Carlos quiso ser astronauta
Cuando piensa sobre lo vivido como trabajador del acero y analiza las grandes oportunidades y experiencias cosechadas, Carlos resalta un aspecto muy particular. Se trata del vínculo que allí comenzó con el mundo sindical.
De niño, Carlos quiso ser astronauta. Le encantaba todo lo relacionado al espacio, las estrellas y el universo. Para él era un gran misterio y lo imaginaba como una aventura única. Tanto le agradaba el tema que pensó estudiar una carrera universitaria ligada al espacio. Serían muchos años de estudio, imaginó, pero eso no lo desalentaba.
Por diversas circunstancias, la idea sobre los estudios y la vida profesional que llamaba tanto su atención quedó en un segundo plano. En algún momento, quedó en apenas una idea de la niñez. Carlos ahora lo recuerda con cierta nostalgia. En su voz se registra ese tono de resignación que uno suele darle a aquello que anheló muchísimo, pero no pudo ser.
Cuenta Carlos Arocho Vázquez que no más graduarse de la escuela superior, en su natal Bayamón, comenzó a trabajar. Lo hizo por varios motivos de peso. El primordial fue que, desde entonces, tuvo que asumir un grado mayor de independencia económica y enfrentar las debidas responsabilidades que ello acarrea. Ante tales situaciones, tener un empleo remunerado se lo permitía con mayor soltura.
Ya en esas, le ganó más la idea de tener siempre dinero en el bolsillo, adquirir sus cosas por esfuerzo propio y tener la capacidad de costearse la diversión y el jangueo. Dentro de ese panorama, un joven Carlos definió sus prioridades. Había que trabajar.
A bien temprana edad, se convirtió en padre de una niña y le tocó encargarse de su crianza solo. De ser un joven trabajador que ganaba dinero para atender sus necesidades personales, se convirtió en padre y único sostén de su hogar. “La cosa cambió”, rememora Carlos que ahora tiene 39 años, “ya era otra la responsabilidad y trabajar era la única opción”.
Como efecto inmediato, la decisión de hacer estudios universitarios, en áreas no ligadas al sueño de niño, también quedó en el tintero. Estuvo latente, sí, pero siempre relegada por algo más urgente.
Pasó el tiempo y la idea de ingresar a la universidad, a estudiar algo que le permitiera aspirar a un futuro mejor, fue olvidada.
Durante ese tiempo, tuvo diferentes empleos. Trabajó en Cadillac Services, empresa ubicada en Bayamón y dedicada al servicio de laundry industrial. Lo hacía a tiempo a parcial y, aunque la empresa contaba con representación sindical, él no podía ser parte de la Unión ni gozar de los beneficios del Convenio Colectivo. Le parecía injusto porque no ganaba lo mismo que el resto de plantilla laboral. Pero, siendo honesto, confiesa que el tema no le preocupaba, pues asumía su trabajo como uno pasajero. Ya vendría algo mejor.
Cierto día, unos amigos le hablaron sobre la posibilidad de un empleo en la StructuralSteel Works, compañía dedicada a la fabricación de estructuras de acero para la construcción. A ellos les iba bien y, según le detallaron sobre los términos y condiciones de trabajo, a Carlos le pareció buena opción. Era el tipo de oportunidad que necesitaba con urgencia.
Trabajar con acero le fue algo totalmente novedoso. Al solicitar el empleo, sólo puso como referencia la poca experiencia ganada con un tío soldando rejas. Tenía 19 años de edad y una hija que mantener. Sus amigos le dijeron que no se preocupara, que tan pronto le dieran el empleo ellos mismos le enseñarían sobre la soldadura y demás cosas. Era cuestión de aprender por el camino, se metió en la cabeza el propio Carlos para estimular un poco más el atrevimiento. Y así lo hizo. El riesgo rindió frutos. Le dieron un puesto de soldador y él, agradecido y comprometido con aprovechar la oportunidad, aprendió rápidamente todo cuanto le enseñaron.
Desde esa fecha han pasado 19 años. No sólo es soldador, sino que se ha desempeñado en muchas áreas de la compañía. Ha sido ayudante general, operador de maquinaria por computadora e incluso ha estado a cargo de múltiples tareas en el área de pintura. Carlos está convencido que mientras más tú aprendas,más oportunidades tienes para sostenerte en dicha industria.
Todo este proceso ha sido una gran escuela para Carlos. Siente que ha crecido mucho para bien suyo y el de su familia.
Cuando piensa sobre lo vivido como trabajador del acero y analiza las grandes oportunidades y experiencias cosechadas, Carlos resalta un aspecto muy particular. Se trata del vínculo que allí comenzó con el mundo sindical y específicamente con los United Steelworkers (USW). Eso no surgió de inmediato, nos advierte. De hecho, más bien fue un proceso lento, de escalonado entendimiento y aprendizaje, pero igual le produjo un cambio drástico de mentalidad con respecto a esos temas.
Un cambio de mentalidad, plantea Carlos, algo muy importante que debemos destacar.
El sindicalismo, como fuerza de cambio social, siempre ha enfrentado grandes retos. Entre ellos, está el poder cambiar la mentalidad de la gente a la que quiere impactar. No significa un lavado de cerebro, ni adoctrinamiento que tienda al fanatismo. Eso no es lo que se busca. Al contrario, ese cambio de mentalidad implica hacer un trabajo responsable y honesto con las personas, generar conocimiento y comunicarlo para provocarles un análisis serio de las circunstancias que viven. El cambio de mentalidad conlleva entender qué han significado y significan las uniones para la vida de los y las trabajadoras, y cómo su presencia y labor van de la mano con mejorar condiciones de vida, con el respeto hacia la clase trabajadora, con los procesos democráticos, con una economía pujante y más justa, entre mil cosas más. Implica, de igual forma, un cambio de mirada que permita al sujeto comprender mucho más lo que pasa a su alrededor, problematizando nociones e ideas limitantes que nos encajonan individual y colectivamente.
Eso fue lo que le ocurrió a Carlos.
Cuando empezó en StructuralSteel Works, los trabajadores (sólo hombres actualmente) ya contaban con representación de la USW. Nada más entrar al empleo, Carlos se convirtió en unionado y comenzó a disfrutar de todo lo que eso representa en su taller. Al darse así, en cierta manera pensó que era algo dado, admite él, pues no poseía el bagaje y el conocimiento para contextualizar cómo se lograron tales conquistas que ya gozaba sin ningún tropiezo. Luego supo que tal dinámica no es exclusiva de su taller. Vale aclarar que, ciertamente, es un problema constante que enfrentan muchísimos talleres unionados, aun de diversas organizaciones sindicales. Las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras ingresan a sus organizaciones sindicales con poco o ningún conocimiento sobre cuál ha sido la trayectoria de su Unión en su taller de trabajo ni en términos generales. Tampoco tienen acceso a la memoria histórica acumulada en cuanto a victorias y fracasos de su organización sindical. Por tanto, esa nueva o nuevo miembro entra con una desventaja y esto genera una brecha, que se advierte como desapego o desinterés, entre la membresía reciente y la más antigua. Cuando esto ocurre, y sucede demasiado, se produce una erosión de la cultura sindical, lo que es un daño para la Unión pues pierde solidez, presencia y tracción en sus reclamos.
Con el paso del tiempo, Carlos se dio la oportunidad de comprender todo lo que implicaba ser un trabajador unionado. Por un lado, estaba el Convenio Colectivo con todos sus artículos, cláusulas, garantías y beneficios. Ciertamente, un detalle de enorme importancia porque el Convenio es el contrato entre las partes, es decir, lo que estipula los términos y condiciones del empleo y la manera en que se rigen las relaciones entre la Unión, la plantilla de trabajo y su patrono. Por otro lado, Carlos también notó que existían cosas que, en el día a día, pasaban desapercibidas para la inmensa mayoría de la gente. Por ejemplo, el hecho de que su Unión fuera una grande, con presencia en múltiples industrias no sólo en la Isla, sino en los Estados Unidos, Canadá y partes del Caribe. Más allá de la cuestión numérica que esa presencia supone, la misma se traduce en poder, en recursos, en influencias, en diversidad, en trabajo político, en conocimiento y el desarrollo de toda una inteligencia sobre el mundo del trabajo en distintos contextos. Carlos supo que eso no era poca cosa y que, sin duda, impactaba positivamente su realidad como unionado en Puerto Rico. Si la USW podía negociar buenos Convenios Colectivos en la empresa privada, si podía ofrecer una representación sindical óptima y si podía resolver controversias laborales en varios foros era, precisamente, por todo ese bagaje y poder que a muchos y muchas les era inadvertido.
Para Carlos, el cambio de mentalidad que experimentó paulatinamente con relación a su Unión fue uno bien grande. Primero desde la distancia, pues sólo se veía como un miembro más de la Unión que observaba de lejos cómo se daban las cosas. Luego de forma más directa, interesándose en ciertos aspectos del funcionamiento de su Local. Describe el cambio así: “El sindicalismo me ha abierto la mente a cosas que antes realmente ni me interesaban y ni pensaba en ellas. Cuando empecé a trabajar allí, y durante los primeros 10 años, yo no tenía nada que ver con la Unión. Iba a las reuniones y asambleas que hacían, pero no estaba activo. Yo tenía esa mentalidad individualista de ir a trabajar, hacer lo mío e irme para casa.”
Tan pronto comenzó a mirar con mayor detenimiento y comprender qué significaba estar unionado, negociar y tener un Convenio, representar a los trabajadores y atender responsablemente los asuntos e intereses de sus compañeros, su perspectiva cambió totalmente. Fue dejando a un lado la mentalidad individualista para adquirir una nueva mirada sobre los problemas que se tienen como colectivo. Asimismo, empezó a entender la manera en que las agendas de los patronos, en su carácter individual o como grupo, influyen sobre la forma en que los y las trabajadoras se piensan y actúan. El cambio de mentalidad hizo que se fijara en otros temas como los asuntos políticos del país y legislaciones laborales en beneficio de unos y en detrimento de otros y otras.
Fue abrir los ojos ante una nueva realidad. Carlos se convenció plenamente de que uniones como la suya son el mecanismo poderoso de los y las trabajadoras contra posibles abusos patronales.
Sin embargo, no le bastó concluir eso y reservárselo para sí mismo. Decidió convertir su nueva perspectiva analítica en activismo, involucrándose mucho más en las actividades de los USW. En el 2012 fue elegido secretario financiero de la Local 6871, a la cual pertenece su taller. Fue el primer puesto que ocupó dentro de la estructura de la organización. Luego, ocupó otras posiciones, siempre velando dónde sería útil para sus compañeros de taller y la organización. Fue delegado, miembro del comité de salud y seguridad en StructuralSteel Works, vicepresidente de su Local y, más tarde, se convirtió en presidente. Todo este transcurso, destaca el propio Carlos, fue uno de constante aprendizaje y acumulación de nuevas y excelentes experiencias.
Aprendizaje y educación son palabras que Carlos utiliza persistentemente a la hora de describir su trayectoria sindical. Para él, son aspectos trascendentales.
Tan pronto decidió participar en las actividades y estructuras directivas de la Unión, comenzó a recibir educación de parte de la USW para formarlo adecuadamente. La Unión tiene un programa educativo y de desarrollo de liderato que abarca una gama amplia de aspectos y para Carlos fue una gran experiencia. Sobre ello, nos dice: “es lo más cercano que he estado a una universidad y para mí ha sido grandioso.”
Entrar al programa de estudios de su Unión y asumir el proceso riguroso y constante de enseñanza se convirtió, en gran medida, en el cumplimiento de una meta que aspiraba de niño. Carlos quería estudiar, vivir elproceso y aceptar nuevos retos de crecimiento.
En mayo del 2021, la Unión le ofreció una nueva oportunidad y no la desaprovechó.
La USW, a nivel de la Internacional, tiene como meta desarrollar campañas de organización sindical en Puerto Rico. Es prioridad y así lo matiza el Director del Distrito 4, Del Vitale: “Mientras más miembros tengamos, mejores serán los contratos que podemos negociar para nuestros miembros actuales. Cuanta mayor sea nuestra densidad sindical, más capaces seremos para influir en la aprobación de leyes favorables a los trabajadores.”
Para esa labor de organizar nuevos talleres, Carlos se apuntó.
Durante todo este año, ha recibido adiestramiento constante y riguroso para convertirse en un buen organizador sindical. Ese adiestramiento ha sido en Puerto Rico y en Estados Unidos. De hecho, una de las experiencias más significativas que ha tenido es la participación en diversas campañas organizativas y en múltiples lugares. Pittsburgh, New Jersey, Georgia, Carolina del Sur, Arkansas y Ohio han sido algunos de esos sitios.
La práctica de asignarlo a distintas campañas ha sido una de máximo provecho para él. Eso le permite ejecutar lo aprendido en un escenario real y observar de cerca cómo lo hacen organizadores y organizadoras de mayor experiencia. Para él, es una escuela de primer orden.
Las campañas en las que ha participado le permiten contrastar realidades de gente en diferentes espacios laborales y contextos geográficos. Es un reality check de gran valía y así va creando una perspectiva profunda que le será de gran utilidad cuando le toque en Puerto Rico.
Por otro lado, esas campañas le han permitido cotejar un ángulo valiosísimo de todo lo que implica el proceso organizativo. Se trata del choque que se da entre la teoría y la práctica.
Carlos sabe lo que establece la ley sobre el derecho que tienen los y las trabajadoras. Derecho a organizarse, a tener una elección libre y voluntaria para escoger una unión como su representante exclusivo sin la interferencia del patrono y a sentarse a negociar con su empleador todo lo concerniente a sus términos y condiciones. La ley es clara y es el marco a seguir. Cualquier violación está sujeta a penalizarse, pero la realidad suele ser bastante distinta y compleja. Las campañas organizativas son como montañas rusas y hay que saber correrlas.
La clave es llevar el mensaje adecuado, elaborar estrategias y tácticas específicas para escuchar, con paciencia y comprensión y ajustar el mensaje para lograr el efecto deseado. A veces nos topamos con terrenos muy fértiles para la Unión, pero en otras no lo son del todo. Quien organiza debe leer esas circunstancias, analizarlas bien y proceder según convenga.
Organizar es un trabajo duro, de hormiguita laboriosa. Te encuentras de todo. Gente que se convence y se suma fácilmente. Que te firman las tarjetas y te ayudan a recogerlas. Gente que no quiere saber nada de la Unión y te lo dejan saber hostilmente. Están quienes te firman la tarjeta de endoso con entusiasmo, pero se asustan y no quieren hablar contigo. Gente que no asiste a ninguna reunión convocada por la Unión, pero están bien activas alentando a sus compañeros y compañeras por debajo del radar. Quienes no quieren dar la cara en la campaña y gente que sí. Gente que apoya a la Unión en un momento y luego se vira. Y, como esos casos, muchísimos más. Hay que tener una gran paciencia, resistencia física y mental.
Para Carlos, cada oportunidad presentada es un ciclo de aprendizaje. A veces agradable y otras toscas, pero igual se aprende; él lo sabe, y se lo disfruta.
En Lázaro Cárdenas, Michoacán (México), Carlos tuvo la grandiosa experiencia de compartir con la matrícula del Sindicato Nacional de Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Los Mineros, como también se le conoce a esta enorme organización, tienen una alianza de trabajo con la USW. Aquello le pareció único e impresionante. De allá trajo muchas cosas en su cabeza. La vibra tan poderosa del sindicalismo en acción, la pasión, la furia desplegada. El sindicalismo como un estilo de vida. La hermandad. “Uno quisiera que eso se diera acá. Mi intención es trabajar para que eso suceda entre los nuestros.”
Carlos sabe que el reto es grande, pero no se paraliza. Lo han entrenado bien y lo seguirán entrenando para que tenga éxito. Se suma a la historia de la USW que está llena de hombres y mujeres que decidieron salir de su zona de confort y emprender nuevas tareas por el cambio que desean para ellos y ellas. Es un cambio de mentalidad, necesario y urgente, para transformar la realidad en la que se vive.
*Esto es parte de un trabajo de historia oral que realiza la United Steelworkers en Puerto Rico, con trabajadoras y trabajadores en todos sus talleres representados.
Sobre Josué Montijo
Josué Montijo (1975, Ponce) es escritor e historiador. Después vino la zozobra (Ediciones Laberinto, 2024) es su libro más reciente.
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