El rey desnudo

El rey desnudo

De todos los cuentos que me leyeron de niña siempre recuerdo El traje nuevo del emperador cuyo origen no está claro pero su fama se la adjudican al escritor danés Hans Christian Andersen. Es una narración que podemos aplicar a todo en nuestras vidas: el trabajo, los amigos, el vecindario, el gobierno y el país. Todo cabe dentro de esta fábula que no por antigua es irrelevante, todo lo contrario.

Trata la historia de este rey que busca un atuendo jamás antes visto, así que dos charlatanes le convencen de que tienen esa tela espectacular que lo destacará como el mejor vestido. De la mentira se hacen cómplices involuntarios todos los que le rodean. El miedo se convierte en el aliado de los timadores y todos en el reino aplauden un ropaje inexistente porque el rey anda desnudo. Es un niño quien advierte de la desnudez del emperador y así queda al descubierto la realidad de todos conocidas y que ya no puede ser oculta. ¡El rey anda desnudo!

¿Acaso no se asemeja esta historia a la de Puerto Rico, donde la corrupción arropa al gobierno que la exhibe con poco empacho y menos bochorno? Ha llegado el momento en que quienes atentan contra los mejores intereses del pueblo no guardan ni las formas. Como dicen por ahí, se mojan y ya no ocultan ni la ropa. Eso se llama impunidad y ocurre cuando el castigo no los alcanza.

Pero ese sentimiento de que “nada me pasará” no surge de la nada. Brotó de la complicidad con las agencias llamadas a ponerles freno, dirigidas por personas que deben mucho a quienes los nombraron, sin contar con la capacidad para ocupar el cargo y aún teniéndola prefieren vender su alma al partido que los puso ahí.

Los ejemplos sobran; una ex Secretaria de Justicia que se niega a recibir un referido porque eso la obligaría a investigar el caso de los almacenes en Ponce, unos fiscales que arrastran los pies y no recurren al poder que la ley les confiere para citar o confiscar el celular a los involucrados en el infame chat de los “boys”. Un candidato a la gobernación que en su momento recurrió a un golpe de estado autoproclamándose por tres días gobernador de Puerto Rico. Ahí tenemos la Oficina de Ética Gubernamental con todo el poder para encausar a los protagonistas del chat pero prefirió no ver un solo delito de sus protagonistas y dar por concluida la pesquisa echando sombras sobre su gestión fiscalizadora.

También están las contratos millonarios a los cercanos, las compras como las de las pruebas del Covid que pusieron en riesgo la vida de toda la ciudadanía, o los sueldos inflados para poder continuar subvencionando la vida de lujos de los que no pueden vivir con más del doble del salario que vive el resto del país. Una legislatura muda, sorda y ciega que maneja el dinero del pueblo como si se tratara del dinero propio y ejerce su poder en contra de quienes los llevaron a esas posiciones.

El descaro de sus actuaciones, el abuso del poder y el espectáculo que montan resguardados detrás de las fuerzas de “ley y orden” prestas siempre a usar la macana, las balas plásticas y los gases lacrimógenos contra los que protesten han generado un sentimiento de impotencia en un país que ve desde su ventana como se cometen estos crímenes en su contra apretando los puños y guardando silencio.

Esa es parte de la agenda inconclusa que nos dejó un verano del 2019 cuando todos vieron “en pelotas” a un gobierno abusador. Tal vez es hora de sacar a ese niño que llevamos dentro y señalar a quienes no merecen nuestra confianza ni apoyo. Vamos a quitarnos la venda y ver que estamos frente a un rey desnudo.


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