Como parte de los intentos de expropiación en las comunidades especiales en Guaynabo varios ciudadanos aseguraron haber recibido ofertas por parte del Municipio para ser trasladados de sus propiedades hasta apartamentos tipo “walkups”. A otros le han ofrecido dinero a cambio de ser desalojados. Algunos sectores han sido desplazados “indiscretamente de sus hogares” como es el caso de Edgar Bonilla, vecino de la comunidad Juan Domingo.

Para el 2007, el alcalde del municipio, Héctor O’Neil, comenzó un plan de construcción de interés social en colindancia con la casa de Bonilla. Se construyeron alrededor de veinte viviendas sin el consentimiento de los que allí ya residían. Uno de esos días de construcción, mientras Bonilla salía de darse una ducha, el cuarto de baño de su casa se desplomó, dejando su casa completamente inhabitable.

Ya van ocho años de la situación y Edgar no tuvo otra opción que mudarse a la casa de su mamá junto a su esposa embarazada y su hijo. El Municipio aun no ha tomado cartas en el asunto ya que esta comunidad se encuentra “bajo la zona de expropiación”.

Muy parecido es el caso de Edwin Rolón, quien lleva 32 años siendo parte de la comunidad de Vietnam y no ha conseguido inscribir su casa.

“A nuestra propiedad no la quisieron inscribir porque supuestamente esa comunidad se iba y no nos dieron el título de propiedad. Los papeles los tuvimos que recuperar porque los estaban desapareciendo y no iban a inscribir más casas. Desde el 2004 se están tratando de hacer los papeleos ya que en el registro de la propiedad no me quieren dar papeles por que dicen que la comunidad se va a ir”, señaló Rolón en entrevista con PRTQ.

Wilfredo López lleva más de 25 años dándole servicio a la comunidad de Sabana con su bar llamado La Peseta. Desde que expropiaron “como a veinte casas del área de Vietnam”, las ventas de su negocio han ido en picada.

“Mi negocio ha ido cuesta abajo. Las ventas han bajado un 75 por ciento. Hace diez años atrás los tiempos estaban buenos. Antes vendía sobre $12,000 mensuales. Ahora vendo de $2,000 a $3,000 mensual”, apuntó López.

Al igual que Edgar y Edwin, el propietario del bar La Peseta ha sido testigo de los desplazos indiscretos que se están dando en las comunidades especiales. López alegó que el municipio no está otorgando permisos de negocios por que parte de estas comunidades serán expropiadas.

Por su parte, Carlos Cordero y su esposa Josefina González tienen más de 45 años de conocer y vivir en la comunidad de Vietnam.

Josefina fue una de las manos que construyó, entre el mogote y el fango, parte de la calle que existe para poder llegar hasta su propiedad. La pareja de casados cuentan con un huerto casero en su terreno donde siembran calabaza, piña, café, plátano y coco. Luego, las cosechas son para su propio consumo.

A pesar de la labor de los residentes en construir, embellecer y mantener vivas a las comunidades especiales, el municipio de Guaynabo continúa con su propuesta turística justo en el espacio donde viven cientos de personas de escasos recursos.

“Él quiere meternos en uno de esos cajones que tiene ahí. Esta casa es un mundo y está sembrada…Allí [en Vietnam] yo me encuentro muy feliz. No quiero chavos. Yo quiero estar en mi casa. En la que tengo ahora”, apuntó decidida Josefina.

Sobre Némesis Mora Pérez

Periodista y maestra. Posee una maestría en Periodismo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Obtuvo un bachillerato en Comunicación Tele-Radial en la Universidad de Puerto Rico