Caldito de basura
Lixiviado: líquido residual tóxico que se filtra de un vertedero por percolación. Lo dice el diccionario. Me gusta la palabra, aunque realmente no brega para describir lo que deseo. Le llamo, entonces, caldito de basura. Esas me placen más, son más sexys.
No he ido a un vertedero, pero recuerdo el camión de la basura pasando por mi casa. Yo era un niño afortunado, tenía todo el tiempo del mundo para fijarme en ese tipo de cosas. Sentado en la verja, observaba aquellos hombres ágiles bajarse de la parte trasera del camión y depositar el contenido de los zafacones dentro de aquella boca enorme. Me atraía mucho más cuando alguno halaba la palanca y la boca se activaba para tragarse lo depositado. Mecanismo maravilloso para mí. Volaba mi imaginación.
Fantaseé con ser uno de esos hombres de la basura. Su trabajo me parecía divertido.
Luego me di cuenta del caldito; de su peste también. El descubrimiento vino al fijarme en otros detalles de ese mecanismo traga basura. La percolación entre hierros y un líquido espeso y oscuro dibujando formas sobre la brea. El sol lo secaba rápido, aunque la pestilencia resistía y convocaba moscas al goloseo.
No recuerdo cuándo se disipó mi fijación por el camión de la basura y sus cosas, pero muchos años después leí algo sobre el tema. También sobre los riesgos que enfrentan los mecánicos que laboran en las compañías de recogido de desperdicios cuando se meten debajo de esos vehículos para repararlos. El mecánico se arriesga a enchumbarse con caldito de basura, acompañado por una buena cantidad de gusanos. Lo ideal es tener mucho cuidado y la debida protección, porque los gusanos no piden permiso para aterrizar donde puedan.
Camiones asquerosos, basura de todo tipo, caldito putrefacto, peste, moscas, gusanos, riesgos... cualquiera diría que realmente hablo de la campaña de Jenniffer González y su PNP. Que lo del camión y el caldito de basura es puro frostin, un grado de timidez para no aludir en directo la babosería insultante del comunismo que ladran. Un fantasma recorre la Isla montado en un Can Am. Es el fantasma de ese comunismo vestido de cuco que la candidata lanza sin cesar. No sólo la candidata, sino los demás en su partido. Incluyo ahí a las cornetas radiales y demás medios. ¿No tendrán nada más que decir para manejar oponentes? Parece que no, que lo del comunismo les basta y sobra en su hueca campaña.
De aquí a noviembre 5 sólo escucharemos la perorata de Venezuela, Cuba, Nicaragua y demás petardos explotados con el ánimo de espantar a cierta gente. Va en automático. Debajo de la alfombra, quienes ladran sus miedos pretenderán ocultar la vinculación de JGo con la privatización de servicios esenciales, con Trump, con las pasadas administraciones del PNP, con los crímenes ambientales, con los chavitos que dan los grandes inversores para luego facturar, con el crical que hay en la CEE debido al Código Electoral y demás cosas del desmadre local. La mujer maravilla perfumada de caldito de basura. Festín para los gusanos.
Sobre Josué Montijo
Josué Montijo (1975, Ponce) es escritor e historiador. Después vino la zozobra (Ediciones Laberinto, 2024) es su libro más reciente.
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