Hemos cambiado

Hemos cambiado

 

Cuando algunos insisten en que nuestro país está en el mismo lugar que hace decenas de años se equivocan. Pasa que los cambios son lentos, dolorosos e imperceptibles, pero ocurren y si prestamos atención… los vemos. No somos los mismos de hace veinte años, por escoger un número. Ni siquiera somos los mismos de ayer.

Vamos a saltarnos los cambios que afectan nuestra existencia de forma individual, los nacimientos, muertes, conquistas, logros, decepciones y tristezas entre muchas circunstancias que nos obligan a movernos, a dejar ese lugar cómodo donde nos encontramos para mojarnos en ese torbellino que es la vida misma.

Pero además de sujeto somos parte de un plural que se llama patria. Esa que te identifica, que te diferencia en la multitud global. Hubo un gobernador de Puerto Rico que afirmó en su delirio que lo nuestro no se podía llamar nación, éramos algo así como un peñón en medio del mar repleto de personas. Como él hay muchos que miran al norte cuando hablan de su nación. Son los mismos que se refieren a esta Isla como su patria haciendo una diferenciación entre lo que los identifica como persona y con lo que ellos se identifican políticamente. Pertenecer a la nación es su máxima aspiración. La patria es el sentimiento que no pueden negar, como esa mancha de plátano de la que tantos presumimos.

Esa es su gran contradicción, no existe una sin la otra. Una es donde plantamos bandera, caminamos firme y reclamamos derechos para tener poder y libertad. La otra es la que llevamos en el ADN, esa que te provoca orgullo cuando uno de los nuestros tiene éxito en el exterior, la que se agita con la camiseta del baloncelista, la que te da sentido de pertenencia. Esa que poco a poco se hace más grande y añorada en la distancia. La que a servido de escudo a nuestro idioma y nuestra cultura en todos estos años de coloniaje.

Ese sentimiento patrio es el que nos permite indignarnos ante los atropellos de quienes nos han gobernado. Las tragedias nos han hecho más fuertes, cada pérdida humana, cada ráfaga de viento, cada temblor de tierra, cada acto de corrupción revelado es una afirmación de cambio. Hoy somos diferentes, el verano de 2019 fue resultado de esa metamorfosis.

Somos menos tolerantes con los desmanes de quienes nos gobiernan. Somos exigentes. La ráfaga de promesas que nos disparan en sus campañas políticas no nos satisfacen porque queremos certezas, no promesas vacías.

Desde Heráclito a Drexler se ha proclamado que estamos en continuo cambio y sin duda que hemos cambiado, el sufrimiento nos ha hecho más fuertes. Tal vez no podamos alardear de ello en este momento, pero quienes escriban nuestra historia hablarán de esos cambios que ahora sólo son destellos.


Sobre Daisy Sánchez
Daisy Sánchez

Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?


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