Incrementa el hambre mientras se desechan libras de comida
En Puerto Rico los sistemas de relleno sanitario, mejor conocidos como vertederos, ocupan en su mayoría lugares sensitivos ecológicamente. Los vertederos ya no dan para más. Los costos por el recogido y el transporte de los desperdicios sólidos son sumamente altos. La descomposición de los alimentos que llegan a los vertederos posiblemente genera gases de invernadero, contribuyentes al cambio climático. El escenario perfecto sería que todos los alimentos que desechan los supermercados en la Isla y que todavía pueden ser ingeridos por un ser humano, no fueran a parar a los vertederos. El generador, es decir, el supermercado, se ahorraría los costos de recogido y de transporte de su desecho, no colaboraría al cambio climático, se extendería la vida útil del vertedero. Pero más que nada y por encima de todo, miles de personas necesitadas podrían alimentarse con aquello que en el supermercado se le llama desecho, pero no lo es: es comida, es vida.
A diario, en el Banco de Alimentos de Puerto Rico, se reciben una veintena de llamadas de personas con hambre.
Suena el timbre del teléfono. “Hola. Soy Juan. Me quedé sin trabajo, estoy enfermo y no tengo qué comer”.
Esa es la dura realidad, en Puerto Rico hay hambre, aunque muchos no lo puedan ver.
La directora ejecutiva del Banco de Alimentos, Ivonne Bernard Rivera y la coordinadora de donaciones, Melissa Vélez, estiman que al día de hoy la organización sin fines de lucro distribuye 2.5 millones de libras en alimentos a entidades necesitadas. Al momento, esa cantidad proviene de donaciones de WalMart, Sams, Amigo, Pueblo, FamCoop y las farmacias CVS y Walgreens.
PRTQ – Ivonne, no me mencionas otras muchas cadenas de supermercados en Puerto Rico que podrían convertirse en donantes. ¿Se reconoce que hay hambre en Puerto Rico? ¿Cuántas libras de alimentos podrían distribuirse a los más necesitados si esos otros supermercados se aliaran con el Banco?
“Si se sumaran más cadenas de supermercados estimamos que llegaríamos a las seis millones de libras anualmente. Entiendo que aún falta reconocimiento de que en Puerto Rico hay mucha gente necesitada y con hambre. Uno de los ejemplos recientes fue cuando el cierre del gobierno federal. Muchas de las personas afectadas por el cierre eran el único sustento en sus hogares. Recibimos muchísimas llamadas y les orientamos y los dirigimos a las entidades que tenían que acercarse y que reciben los alimentos que nosotros distribuimos. El hambre es visible, lo que sucede es que muchos tienen gafas oscuras y no les permiten ver”, subrayó Ivonne.
Los deshechos ocurren por varias razones: regulaciones por fecha de caducidad, errores cosméticos en la rotulación del empaque, descontinuación súbita de productos o líneas, excedentes en producción, desperfectos o empaques abollados, entre otras.
A Melissa también se le hace difícil entender por qué las donaciones no son mayores. “Aquí nos beneficiamos”, explica, “tanto el Banco como el supermercado. Nuestros camiones de recogido de alimentos cubren toda la Isla y llegan hasta los supermercados o centros de distribución. Llegamos a Vieques y Culebra. Ahí está el primer ahorro para el supermercado. El comercio entonces es reconocido por los demás por su responsabilidad social. Además las donaciones se pueden deducir de las planillas. Nosotros le certificamos cuánto donó”.
Pero, ¿cómo funciona el Banco?
A diario salen los camiones del Banco a buscar los alimentos donados. Lo que llega a las instalaciones del Banco, en Hato Tejas, se contabiliza, se pesa y se examina la vida útil. A veces se devuelve el producto, si no cumple con las características que aseguran que estén aptas para consumo. Estas características son establecidas por Feeding America, organización a la que está adscrito el Banco. Luego, los alimentos se colocan en góndolas, en una especie de tienda y hasta allí llegan las más de 450 organizaciones sin fines de lucro que distribuyen los alimentos.
El Banco no da alimentos directamente a los individuos, sino que más bien refiere a los ciudadanos a acudir o llamar a las organizaciones de su jurisdicción o se ajusten a su perfil. Es entonces la organización la que hace una verificación del ciudadano para determinar la necesidad real del alimento.
“Aquí todos los alimentos son verificados y lo que se entrega a las organizaciones es apto para consumo. No distribuimos comida que no se pueda ingerir”, recalcó Bernard.
Las organizaciones que reciben las donaciones de alimentos atienden una variedad de público. Estas incluyen programas de horario extendido en las escuelas, mascotas, compras de emergencias, cuidado de niños, rehabilitación, centros de cuido a ancianos, desastres, albergues de personas con VIH, servicios para discapacitados, servicios múltiples, personas sin hogar y albergues para niños.
El rostro infantil del hambre
De acuerdo al Censo del 2010, un total de 545,485 niños y niñas viven en familias que se encuentran debajo del nivel de pobreza, es decir el 56 por ciento de los menores de edad en Puerto Rico. Este número se refleja en las escuelas cuando los maestros y encargados de la enseñanza se percatan que hay estudiantes que los viernes se comen “todo lo que le den para abastecerse y durar en el fin de semana y los lunes llegan con un hambre feroz”, como precisó Melissa.
“Para atender esa población de niños y niñas que por una u otra situación relacionada a su entorno familiar, pasan hambre en el fin de semana, hemos creado el Programa La Mochila Alegre. Al momento tenemos 575 menores de edad que reciben la mochila los viernes llena de alimentos y la devuelven el lunes vacía. Reciben la mochila los 52 fines de semana del año. Si hay hermanitos, también se les provee alimentos para compartir”, detalló Melissa.
Es el trabajador social de la escuela el que identifica la necesidad y hace el referido al Banco. En la mochila se le colocan al niño o niña cereales, barras y bebidas nutricionales, salchichas, entre otra comida fácil para su consumo.
El Programa Mochila Alegre tiene centros en Carolina, Salinas, Fajardo, Barranquitas, Arroyo, Peñuelas, Lares, Morovis, Cabo Rojo, Juana Díaz, Cataño, Las Piedras, Jayuya, Guaynabo, Vega Alta y Aguada.
Que Nadie Se Quede Sin Comer
Durante el mes de septiembre el Banco de Alimentos venderá camisas con el mensaje “Que Nadie Se Quede Sin Comer”. Las mismas tienen un costo de $10 y el dinero recaudado va a las operaciones del Banco.
Sobre Sara Justicia Doll
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