Por: Paul Figueroa

Pasó el Día de Reyes, las Octavitas y las SanSe, y así cerramos en Puerto Rico las navidades más largas del mundo, por fin arrancó febrero y volvemos a la normalidad pos-navideña. Sin embargo, para muchas personas, estas navidades fueron menos alegres que en años anteriores. El 2023 empezó igual por la crisis del costo de vida. Nuestro “jolgorio bien por la maceta” está pospuesto hasta nuevo aviso.

En realidad, muchos sentimos los efectos de la crisis económica. La madre que no pudo pagar los regalos que sus hijos querían. La abuela que recibe un ingreso fijo y sufre el aumento del costo de la comida. El hijo que se matricula para el próximo semestre en la UPR con una matrícula más costosa, sabiendo que nunca tendrá el poder adquisitivo que tuvieron sus padres. La familia que recibió una orden de desahucio en plena navidad. Todo esto, en medio del bombardeo de anuncios proclamando la llegada de nuevos fondos federales, fondos que apenas vemos y cuya eficiencia para minimizar las secuelas de la crisis ha sido debatible.

Hay medidas que el gobierno podría tomar para enfrentar la crisis, pero carece de un plan de país para hacerlo, porque para tener un plan de país, primero hay que reconocer que Puerto Rico es un país. Nuestra relación con Washington opera desde la subyugación y a la merced y buena fe del congreso y presidente de turno. Esa relación, que recibe todo lo que se disponen a dar, sin tomar en cuenta nuestra realidad como país, provoca el malgasto de fondos por no saber cómo gastarlos adecuadamente o, peor aún, la corrupción. Desde el 2020, el gobierno ha estado amenazado con perder más de $1,000 millones de Medicaid, $800 millones del Departamento de Familia, y miles de millones más en fondos de recuperación por la pandemia y los huracanes. Si el gobierno tuviera un plan para usar estos fondos adecuadamente, si tuviera una relación con Washington desde la negociación de tú a tú, y con la voluntad de que Puerto Rico pueda ponerse de pie propiamente, se hubiera contrarrestado los efectos de la crisis del costo de vida en estas navidades. En vez de preguntarnos ¿qué haríamos sin los fondos federales? Debemos preguntar, ¿qué hacen con los fondos federales?

Hay otras medidas que el gobierno podría adoptar, como aprobar controles de alquiler, mejor regulación a los hoteles clandestinos, congelar precios de alimentos, cancelar el contrato de LUMA, detener los aumentos en la factura de luz, usar fondos disponibles e infraestructura preexistente para incentivar el uso del transporte público, entre otras. Adaptaciones de estas medidas han sido adoptadas con éxito en Estados Unidos, Canadá, España, Honduras y Barbados. Sin embargo, para tomar estas medidas hay que tener voluntad y soberanía política para hacerlo; nuestro gobierno carece de ambas.  El primer paso para crear un plan de país es creer que lo somos. Ya es hora de ser como los Reyes y seguir una sola estrella para el próximo año disfrutar nuestro alegre jolgorio.

Sobre PRTQ

Todos los textos que se agrupan bajo esta firma son publicados por la redacción de PRTQ en colaboración con organizaciones, amigos o amigas de los movimientos comunitarios.