Historias policiacas para la esperanza

Historias policiacas para la esperanza

ASESINATO-FAMILIA-12

Estoy participando en la conferencia anual del National Association of Civilian Oversight of Law Enforcement (NACOLE) junto a otras compañeras del Grupo Comunitario de Trabajo de la Reforma de la Policía. Y quiero compartir algunos momentos especiales que no solo nos están enseñando a andar por el campo minado de las reformas de la Policía sino que también nos dan esperanzas de que otra Policía de Puerto Rico es posible.

¿Se puede convivir digna, solidariamente, con la Policía? ¿Se puede trabajar y mejorar la comunidad junto a ellos?

No es fácil. Como en Puerto Rico, en Estados Unidos también han sido muchas las violaciones de derechos de personas marginadas, el uso excesivo de la fuerza, la fabricación de casos, la corrupción, el abuso de poder. Los resentimientos de estas comunidades son históricos y bien fundados. Sin embargo, existen experiencias donde la gente y la Policía han podido reconstruir sus relaciones con buena voluntad, respeto y sentido de propósito.

Ese es el caso de Watts, una comunidad pobre en el sur de Los Ángeles donde jóvenes negros estaban muriendo a manos de la Policía. La gente y la Uniformada “vivían en una guerra”, coincidieron los líderes comunitarios Donny Joubert y Alfred Lomas. Existía cero comunicación, cero confianza, cero esperanza.

Sin embargo, Joubert decidió que había que comenzar a exigirle cuentas a la Policía. Y acudió al cuartel. Atravesar esa línea nada más requirió de mucho coraje y determinación pues, como él mismo cuenta, su comunidad no estaba de acuerdo con lo que hacía. Sentarse a hablar con la Policía no era aceptable entre los suyos. Sin embargo, como él era un líder respetado, mucha gente toleró aquella gestión y se propuso observar lo que pasaba.

Lo que pasó fue que se encontró con Phil Tingirides, un jefe de la Policía que, poco a poco, empezó a entender la ira de aquella comunidad. Y “porque la propia gente lo estaba pidiendo” tuvo voluntad para poner en marcha el famoso y a veces manoseado concepto de policía comunitaria.

Tampoco fue fácil para él. “Joubert me lo dijo claramente”, contó el Comandante Tingirides. “’Aquí voy a tener problemas yo en la comunidad por tratar de trabajar contigo. Pero tú te vas a encontrar con los mismos problemas dentro del cuartel por intentar hacer lo mismo conmigo’”.

Ray Bercini, detective de Los Ángeles y cómplice de Joubert y de Tingirides en este experimento, también formó parte del panel ayer y recordó: “Hemos estado en reuniones donde la gente nos ha dicho en la cara: ‘Ustedes son unos asesinos. Están matando a nuestra gente’”, contaba. “Yo nunca he matado a nadie. Pero en ese momento usted tiene que ponerse su piel gruesa y quedarse en la mesa.Y decir, ‘¿sabes qué? Te entiendo’. No puedo tomarlo como algo personal porque tengo trabajo que hacer. Y la reunión no irá a ninguna parte si lo tomo como se espera que lo tome”.

Las relaciones toman tiempo, coinciden los policías. “Y esto es una relación”.  Llevan ya unos 7 años colaborando y, semanalmente, la Policía y la comunidad se reúnen en un salón con paredes de cristal para solucionar todo tipo de problemas que confronta la comunidad. Desde asuntos de seguridad en las escuelas, problemas de vecinos, mejoramiento de la calidad de vida, todo.

Uno de los elementos cruciales para el éxito de una gestión comunitaria como esta es involucrarse genuinamente con esa comunidad, contaba  el moderador, fundador del Brian Center. Hay policías que dicen involucrarse con la comunidad cuando lo que hacen es establecer relaciones con el pastor de una iglesia, con los miembros de los consejos vecinales de seguridad que responden a la Policía y tal vez con algún pequeño comerciante. Involucrarse con la comunidad es lograr establecer lazos auténticos con la gente que más te incomoda y a la que más le incomodas tú también coom policía.

“La diferencia de hoy y hace cinco años, es que los homicidios han disminuido en un 14%”, explicó Tingirides con orgullo. Hay mucho que hacer porque eso todavía no es suficiente pero los teléfonos están sonando. La gente está llamando para colaborar en los esclarecimientos porque existe comunicación y colaboración entre la comunidad y la Policía”.

Dicen que criar un niño es un trabajo de toda una tribu, recuerda Lomas. “Aquí es así. Es exactamente lo mismo”.

*Este texto fue publicado originalmente en el Blog de Espacios Abiertos. La autora es Directora de Proyectos en dicha organización. 


Sobre Mari Mari Narváez
Mari Mari Narváez

Periodista, guionista, columnista, publicista, productora. Es coautora de <em>Fuera del quicio</em> (Aguilar, 2007) y <em>Palabras en libertad: entrevistas a los ex-prisioneros políticos puertorriqu


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