Crisis y movimientos sociales: ¿Cómo imaginar la transformación social en tiempos de crisis?

Crisis y movimientos sociales: ¿Cómo imaginar la transformación social en tiempos de crisis?


por Liliana Cotto Morales, PhD

Las reflexiones que componen el presente artículo están dirigidas a nosotros, sujetos políticos que nos proponemos transformar las bases de nuestra sociedad. Parte de la convicción de que esta perspectiva de análisis será útil para sopesar los sucesos del Verano Boricua, 2019.

Ningún estudio es inocente. El estudio de las acciones colectivas y los movimientos sociales implica escoger opciones teórico-metodológicas que dirijan de cierta forma nuestras prácticas. Buscamos opciones que permitan abordar y explicar las interacciones entre estas acciones con la política tradicional y con el uso y la recreación de las culturas. Estas interacciones entre la economía, la política y la cultura   son la clave para la democratización de la sociedad que deseamos.

Las acciones colectivas de Puerto Rico no han sido estudiadas sistemáticamente. Esto no cancela su existencia.  Podemos mencionar olas de movimientos durante los setenta, fines de siglo y primera década del siglo 21 que abonaron a las ya conocidas luchas sindicales: 1970-82 tomas de tierra; 1998-2003 movimiento social de paz para Vieques; 2008-2012, 2017, luchas universitarias; 2019 verano boricua.  Estas acciones colectivas pareciera que desaparecen.  Y así es. Son procesos manifiestos en los períodos que no se ven- pero conservan una existencia latente.

Movimientos sociales

Los movimientos sociales entendidos como “grupos que realizan una acción colectiva frente al aparato institucional” nacen del conflicto social y tienen como objetivo resolver necesidades e inequidades. Esto lo hacen denunciando los límites de la realidad, y a la vez promoviendo una transformación social viable, como señalaba Freire. Presentan propuestas abiertas a debate de manera no-dogmática y autocrítica, aceptando visiones múltiples que no renuncian a su radicalidad ni a su pretensión práctica y concreta a la hora de llevarlas a la realidad.  Esas situaciones de opresión que atacan o denuncian, abarcan no solo el espacio político sino también el simbólico y el cultural, basando por tanto su intervención social en la acción ética y moral. Para caracterizar un movimiento social es preciso destacar que los movimientos sociales críticos generan una tradición emancipadora al permitir crear escenarios de realidad alternativos que cuestionen la legitimidad del consenso y orden social vigente, y suponen una corriente contracultural alternativa y contra hegemónica respecto al poder, representando una reserva de elementos de liberación y experiencias alternativas. El conjunto de todo ello crea unas nuevas condiciones de posibilidad para la acción política, permitiendo nuevos marcos para la protesta.

El importante fenómeno de asociacionismo social desde finales de los años ochenta fue fruto de la desconfianza en el estado en una época que se producían importantes carencias en el estado del bienestar. Este marcó la revalorización de estas acciones colectivas como políticas. Mismas que vienen acompañadas de una exigencia de la ciudadanía en tener mayor participación en áreas de decisión de política pública.

Los movimientos son producto de la expansión en la sociedad local y/o global de un conjunto diverso de iniciativas organizativas que trabajan durante períodos de latencia: juntas vecinales, organizaciones laborales, ambientalistas, de género, universitarios, magisteriales, de derechos humanos, de protección de salud, etc. También de movilizaciones, piquetes, marchas generadas por la ciudadanía no organizada.

No todos los movimientos sociales son “visibles”, ya que, aunque algunos puedan serlo por su repercusión o su amplitud, otros, aunque actúen de forma muy activa, no son percibidos por el conjunto de la ciudadanía.

A veces se tiene sólo una visión coyuntural (del momento), no entendiendo que la acción “visible” es fruto muchas veces de otra “subterránea” pues la existencia de movimientos sociales tiene la importancia de mostrar una realidad que, de lo contrario estaría oculta.

No todo lo que se mueve es movimiento social, de forma que determinados sectores sociales o políticos pueden estar interesados en dar esa apariencia para justificar un supuesto apoyo a determinadas políticas por parte de los “aparatos” burocráticos y políticos de partidos o gobiernos.

No todos los movimientos sociales son progresistas y críticos. Hay movimientos que tienen objetivos conservadores para limitar los derechos humanos en la sociedad.

Crisis

Las crisis abren ámbitos de oportunidad para la reflexión sobre nuestras prácticas, entre ellas, los métodos de organización y movilización o la formación y la redefinición del líder. Hacen más pertinente la coexistencia de temporalidades contradictorias, que alude a las diferencias en velocidad y ritmo que tienen las organizaciones, las acciones y las personas en los procesos políticos. Se abre el espacio para las discusiones y la construcción de coaliciones entre los movimientos y las organizaciones, con resultados muy diversos.

Coaliciones y alianzas

Un sentido de propósito común, por muy vagamente definido que sea, como   el de construir otro mundo posible, tiende a quitar importancia a las polarizaciones y conflictos que se dan entre  sectores de los movimientos. Invita a estos últimos a concentrarse en la construcción de coaliciones más intensas con los movimientos que tienen más afinidades. La selectividad en la construcción de coaliciones se convierte en una forma de evitar polarizaciones innecesarias.

Participación de sectores populares

Para que la resistencia sea efectiva tiene que contar con la participación organizada de los sectores populares, incorporar gente nueva. De lo contrario ocurrirá que las molestias y rebeldías que estos sectores expresan hoy serán captadas por los líderes de las élites tradicionales que hacen convocatorias populistas, maternalistas y paternalistas, con el fin de usarles como grupos de apoyo en su disputa o pelea por controlar el gobierno colonial neoliberal o integrarlos a sus organizaciones privadas neoliberales. Esa fue la estrategia del PPD en los 40, la de varios líderes que se involucraron en el movimiento social de paz para Vieques y es la de personas y organizaciones hoy día. Se repite la práctica de pescar en rio revuelto usando el discurso de la justicia social.

La energía de protesta debería ser para organizar la autogestión, el autogobierno de las comunidades, la soberanía en lo personal y lo colectivo. En otras palabras, que esta resistencia sea un camino para el apoderamiento de los habitantes para que sean toda/os ciudadanos, en especial los que han estado excluidos tradicionalmente de la gestión pública y de los grupos organizados.

Confluencias y juventudes

En las movilizaciones y acciones colectivas de estos últimos años, se ha producido una participación de sectores de la juventud, una cierta retroalimentación de discursos y personas, una confluencia de viejos y nuevos movimientos, viejos y nuevos colectivos y sectores diferentes: cristianos de base, feministas, activistas LGTTBG, viejos marxistas de todas las tradiciones, ecologistas veteranos y nuevos pacifistas, voluntarios de ONG y militantes de la solidaridad. En conjunto, han encontrado en unos más en otros menos, espacios de reconocimiento, confluencia, debate y proyecto, aunque a veces con un periodo de vida corto. Esta ciudadanía no quiere hacer las cosas como los partidos, e incluso las ONG tradicionales, de manera que la política institucionalizada y sus estilos acartonados no son un foco de atracción.

En estos primeros años del siglo XXI, cabe señalar un ambiente general que favorece que las fronteras de las organizaciones tradicionales, partidos y sindicatos especialmente, pierdan su sentido ante los ojos de muchos sectores sociales. Así, las movilizaciones más o menos espontáneas, poco formalizados, se han convertido en vanguardia respecto a los políticos institucionalizados.

Medios de comunicación y cibernética

El papel de los medios de comunicación, la cibernética y otros espacios educativos informales del mundo de la publicidad y del ocio, ganan terreno al ámbito privado y van generando una reconstrucción de la realidad, como “realidad virtual” o “especular”. Se da una “industrialización de la mente” que se manifiesta en estructuras y maneras de operar mentalmente y, donde el contexto ideológico dominante condiciona (y, a veces, neutraliza) de manera decisiva los procesos de recepción de mensajes lanzados desde el mundo educativo formal y no formal. Lo anterior exige una mirada crítica del impacto de la cibernética.

Cambios sistémicos y anti-sistémicos

En este artículo presento algunos factores que son necesarios para identificar el cambio social anti-sistémico o como le llaman otros, transformador,  los cambios que apuntan a empujar, en frase de Melucci, los límites del sistema social. Las transformaciones que nos interesan pueden ocurrir por muchos medios. Siempre precisan, sin embargo, del uso de estrategias de resistencias, desobediencia, a veces civil/pacífica y a veces no/civil. Por lo cual es improbable que estén libres de confrontaciones y conflictos y desafortunadamente, de violencia. Así lo he comprobado en mis investigaciones sobre movimientos sociales y militancia por mi trabajo en el contexto puertorriqueño. Este es el gran desafío que nos presenta en la práctica el trabajo a favor de los derechos de los migrantes, de mujeres, de pobres, de los ciudadano/as y en consecuencia la creación de una democracia radical.

Sociedad civil

Es necesario distinguir la sociedad civil con objetivos políticos autónomos de la sociedad civil que proponen lo/as estrategas de la élite que hacen convocatorias populistas. [Esto/as se encuentran en los siguientes espacios: 1. El Estado que incluye el gobierno los partidos políticos y otras instituciones del régimen. En otras palabras, la sociedad política en el sentido tradicional; y 2. Las instituciones del capital y los organismos corporativos, las fundaciones y las organizaciones filantrópicas (la sociedad económica: instituciones del mercado, las comunicaciones, y otros servicios locales, regionales y globales.]

Distinguir, no quiere decir excluir de alianzas y rechazar acuerdos de convergencia con estas élites. Quiere decir, tener claro cuáles son los intereses de los actores políticos de cada sector. El estado puede ser Benefactor Asistencial, Empresarial Neoliberal, Populista Progresista, pero sigue siendo Estado. Los empresario/as pueden tener consciencia social, y creer en la participación, pero siguen siendo empresas capitalistas. Como tal, tienen su lógica y sus objetivos, que pueden coincidir o no con los de las organizaciones de la sociedad civil autónoma (no gubernamentales) en una coyuntura específica. El movimiento social de paz para Vieques lo demostró. Pero también demostró las fracturas que continuamente amenazan esas convergencias.

Los objetivos políticos de la sociedad civil autónoma podrían coincidir o converger con los objetivos de algunos sectores de las élites estatales (público) y empresariales (privado) dependiendo de la coyuntura histórica y del tipo de régimen. Las posibilidades de alianzas, entre la sociedad civil institucional y la autónoma radican en esas coincidencias. Ese es el gran desafío que ha significado para Puerto Rico la creación del organismo estatal de las Comunidades Especiales y la expansión del Empresariado social.

Trabajo comunitario y movimientos sociales

Propongo, que al contestar la pregunta por el ¿Qué hacer?, profundicemos en la definición y en la comprensión de las convergencias y divergencias entre los movimientos sociales y el trabajo comunitario. Ambos son formas de acciones colectivas. También lo son las organizaciones ambientales, comunitarias, etc, protestas, las luchas sociales coyunturales, las campañas alrededor de un reclamo, entre otras.   Esta distinción es particularmente importante en Puerto Rico donde existe una abundante producción alrededor del trabajo comunitario pero no existe una tradición de estudios sistemáticos sobre acciones colectivas  como los movimientos sociales. Ambos son, a mi entender, acciones colectivas relacionadas, complementarias pero diferentes.

Lo más crucial, es construir organizaciones autónomas con objetivos políticos claros, con metodologías de acción innovadoras. Metodologías que sean descolonizadoras, libres del eurocentrismo, que validen nuevos y diversos saberes y exploren el reto de crear nuevas formas de hacer política. Y no ser ingenuo/as ni ortodoxa/os…

Las metodologías participativas contribuyen a enfrentar ese reto, con algunas cualificaciones. Hay muchas formas de hacerlas. Es preciso advertir que cualquier investigación participativa puede usarse para apoderar/liberar o para mantener la opresión en una situación dada o en la sociedad en general. El hecho de que los acercamientos sean participativos y orientados a la acción no significa que automáticamente apoderan. Este el reto que enfrentamos en el siglo 21. Algunos aspectos de este reto crucial han sido asumidos con muchas contradicciones y conflictos por muchos de nosotra/os ubicado/as en diferentes sectores de la sociedad puertorriqueña.

Por ejemplo, he estudiado y participado en movimientos sociales, he sido docente y he colaborado con proyectos para fortalecer las organizaciones comunitarias como actores políticos. Otras personas han trabajado estos asuntos desde el sindicalismo, el estado, las organizaciones históricas de la izquierda, la comunicación, el urbanismo, la lucha armada, el empresariado y otras.  Nosotros los sujetos políticos comprometidos con la transformación social debemos tener como meta ser el prisma que revelará algunas de esas dimensiones y fortalecerá la praxis liberadora.


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