La descolonización comienza ahora, desde abajo y desde los municipios
Para adelantar la descolonización, VAMOS promueve principalmente un proceso de educación liberadora atado al desarrollo de proyectos de comunidades y sectores sociales como muestra de nuestra capacidad y valor. Entendemos este proceso como uno proactivo, dirigido a transformar las condiciones organizativas en nuestro país y a aumentar nuestra capacidad de sostener y defender nuestras aspiraciones, reclamos e iniciativas.
En segunda instancia, será esta nueva sociedad empoderada y organizada la que decidirá sobre su futuro político mediante lo que hemos venido a llamar un Congreso Nacional para la Descolonización de Puerto Rico. A este acercamiento le hemos llamado “la construcción de soberanía desde las bases comunitarias”.
Sin embargo, esta propuesta formativa, multidimensional y de base comunitaria choca con el tradicional debate de estatus que ocupa, con gritería, superficialidades y agendas político-partidistas el discurso dominante, dividiendo a nuestro país y dificultando que entendamos las enormes implicaciones de la descolonización. Ese “debate de estatus” resulta en algo muy alejado de nosotros y de nosotras, donde la élite política local (centrada en San Juan y áreas limítrofes), las personas "expertas" (que son socios, panas y familiares), cabilderxs en Washington, y el gobierno estadounidense intercambiarán palabras decisivas en las definiciones y negociaciones sobre nuestro futuro. Mientras tanto, se espera que el resto de nosotrxs seamos sus porristas y participemos solo escogiendo una alternativa —cualquiera— para mágicamente resolver el problema colonial para siempre. Ese debate destructivo tiene como conclusión lógica los eventos plebiscitarios tribalistas y nada más.
Es fundamental recordar que un evento no va a hacer un acto mágico de descolonizarnos, mucho menos si se le delega la articulación del "contenido" de nuestro futuro colectivo a instancias ajenas a la gente y se nos corta la posibilidad de identificar nuestras visiones conjuntas, concertar y negociar. En un momento en que los políticos vuelven a revivir el debate de estatus y la discusión sobre los mecanismos para la descolonización, vale la pena insistir: La descolonización comienza en lo local, con muchos pasos que podemos tomar todxs juntxs desde ahora, independientemente de nuestras preferencias particulares.
Por otro lado, la perspectiva multidimensional y comunitaria de construcción de capacidades y poder, transformación, organización y educación, a menudo se visualiza como algo que se hace únicamente desde la autogestión, mientras que se encajona la política formal e institucional, ejecutable desde el estado, en la lógica del problemático debate de status. Pero los procesos locales no se pueden dejar únicamente a la autogestión. La política gubernamental también debe estar dirigida a prepararnos para ejercer nuestro derecho a la libre determinación e ir superando las relaciones de poder coloniales desde ya, construyendo soberanía en las bases comunitarias. Aunque ciertamente esa perspectiva debe tener un aspecto facilitado desde las instituciones nacionales con el apoyo de la potencia administradora, por su responsabilidad de reparar los daños del colonialismo, podría ser útil comenzar a pensarlo también desde otros espacios donde normalmente no se considera relevante el tema de la descolonización, los municipios. Contrario a la lógica tradicional que dicta que lo local tiene poco que ver con la descolonización, los municipios, las alcaldías y las legislaturas municipales —más que cualquier otra instancia de gobierno— tienen la oportunidad de incluir el acercamiento anticolonial en sus gestiones de forma inmediata.
Las siguientes líneas buscan presentar de manera general algunos puntos de partida para un proyecto descolonizador que surja desde las bases mismas del país y de los espacios de gobierno más cercanos a ellas.
Organización social y toma de decisiones
La descolonización es un proceso vivo y colectivo que solo se puede llevar plenamente organizándonos para participar de los procesos de toma de decisiones de manera cotidiana. Necesitamos comunidades que se organicen y se reúnan, que deliberen, que planifiquen y que se movilicen para hacer frente a la dejadez y espera que fomenta la política colonial. La práctica de dialogar, trabajar en iniciativas y objetivos que todo el mundo puede acoger, independientemente de sus preferencias particulares, sirve de ejemplo para consensuar mínimos aceptables y máximos deseables en el proceso de negociar nuevas formas no coloniales de relacionarnos con EE.UU. y el mundo. Asimismo, la capacidad de movilización que día tras día muestran las comunidades es fundamental para generar un ambiente de apoyo para los reclamos que se llevarían a alguna mesa de negociación formal.
Un Congreso Nacional para la Descolonización de Puerto Rico democrático, que represente a la gente (incluso, a las mayorías que observan “la política” y lo electoral con apatía o desdén) necesita que nuestro pueblo esté organizado y que tenga portavoces ahí, que participe, que comente y que exija una rendición de cuentas de quienes pretenden hablar a su nombre. El ojo microscópico de los municipios que les permite identificar y estar presentes en los lugares de convivencia cotidiana y reunión, les da una posición privilegiada para apoyar los procesos de autoorganización. Por ser subdivisiones administrativas de menor escala, también son espacios ideales para implantar prácticas de democratización y entrega de poder decisional a la gente como ejercicios prácticos de descolonización.
Presupuesto participativo y descolonización fiscal
Una de las decisiones que más impacta nuestra realidad es la decisión sobre qué hacer con los recursos disponibles y cuáles deben ser las prioridades presupuestarias. El P. de la C. 1271 del 2022 de José Bernardo Márquez y Mariana Nogales Molinelli buscaba transformar el "barrilito" de mejoras municipales para que ese presupuesto se pueda distribuir mediante un mecanismo participativo. Por otro lado, en Ponce, Caguas y San Juan ya ha habido iniciativas donde una parte del presupuesto se ha determinado mediante votaciones en asambleas comunitarias. Sistematicemos esas experiencias para aprender de los aciertos y de los errores y ampliar su alcance.
Es necesario poner el poder de la gente frente a la austeridad colonial, frente al poder de la Junta de Control Fiscal, y frente a la política de espera y dependencia fiscal que ha revertido procesos de desarrollo económico e institucional y paralizado la reconstrucción en todos los municipios, desde Mayagüez, Guánica y Ponce hasta Fajardo, Naguabo y Vieques. Unos presupuestos municipales desglosados y participativos, donde tengamos la oportunidad de debatir partida por partida, proponer alternativas y determinar nuestras prioridades, podrían ayudarnos a superar el "sentido común" fiscal de la colonia y serían un ejercicio tangible de ese poder ciudadano necesario para la descolonización.
Economía decolonial
La descolonización pasa por un proceso de reconstrucción económica. No hay descolonización posible si la manera en que logramos satisfacer nuestras necesidades individuales y colectivas sirve como elemento de coerción o de extracción de valor. No existirá la descolonización mientras el capital transnacional continúe extrayendo de Puerto Rico miles de millones de dólares al año en ganancias. No existirá descolonización mientras esa relación sea la única que se plantea como posible para nuestra supervivencia.
Al contrario, la descolonización requiere un desarrollo económico local que ponga fin a la fuga masiva de ganancias, que tenga un impacto significativo hacia la sustitución de importaciones y que defienda la producción local con una distribución justa de sus beneficios y responsabilidades. Al conocer los recursos y las necesidades locales, y siendo las instancias gubernamentales más cercanas a las realidades viscerales de la ciudadanía, los municipios tienen la oportunidad de planificar la inversión estratégica, de servir de intermediarios entre el pueblo, el empresariado local y el capital foráneo que ejerce funciones económicas importantes, y de identificar el gran caudal de recursos humanos que tenemos para facilitar un desarrollo económico descolonizador. Los mercados agrícolas y artesanales, el rescate de edificios abandonados para beneficio de proyectos creativos o de producción de bienes y servicios, incubadoras de empresas comunitarias, programas municipales para el rescate y la transferencia de conocimientos, tecnologías y oficios, o procesos de sucesión planificada para grandes empresas transnacionales que decidan mudar sus operaciones se presentan como oportunidades para impulsar un proyecto de descolonización económica facilitado por los municipios.
Educación liberadora
Proponemos una democracia participativa, protagónica y crítica. La Resolución 1541 de la ONU establece que el proceso de descolonización requiere que la decisión la tome un pueblo que haya «alcanzado un estado avanzado de autonomía y [posea] instituciones políticas libres, de modo que sus pueblos estén en condiciones de decidir, en forma responsable, con conocimiento de causa…». Asimismo, la Resolución 743 señala que uno de los objetivos de la enseñanza en los territorios coloniales es poner a nuestros pueblos «en condiciones para que tengan una participación cada vez mayor en la dirección de sus propios asuntos». Estos conceptos implican que la educación necesaria para un proceso de descolonización no puede limitarse a campañas competitivas de grupos particulares y que la educación en la sociedad no se limita únicamente al desarrollo individual.
¿Qué significa el colonialismo? ¿Cómo se perpetúa? ¿Cuáles son nuestros derechos humanos, naturales y constitucionales? ¿Cuáles son las realidades materiales de la relación colonial? ¿Cuál es el futuro que queremos y cuáles deben ser los cambios en nuestra relación con EE. UU. para que podamos alcanzarlo? ¿Qué ejemplos nos ofrecen otros países y otros procesos de descolonización? Esas son algunas preguntas que deben estar en el centro del proyecto educativo. Las instancias de gobierno que saben dónde está la gente, que están más cercanas a los problemas de las personas, y que tienen más acceso a las organizaciones comunitarias, son las que tienen mayor capacidad para generar esos espacios de reflexión crítica necesarios para desarrollar ese “conocimiento de causa” sobre la descolonización y facilitar que la población tenga «una participación cada vez mayor en la dirección de sus propios asuntos».
Independientemente de nuestras preferencias de estatus, podemos trabajar todxs hacia el desarrollo de un proyecto descolonizador que efectivamente nos ayude a superar las relaciones coloniales de poder. Nos toca explicar cómo, por ejemplo, el rescate de nuestras instituciones educativas puede ser una forma inmediata de adelantar la descolonización, o cómo, por ejemplo, la reconstrucción de nuestro sistema de salud tiene que ser, a su vez, una reconstrucción decolonial. El intento de limitar la descolonización a un suceso dentro del tradicional debate de estatus limita enormemente nuestras posibilidades de trabajo común y desvirtúa nuestra lucha como pueblo contra el colonialismo. La descolonización es algo mucho más abarcador que nos abre las puertas a una infinidad de posibles acuerdos y trabajos en común entre todos los sectores, especialmente a nivel local. La construcción de soberanía desde las bases comunitarias nos permite asumir la responsabilidad sobre un proyecto histórico que nos incluya a todxs. Nos permite comenzar hoy, terminando la eterna espera.
Sobre Javier Smith Torres
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