La culpa como discurso de odio

La culpa como discurso de odio
Se necesita llamar la atención con fuerza sobre estos temas para crear conciencia y que sean atendidos de forma efectiva.

Hace unos días hablaba con mi hija sobre una publicación en redes que decía: “¿Y si la cura del cáncer está atrapada en la mente de quien no puede pagar sus estudios?”. Nos llamó la atención porque la pregunta produjo reacciones distintas en cada una, cosa rara porque usualmente coincidimos en estos temas.

Ella reflexionó sobre el secuestro de las aseguradoras al sistema de salud y cómo se benefician las farmacéuticas dejando que permanezcamos enfermas. Su teoría es que la cura del cáncer ya se inventó y la tienen escondida en algún laboratorio. Suena descabellado, pero no tanto. Mi reflexión se trasladó a una campaña anti aborto que leí hace un tiempo. Intentaban evocar sentimientos de culpa con imágenes de fetos que decían algo como: “¡Mamá no me mates, quiero ser médico!” Empato ambas preguntas porque las veo totalmente relacionadas. Las campañas anti aborto centran sus señalamientos a responsabilizar a la mujer y sus decisiones pero, ¿qué hay de la responsabilidad colectiva?, ¿por qué pretenden una desconexión de nuestro entorno social y político a la hora de hablar de este tema? Pienso que quienes apoyan estas campañas fundamentan sus ideas en valores estrictamente religiosos sin otras consideraciones. No existe una reflexión profunda sobre el tema, peor aún, se proyectan como campañas de odio y discrimen.

El derecho que asiste a las personas gestantes a decidir terminar con un embarazo va de la mano con las realidades sociales. No se aborta por capricho ni por maldad. Basta con mirar a nuestro al rededor para darnos cuenta de lo difícil que es mantener una familia en este país. Tanto parir como no parir son decisiones difíciles, requieren la evaluación de diversos factores que no necesariamente están en total control de cada persona. En la mayoría de los casos el factor económico es el de mayor peso, no es para menos. Según los datos del último censo, Puerto Rico aumentó su nivel de pobreza en las familias de un 36.7% a un 38.8% en tan solo un año. Dentro esta evaluación cabe la incertidumbre por la inestabilidad laboral, los bajos salarios, los horarios de cuidos y escuelas que no se atemperan a nuestra realidad laboral, entre otros.

Existen organizaciones nacionales e internacionales que estudian el tema con sensibilidad desde muchas perspectivas elaborando propuestas de planes de acción y política pública. Lo que hace falta es voluntad gubernamental para al menos considerarlas, cosa que no ocurre. Se necesita llamar la atención con fuerza sobre estos temas para crear conciencia y que sean atendidos de forma efectiva. Por eso, muchos de estos grupos hacen visible el tema del aborto con manifestaciones masivas en lugares públicos.

Es el caso del pasado jueves 28 de septiembre cuando se conmemoraba el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. La campaña del llamado 28S lleva más de 20 años en nuestra región y ha tenido expansión a nivel global desde el año 2011.

Este año las compañeras de Aborto Libre Puerto Rico, junto a otros grupos que defienden el aborto como un derecho humano, citaron a una concentración frente a la torre norte de la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras. Una gran marea verde inundó la Avenida Universidad defendiendo ese derecho que está vigente, al menos en Puerto Rico. ¿Por qué allí? Porque nuestra universidad pública, la que defendemos, es el espacio donde se provoca la reflexión y el análisis crítico sobre el país. Es donde se gestan las ideas que promueven cambios sociales atemperadas a los tiempos.

Quienes trabajamos en sectores que abogamos por la justicia social, sabemos que los derechos del pueblo se consiguen a base de organización y lucha y que las victorias en la ampliación de ellos ha sido gracias a la constante visibilización de los reclamos.

En tiempos donde tratan de arrebatarnos todo, debemos continuar con paso firme y unidas defendiendo el derecho libertario de decidir sobre nuestros cuerpos. Que cada persona gestante no sienta el mínimo sentido de culpabilidad por tener que tomar la decisión de practicarse un aborto. Las campañas de rencor siempre van a existir, pero nuestro amor, unidad y resistencia son más fuertes que el odio.


Sobre Karen De León Otaño
Karen De León Otaño


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