Forjando un buen porvenir para la juventud
En el marco de la llamada deserción escolar en Puerto Rico, varias entidades de la Isla se han dado a la tarea de atacar la situación desde diferentes ángulos. En el caso de la entidad sin fines de lucro, Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo (JPRR), la problemática está arraigada en múltiples factores externos que sentaron las bases para fundar una organización que buscaba, “llegar a jóvenes que estuvieran en riesgo de irse de las escuelas, y retomar los riesgos que son buenos y necesarios para vivir”.
Según explicó Maribel Caro, gerente del voluntariado de la entidad, “sin riesgos, no se puede vivir”. Sin embargo, la política que asumió la entidad desde su fundación en 1998 -y la que lleva desarrollando en todos estos años- es la de encarar el problema desde el individuo. Desde aquellos quienes sienten estar en riesgo de abandonar la escuela para perseguir u obedecer los intereses predispuestos o las presiones de su entorno social.
Para la entidad, que ofrece servicios de apoyo académico, talleres de desarrollo personal y diversos programas de mentoría entre jóvenes y adultos, la filosofía de servicio se encuentra en la disposición de los jóvenes que deseen participar del programa que dura alrededor de nueve meses.
“Los jóvenes que reclutamos vienen por voluntad, no por obligación. Nosotros vamos a las escuelas, hablamos con los que creemos que tienen posibilidades de desertar (la escuela), les explicamos el programa y les damos un papel con nuestro número de teléfono que dice que, si desean participar del programa, tienen hasta la medianoche para llamar a las oficinas y confirmar su participación”, señaló Lymaris Vázquez, directora ejecutiva de JPRR.
La líder sostuvo que el aspecto voluntario ha jugado un rol crucial en el desenvolvimiento de los estudiantes porque, “para muchos es la primera vez que toman decisiones sin influencias, está totalmente en ellos aceptar o rechazar”.
En el caso de que el número de jóvenes interesados exceda el límite de los que pueden atender, la administración se debe enfrentar a la difícil tarea de seleccionar entre los jóvenes candidatos.
Muchos de estos jóvenes que se encuentran en la complicada encrucijada de continuar o abandonar los estudios, viven también en condiciones sociales precarias. Según Maribel Caro, una gran porción de los jóvenes que les son referidos por las escuelas “tienen muchas cosas peores de qué preocuparse”, por lo que la educación ya no se percibe como una prioridad si tienen que lidiar con violencia en las casas, familiares encarcelados, presiones económicas, fallecimiento de padres e incluso haber presenciado asesinatos de primera mano.
Estudios de la entidad indican que algunos de estos jóvenes han considerado o intentado el suicidio, o recurrido a la mutilación, y en ocasiones, buscan consuelo y orientación en las iglesias.
“Lo más difícil del trabajo es romper con el esquema que ellos llevan viviendo rutinariamente por los últimos quince años. Cuando empiezan a vivir la mejor versión de ellos mismos es porque se sienten merecedores de tener gente que les importa”, detalló Caro, quien abundó que el proyecto cumbre de JPRR se enfoca en jóvenes de décimo y undécimo grado, los más próximos a completar la escuela secundaria.
Despertando talentos
La receta idónea que han perfeccionado en el transcurso de dos décadas, ha consistido en despertar talentos que “están escondidos bajo tantas capas y muros que estos jóvenes han construido como mecanismo de defensa”, reaccionó la directora, Lymaris Vázquez. El mero hecho de referirse de forma positiva, alentadora y conciliadora hacia los jóvenes ha resultado en esfuerzos mayores de parte de ellos quienes poco a poco comienzan a visualizar que son perfectamente capaces de labrarse un futuro.
Vázquez informó que su entidad no descarta “la idea de trabajar con estudiantes de escuelas privadas”, donde también hay estudiantes en riesgo de abandonar la escuela debido a presiones familiares, desinterés o abandono de parte de los padres, entre otras razones.
La labor de Jóvenes de Puerto Rico en Riesgo ha rendido frutos extraordinarios: el 70 por ciento de los estudiantes egresados del programa continúan estudios postsecundarios y el 95 por ciento completa su escuela superior y “no entran en contacto con el sistema de justicia juvenil a pesar de haber llegado con un pronóstico social muy pobre”, según se informa.
La entidad ha sido certificada además por “Práctica Basada en Evidencia”, comprobándose que los/las participantes “logran cambios estadísticamente significativos en los renglones de autocontrol, autoestima, autoeficacia y mejoramiento de las relaciones familiares; los cuales son elementos claves para asegurar el desarrollo positivo de la juventud”.
La oferta de servicios profesionales de la entidad no se limita a jóvenes del área metropolitana, y uno de los factores que más ha contribuido a la expansión a otras latitudes de Puerto Rico fue la implementación del programa de mentores. El preparar y recibir mentores de diferentes coordenadas de la Isla, cimentó nuevas oportunidades para que más jóvenes tengan acceso a los recursos y los programas de JPRR.
El programa piloto de la entidad tuvo sede en el residencial Las Margaritas de la comunidad Cantera y posteriormente se expandió a Puerta de Tierra y al residencial Manuel A. Pérez en el Barrio San José. Mediante la ramificación de contactos alrededor de la Isla, JPRR logró asentarse en varios municipios como Aguadilla, Naguabo y Juncos.
De cara a la educación universitaria
Las estadísticas de admisión al sistema universitario público de Puerto Rico indican que la mayoría de los jóvenes provenientes de escuelas públicas que deseen proseguir estudios están propensos a no formar parte del grupo de admitidos.
Según un estudio de la Fundación Francisco Carvajal sobre la democratización del conocimiento y la educación en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), “si comparamos, por ejemplo, las poblaciones preuniversitarias (grado 12) en escuelas públicas y privadas, notamos que cerca del 80% de la población total está matriculada en escuela pública, mientras que cerca del 20% está matriculada en privada. Sin embargo, la distribución en el primer año dentro del sistema UPR cambia: cerca del 40% de la clase entrante proviene de escuela privada, comparado con 60% de escuela pública”, sostiene la investigación.
Esta situación tiende a reforzar un prejuicio en los jóvenes prospectos a la vida universitaria: “para qué voy a solicitar si sé que no me van coger”, según afirmó Caro, quien insiste que hay que trabajar con la autoestima de esta población que tanto lo necesita y que lamentablemente las universidades no facilitan la vía para asegurar su futuro.
Caro y Vázquez agradecen el apoyo incondicional que han recibido de tantos jóvenes y mentores cuya participación en JPRR marcó una nueva etapa en sus vidas. A todos los que “hacen que este trabajo valga la pena”.
Para más información sobre la entidad pueden acceder la página: http://jovenesenriesgo.org/ o llamar al 787- 753-5541.
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