Un día le contaré a mis nietos que una vez sopló sobre nuestra isla un viento mortífero que al retirarse dejó los techos de las casas pintados de azul y lo que era verde lo tiñó de marrón mustio.

Cuando todos salimos de nuestras casas descubrimos que vivíamos en el pasado porque las lluvias apocalípticas que trajo el viento borró en seis horas una visión de prosperidad que nunca existió y descubrimos con horror que faltaban cuatro mil de los nuestros pero nadie nos creía y para afirmar su existencia dejamos sus zapatos frente al mar como evidencia de que un día caminaron entre nosotros.

También les contaré que la tierra tembló por mil setecientos días pero dejamos de sentirlo porque nos volvimos a ocultar huyendo de un ser invisible que se comía nuestros pulmones.

Así nos olvidamos los unos de los otros y dejamos de abrazarnos y besarnos por años hasta que el sonido punzante que regía nuestro sueño dejó de sonar. Y volvimos a salir de nuestras casas.

Poco a poco pudimos separar los brazos del cuerpo. Los sonidos guturales se volvieron palabras y pudimos hablarnos.

Pero volvió el viento africano y cubrió nuestra isla con una nube de arena que no nos permitía vernos y volvimos a ocultarnos. En el exterior sólo quedaron los seres de corazón putrefacto que regían nuestros destinos y disfrutaban de todo lo que se nos negaba porque para ellos no existíamos. Y mis nietos me mirarán con ternura y pensarán que su abuelita esta delirando y me dirán con cariño —Abuelita, esto no es Macando y tú no eres García Márquez.

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* La autora inaugura así una columna semanal en PRTQ. Sus colaboraciones pertenecen al género que llamamos “viñetas”, textos breves, puntuales y con chispa… ¡Bienvenida Daisy!

Sobre Daisy Sánchez

Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?