Tuve el privilegio de estar el año pasado en Chile entre el periodo de las últimas elecciones presidenciales y el plebiscito constitucional. Hubo mucha efervescencia en la calle, anticipación de transformación y cambio. Me reuní con políticos, activistas, líderes comunitarios en todo Chile, quienes me llevaron a actividades en los campos y los barrios para entender mejor esa esperanza chilena. Sin embargo, la propuesta para reemplazar la constitución de la dictadura fue rechazada. La transformación de Chile fue pospuesta.

En Puerto Rico, estamos en un momento similar. Nuestra realidad colonial, el desgaste del bipartidismo, los continuos atropellos al pueblo después del huracán María, los terremotos y la pandemia donde el gobierno ha mostrado su total ineficiencia nos están llevando a un proceso de transformación. La gente cada vez gestiona más espacios comunitarios, dependiendo más del apoyo mutuo, y ya se nota en la gente una disposición a hacer las cosas diferentes. El nuevo Puerto Rico se cultiva todos los días, en todas partes, pero aún no florece.

Cuando hay mucho potencial para la transformación, también aumenta el potencial para la explotación y el oportunismo. A Chile llegaron personas sin ideologías, sin historial, sin una conexión real con el pueblo, pero con personalidades excéntricas y carismáticas listas para asumir puestos políticos prometiendo el cambio. Al no tener experiencia, al no tener un interés o compromiso genuino y no tener un contacto real con el pueblo, convirtieron el proceso constitucional en un circo, y la elite y los grandes intereses aprovecharon el espectáculo para explotar la división y desacreditar un necesario proceso de transformación en Chile. La explotación y el oportunismo se juntaron para bloquear una transformación.

Querido amigo lector, ten cuidado con la gente que llega en paracaídas. Ten cuidado con las personas a las que nunca les ha interesado conocer tus necesidades, tus intereses, tus anhelos y angustias hasta el año electoral. Ten cuidado con la persona que promete cambio, que ya dejó las malas mañas de antes, que esta vez es diferente, que el cambio que te ha prometido por los últimos siete u ocho cuatrienios por fin viene. Tenemos que analizar bien quiénes son las personas con historial, carácter y presencia en nuestras comunidades. Ya no estamos en tiempos de escuchar promesas, es hora de acción. ¡Nos toca separar el grano de la paja!

Hemos logrado muchas cosas positivas, como el dragado del Caño Martín Peña, la defensa de nuestras playas y parques, los rescates de terrenos y todas son victorias que nacieron desde las comunidades. Veo en Puerto Rico la misma efervescencia y anticipación de cambio que vi en Chile, pero tenemos que mantenernos siempre vigilantes y no perder el norte de que esta transformación nace de las bases comunitarias. Para mí ha sido un privilegio trabajar en las comunidades desde ese modelo de apoyo mutuo y afecto. Esas cosas me afirman que otras realidades son posibles. No estamos haciendo política para el pueblo, somos el pueblo haciendo política.

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