es viable. Eso le evita el despilfarro de dinero y las secuelas de un sueño fracasado.
Nelson compara una idea de negocio con estar enamorado, ya que al principio parece ser algo maravilloso e infalible. Pero cuando se lleva a cabo un análisis racional, de viabilidad y de mercado, se puede descubrir que el negocio estaba destinado a fallar. Muchos negocios comienzan con mucha ilusión y luego no funcionan, dejando al empresario con problemas económicos y emocionales. Ellos entienden que esto se debe a la falta de apoyo y orientación.
Las incubadoras ofrecen capacitación para que un negocio no fracase por los problemas personales del empresario. Una de las cosas que más refuerzan en esta incubación es la autoestima. Como puertorriqueños, en estos tiempos difíciles, la autoestima, personal y social se está deteriorando. Las frustraciones económicas golpean a muchos puertorriqueños, que se desaniman creyendo que no pueden prosperar. En Surcos tienen un programa muy completo, en el que además de apoyo y compañía, ayudan al empresario a tener las herramientas y a creer en su potencial.
“Este apoyo emocional es esencial, porque cuando tú tienes que defender tu idea de negocio tienes que estar preparado y no proyectarte como incapaz o inseguro, recalca la directora del Centro Sor Isolina Ferré en Caimito, María de Lourdes López.
Muchos negocios hacen actividades informales. Esto se refiere a la falta de permisos requeridos para poder operar en el país. La incubadora de microempresas también le ofrece al país un servicio importante, y es que ayudan a estos negocios que ya están en marcha, o a los que comenzarán pronto, a formalizarse y tener la documentación necesaria. No es fácil, hay muchos pequeños empresarios que se quejan sobre las dificultades del proceso de documentarse, y por eso operan informalmente. Este es un problema que hay que resolver también, pues un negociante sin documentación tiene dos opciones: opera hasta conseguirlos, lo cual usualmente drena al negocio aun antes de que arranque, ya que hay deudas que se tienen que cubrir y no hay ingreso hasta que el negocio funcione, o, opera informalmente, arriesgándose a consecuencias legales que podrían ser graves.
“La incubadora actúa como la defensora de los participantes que aspiran a tener sus negocios, a ser empresarios, y en ese sentido también, ve antes que ellos, o sea la incubadora busca muchas posibilidades para ayudarles a buscar el capital semilla, los incentivos económicos, todo ese tipo de cosa y también defenderlos en cuanto al proceso de la documentación, e interceder por ellos en caso de maltrato institucional”, explicó Lucy Carrasquillo.
Las incubadoras no tienen el respaldo de la gran mayoría de los municipios del país. Hace falta visibilidad, conocimiento y sobre todo recursos para que más personas puedan aprovechar lo que ofrecen estas organizaciones.
Tres empresarios puertorriqueños, egresados de la incubadora Surcos, ofrecen testimonios de sus experiencias y su crecimiento en el programa. La empresaria Mairi Martínez, quien participó del primer ciclo de incubación de Surcos en el 2008, logró desarrollar su negocio exactamente como siempre lo imaginó, y está en proceso de crecimiento. La empresaria Vanessa Fernández, quien participó en Surcos en el tercer ciclo de incubación, llegó con un negocio. Hoy tiene tres, en ramas muy variadas, y con planes muy claros de seguir creciendo. El empresario Alfredo Cordero quien llegó a Surcos en el quinto ciclo de incubación, hoy tiene su propio negocio el cual ha tenido un excelente recepción en el público puertorriqueño y está agrandándose y expandiéndose cada día más.
Cada uno explicó cómo se desempeñan sus empresas solidarias. Mairi expresó que compra todos los materiales que puede en las tiendas de su comunidad. Ha generado empleos. También ha creado alianzas con otras microempresas puertorriqueñas, en cuestión de referencias, recomendaciones y apoyo. Por su parte Vanessa expresó que ella, igualmente, hace sus compras locales, además de que ha generado empleos en cada uno de sus negocios. Alfredo compartió su lema de “Todo hecho en Puerto Rico”. Su interés principal es que la elaboración de su producto, sea realizado en el país y por empresas puertorriqueñas. También ha generado empleos.
Los tres expresaron un gran agradecimiento con la incubadora Surcos, por la educación empresarial que recibieron, los valores y principios que se les inculcó y sobre todo el apoyo con el que contaron durante y después de la incubación de su negocio.
Son pasos que, grandes o pequeños, hacen un gran cambio. Por ejemplo, según relatan, las compras locales a veces son un sacrificio pues muchas veces las grandes empresas tienen ofertas más económicas. Pero que ellos escojan día a día apoyar los negocios de compatriotas es un gran paso para la economía del país. Disminuyen el desempleo y forman parte de esa comunidad empresarial que trata día a día de salir a flote a pesar de la sombra de las megatiendas extranjeras.
La experiencia de Surcos y sus incubadoras sugiere que la economía de la solidaridad podría cambiar el mundo como se ha conocido por tanto tiempo. Se entiende la palabra economía como perteneciente a un vocabulario práctico y lógico, y la solidaridad como perteneciente a uno ético y moral. Cuando se trata de negocios, se nos enseña a pensar en nada más que en la ganancia para poder prosperar. Pero este concepto une economía y solidaridad, en uno más amplio: economía solidaria. Con su impulso propone un modelo de negocio que ayude, que aporte a la economía, que genere para su país y su gente. Propone un mundo en el cual no prospere uno a costillas de los demás, sino que se prospere en conjunto.
Sobre Carla Zambrana
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