Diego tiene dos trabajos para sobrevivir y poder continuar su carrera universitaria en el Departamento de Química de la Universidad de Puerto Rico en Cayey.

Su historia causa dos sentimientos que en ocasiones son contradictorios: inspiración e indignación. Son precisamente esos sentimientos los que mueven la campaña Hijos de Borinquen, la cual busca visibilizar el tema de la pobreza en la niñez y juventud puertorriqueña en el marco de la próximas elecciones de noviembre.

A continuación, las vivencias de Diego:

Son las 5:00am, me levanto para hacer ejercicio, unos días en el barrio y otros días bajo a la pista de Aguas Buenas. Hoy corrí por mi barrio. Ya a eso de las 6:30am estoy regresando a mi casa, me preparo el desayuno, me siento a comerme una avena y así doy comienzo a mi día cargando la computadora y verificando que haya internet para mis clases. 

Me doy un baño tempranito y a las 8:00am comienzo mi clase de inglés donde se refuerzan mis “comunication skills”. Para prepararme mejor ante un mercado laboral contraído y de pocas oportunidades, debo reforzar mis destrezas en inglés. Luego de eso, comienza a las 9:00am mi clase de química orgánica (apretando ya el día y pensando en cuántas mascarillas me quedan porque hoy  es el examen departamental de 6:30 a 8:30 de la noche). 

Al finalizar la clase, en la que respondieron nuestras dudas y dieron un breve repaso, llegan las 10:00am, la hora universal (pero en realidad es mi hora de despegarme de la computadora e ir al baño o comerme algo). Merendé y ya a las 11:00am estaba de regreso. Tengo clase del ROTC y es que me metí a ese programa buscando otras alternativas respecto a un trabajo fijo y oportunidades. Ahora mismo estamos aprendiendo técnicas de saludar y  leer mapas.

De 12:30 a 2pm tomé  Cálculo 1, a las  2:00pm tenía que entrar a biología hasta las 3:30pm. Pero eso no fue lo que hice. La verdad es que tuve que dejar la clase de matemáticas a mitad porque tenía que ir a entregar resumés. Lo sé, tengo bien claro que debo darle prioridad a mis estudios, pero también necesito un trabajo estable para cumplir con las necesidades de mi hogar y comprar lo necesario para mis estudios. Sin trabajo no puedo pagar internet para estudiar. Y la verdad es que fructífero, pues ya me llamaron para una entrevista.

Ahora mismo tengo un “trabajo” de 4-7pm algunos días. Soy AmeriCorps Vista en una organización. Es como un tipo de voluntariado que conlleva un estipendio. Si cumplo con 25 horas semanales, cada dos semanas me llega un cheque de $216. Eso es como $4 y pico la hora. Algunas semanas me salen chivitos dando tutorías online a niños y por eso cobro $10 la sesión. Pero no es seguro, la semana pasada solo logré dar una. Este próximo mes termino mi año de servicio en la organización y cualifico para una beca de estudios. Así que tengo mucha presión por conseguir un empleo fijo. 

Entre las 7 y 8pm, me baño a cubito porque no tengo agua. Ahora hay un problema con la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados   el barrio Cagüitas del pueblo de Aguas Buenas. Cuando terminé, comí Church’s que mami trajo a mediodía porque como no hay agua desde por la mañana, no podemos cocinar. Cuando termino, me pongo a estudiar lo más que pueda y adelanto trabajos de la universidad para luego acostarme a dormir. 

Este es mi día a día. A mi edad he cultivado unas experiencias que me han hecho crecer significativamente. Desde un hogar inestable por situaciones financieras, la muerte de un ser querido tan cercano como tu padre, e inclusive, como ya leyeron, trabajando para poder estudiar. Así he vivido durante esta corta, pero empinada trayectoria de vida. Me reconforta pero a la vez me hace lamentar, ya que no soy el único que ha vivido bajo estas condiciones. En Puerto Rico hay personas que le ha tocado vivir mayores retos de los que he enfrentado. Se que hay jóvenes que aunque trabajen, se les hace imposible costear sus metas académicas. Conozco familias que se han quedado sin un hogar ni un plato de comida.

 La pobreza es real y no siempre viene disfrazada como la pintan. Ser pobre no solo quiere decir que te estás muriendo de hambre. Los pobres sabemos lo que es que en tu hogar han tenido que racionar la comida para poder pagar la luz. Ser pobre no quiere decir que solo andes sin ropa por la calle, pero sí tener que utilizar los zapatos rotos hasta que llegue el día 15. Ser pobre no siempre quiere decir que seas “un/una analfabeta”, pero sí es no tener las mejores destrezas académicas porque tus padres no pudieron costear una educación de calidad. Ser pobre no quiere decir que no puedas ir a un restaurante, pero sí lo es cuando en vez de ir por un plato de comida vas solo para trabajar bajo el salario mínimo. 

Ser pobre es esto y mucho más. Por más diferente que parezcamos,  a todos nos une una cosa: ser puertorriqueños y llevar en alto este orgullo. Yo soy un Hijo de Borinquen porque soy perseverante bajo este sistema corrupto. Porque he aprendido a hacer valer mis derechos como ciudadano. Porque me considero defensor de los derechos de jóvenes y niños de este país. Porque nunca me he rendido por más difícil que se ponga el camino. Porque yo quiero un verdadero cambio en Puerto Rico. Te exhorto a que si, como yo, has vivido experiencias / te han hecho más fuerte, apoyes nuestra campaña para  mejorar las condiciones de vida en que vivimos. Por ti, por mi, por nosotros y por nuestro Borinquen,  #UneteAlCambio

*Nota – Esta publicación es producto de una alianza entre Puerto Rico Te Quiero y la campaña Hijos de Borinquen. Semanalmente se publican las vivencias de integrantes de dicha campaña. Esta es la quinta de ocho crónicas. 

Sobre Diego Martínez