por Sheika Gómez Hernández

Desde hace más de veinte años existe un rincón en Puerto Nuevo que se ha dedicado a fomentar los valores en los niños y recalcar la importancia de la educación a través del deporte. Ese ha sido el propósito del Club Sparta desde el 1994 y aún hoy sigue muy presente.

En un diminuto gimnasio, que no acomodaba más de treinta personas, comenzó Pedro Rojas, fundador del Club, a entrenar a varias personas que llegaban hasta allí con la curiosidad de aprender la lucha olímpica, un deporte un poco extraño. Otros tantos llegaron a invitación de Rojas, quien se acercaba a algunos niños que jugaban baloncesto en la cancha de la escuela superior Gabriela Mistral para ofrecerles entrenarlos.

Un pequeño curioso que desde entonces le llamó la atención las palabras de aquel entrenador es hoy el medallista olímpico, Jaime Espinal, quien comenzó allí a solo unos meses de haberse fundado el Club Sparta. Aún desconocía de qué trataba el deporte. Se imaginaba un Carlitos Colón en la “lucha libre”.

Al igual que varios niños que entrenan hoy en el Club, Espinal creció sin su papá, y su entrenador se convirtió rápidamente en su figura paterna. Muchos de los jóvenes que se ejercitan allí a diario vienen de hogares donde falta la figura de alguno de sus padres o sencillamente tienen muchos problemas dentro de su familia. Es por ello que el Club y cada entrenador, “desde que llegan aquí la primera vez tratamos de darle cariño, atención, ayudarle en la escuela… nosotros tratamos de llenar ese espacio que a lo mejor falta en la casa”, enfatizó el medallista olímpico.

Los niños y jóvenes que acuden al gimnasio quizás no cuentan con las mejores habilidades para practicar la lucha. Sin embargo, el Club se ha encargado de ser mucho más que un deporte y les ha mostrado a cada persona que allí hay gente buena, que siempre están dispuestos a ayudar.

Este gimnasio, que en sus comienzos tenía aproximadamente cuatro niños y hoy recibe a decenas de personas a diario, sirve además como método de distracción para mantener a los niños y jóvenes enfocados en hacer ejercicios y practicar la lucha, en vez de tener que exponerse al mundo de drogas y criminalidad que se vive a diario en muchas partes de Puerto Rico.

Así como cuando Espinal era un niño, el gimnasio convoca para enseñar valores como la responsabilidad y la dedicación, el aprecio hacia las amistades que allí se van formando y, sobre todo, la lealtad. El mismo valor que resaltó cuando rechazó la oportunidad de representar a su país natal, República Dominicana y decidió llevar los colores puertorriqueños en su uniforme. Espinal se siente orgulloso del país donde nació, pero, según explicó; “yo me sentía que iba a traicionar a Puerto Rico si hacía el deporte por República Dominicana, porque aquí (en Puerto Rico) fue que me dieron la oportunidad de aprender este deporte”.

La labor del Club no termina en las puertas del gimnasio. Los entrenadores mantienen contacto con las escuelas de los pequeños para darle un seguimiento y sobre todo mostrarle a ellos la importancia de educarse.

“Nosotros, sin ser profesionales, les damos tutorías, los ayudamos en las asignaciones, hacemos lo que podemos, pero al final es mucho más que no hacer nada… lo que hacemos por estos nenes lo hacemos de corazón”, expresó Espinal al asegurar que algunos de los que allí trabajan ni siquiera cobran por lo que hacen.

Además de Jaime Espinal, en el Club practican y colaboran Franklin Gómez, quien participó en las Olimpiadas en Londres y ya clasificó para las Olimpiadas 2016 en Río de Janeiro, Pedro Soto, quien aún trabaja por su clasificación y José Betancourt, el único puertorriqueño en lograr una medalla de plata en el Campeonato Mundial Master.

La clave del éxito de este Club se ha debido a que sus puertas están abiertas a personas de cualquier edad, sexo, comunidad y raza. La sensibilidad de los entrenadores hacia las dificultades y necesidades de cada uno de los niños, ha hecho que en un ambiente cariñoso las personas que entrenan allí se sientan en la libertad y confianza de expresarse como son.

Una medalla olímpica, un nuevo Club Sparta

“Si yo le hubiera dicho a cualquier persona cinco años antes que yo iba a ser medallista olímpico, nadie me iba a creer”, dijo Espinal, quien es el único que ha ganado una medalla en el deporte de lucha olímpica para Puerto Rico.

Aún cuando tiene muy consiente que “la lucha, definitivamente, no es un amor a primera vista”, reconoce que no es el deporte como tal, es lo que trae consigo. A la gente no le simpatiza ver “dos nenes ahí estrujándose con peste” y hace que sea un deporte poco visto y apreciado por los puertorriqueños. Sin embargo, si no hubiese sido por la oportunidad que le dio Rojas hace años, jamás hubiese podido viajar a otro país, hacer grandes amistades, ir enamorándose de las acrobacias y piruetas, dar a conocer ante el mundo a nuestra Isla y convertirse hoy, en un ejemplo para nuestra sociedad.

Espinal se siente agradecido de la experiencia que tuvo en este Club y de sus reconocimientos internacionales. Por eso, trabaja arduamente, para poder brindar a otras personas la misma oportunidad que tuvo él.

Reconoce que, como medallista, tuvo que convertirse en la cara del Club Sparta para lograr construir sus nuevas facilidades, que cuentan con un equipo adecuado para entrenar a un atleta olímpico y sin duda alguna, salir a buscar más medallas, sin jamás perder la esencia de lo que ha sido el Club por años y que siempre los ha caracterizado.

Al ganarse una medalla ha podido obtener auspicios para contribuir a la reconstrucción del gimnasio, que de otra manera, jamás hubiese sido posible. Siempre ha utilizado la ayuda que le brindan para el beneficio del Club e incluso de los niños, cuando en ocasiones llega hasta sus hogares para mejorar el espacio donde viven. “Yo trato de no halar para mí, yo pienso en dar y al final Dios se encargará de darme lo que yo tenga que tener” explicó Espinal.

Aún se emociona al recordar la primera vez que visitó un centro comercial después de las olimpiadas del 2012: “ahí es que me explican que todo el mundo lo vio, que estaba todo el mundo en los televisores y entonces eso me llenó de orgullo”.

Esa era su meta, unir a las personas a través del deporte y con esperanza buscar otras medallas en las próximas olimpiadas que brinden alegría a un país que tanto la necesita.

A través de lo que practica intenta llevar un mensaje a la juventud de atreverse a realizar cosas extraordinarias y retarse a ser grandes personas. Sobre todo, a fomentar más el deporte, que ayuda a las personas a mantenerse en forma, tanto mental como físicamente.

Sus esfuerzos en el Club Sparta no terminaron con la construcción del nuevo local, sueña en que puedan seguir creciendo y ayudando a más niños a través del deporte como lo han hecho desde el 1994 con la idea original de su fundador.

Jaime Espinal abre las puertas del Club que lo formó y lo vio crecer. “Los invito a que vengan aquí a entrenar y verán que aquí más que un deporte somos una familia”.

Sobre el Club Sparta
Facebook del Club: Sparta Wrestling PR
Facebook: Jaimeespinalpr

 La autora es estudiante de Periodismo de la Escuela de Comunicación, Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Pertenece al Seminario sobre Periodismo Comunitario que coordina el profesor Luis Fernando Coss.

Sobre PRTQ-UPR

Los autores bajo esta firma son estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico vinculados al seminario sobre "periodismo comunitario" que imparte el profesor Luis Fernando C