Arecibo: arte urbano, comunidad y autogestión

Arecibo: arte urbano, comunidad y autogestión

Con amor para Elba L. Iguina Blasco y
A la memoria de Carmen A. Iguina Blasco
y Alicia Blasco Pagán,
Maestras, artistas y guardianas. Gracias.

Del 5 al 15 de marzo, el municipio de Arecibo celebró su quincentenario, convirtiéndolo en el municipio más antiguo de la isla. Ciertamente, “antiguo” es la palabra clave pues ha sido descrito como un pueblo ruina, un Bagdad puertorriqueño bombardeado por el olvido y el tiempo. Recuerdo caminar por la Avenida Víctor Rojas cuando pequeño con mi abuelo y ha quedado impreso en mi mente la textura del cemento carcomido por el salitre y el tiempo al igual que la imagen de una acera vacía y quebrantada. Por mucho tiempo, corrí bicicleta sin preocupación por las calles de Arecibo (de Duamel a la Puntilla) pues la ausencia de carros, personas y otros obstáculos convertían las calles en autopistas vacías. Muchas de las grandes y pequeñas casas del casco las habitan los árboles, los perros y los gatos, si es que el derrumbe no las haya convertido en parking improvisado. Son muchas las caras que no se asoman por la ventana pues se han mudado al suburbio o han pasado a una mejor vida. En la esquina de la Salicrup y la Ginoro hay un farol que le alumbra el camino a nadie.

En los pasados 20 años, el casco de Arecibo ha sufrido un proceso de degradación socio-urbana. Arecibeños y puertorriqueños igual, han catalogado a Arecibo como “pueblo fantasma” por la carencia de actividad económica, socio-cultural y el estado físico deplorable de su casco urbano. Recientemente, ha surgido una voluntad política y comunitaria para el mejoramiento del casco urbano. El pasado encendido de Navidad, la terminación de las renovaciones de la Avenida Víctor Rojas y el pasado quincentenario, han sido indicio de las intenciones políticas para recuperar capital económico y humano. Por otro lado, grupos comunitarios, como el grupo de vecinos y empresarios que fomentan la operación de Casa Ulanga, un centro cultural, y el recién instalado ASAP (Arecibo Street Art Project) intentan fomentar la autogestión a través del arte y la cultura. Pero ¿cómo se repara el tejido urbano desde la gestión cultural y la intervención artística? ¿Cuál es la correlación entre ambos y cuáles son sus problemáticas? En este artículo, intento contestar estas preguntas al discutir los problemas sociales, económicos y ambientales de Arecibo, así como el rol del arte urbano y el grafiti en la mejora del casco urbano.Comercio abandonado en la carretera #2

Arecibo ha perdido 4,000 habitantes en los últimos 10 años, posee una tasa de desempleo de 49% (la triste realidad de muchos pueblos del país) y casi 60 millones dólares en deuda. El pasado alcalde, Lemuel Soto, y el presente, Carlos Molina, ambos del Partido Nuevo Progresista (PNP), han sido objeto de crítica. Durante su último cuatrienio, Lemuel Soto fue sujeto de investigación por mal uso de fondos públicos, el incremento de la deuda y el déficit municipal y por la incapacidad de pagar la nómina del mes de diciembre en el 2012 a los empleados municipales. Por otro lado, Carlos Molina recibió fuerte crítica cuando sirvió como Secretario del Departamento de Corrección y Rehabilitación por sospecha de corrupción, sus políticas “amiguistas” y su mala administración. Como alcalde, Molina ha recibido crítica por la otorgación de grandes contratos a bufetes legales, por las muchas directrices fraudulentas con la renovación de la marginal y la incapacidad de pagar su deuda ante la AAA. En la mesa de discusión, el récord y las políticas de desarrollo cuestionables de la presente administración pondrían en duda la disposición y la eficacia de la alcaldía en apoyar y defender la mejora del casco urbano.

Además de poseer una pésima administración, Arecibo ha sufrido una degradación ambiental a causa de las varias fábricas que operan dentro del municipio. Primero, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) presentó un artículo sobre la contaminación de plomo (ambiental y poblacional) causada por la planta Battery Reclying Co., localizada en la zona de Cambalache, y el subsecuente envenenamiento de al menos 30 niños de las áreas limítrofes. Desde el 2011, la compañía Energy Works propone construir una incineradora de basura en los cimientos de la antigua central azucarera de Cambalache (a dos millas del casco urbano y un área ya contaminada) que tendrá repercusiones devastadoras en el ambiente y la población de Arecibo. Además, ya el municipio cuenta con la Planta de Autoridad de Energía Eléctrica, la Planta de Tratamiento de Aguas Usadas y el Vertedero de Arecibo, todos localizados en la proximidad de la Reserva Natural del Caño Tiburones. Recientemente, el vertedero fue objeto de investigación pues, a cuentas de recibir mucha basura (el municipio no cuenta con un servicio viable de reciclaje), está por cerrar como muchos en la Isla. Además, la EPA le otorgó una multa de $250,000 por su emisión desproporcionada de metano y contaminación a las zonas Caño. Según estudios realizados por la Junta de Calidad Ambiental (JCA) y la EPA, se encontraron altos niveles de acidez (Ph), turbidez y bacteriológicos (coliformes fecales y enterococos) y, en ciertas áreas, arsénico y cadmio en el Río Grande de Arecibo. Esta contaminación del río es causada por “actividad agropecuaria, descargas de aguas tratadas y de alcantarillado pluvial, escorrentías pluviales, pozos sépticos deficientes y el relleno sanitario”. Los cambios en la hidrodinámica del río y la destrucción de dunas en las costas limítrofes han puesto en peligro la existencia de algunas playas y bancos de arena.Propiedades abandonadas

Quiero reiterar la condición grave del medio ambiente arecibeño para destacar el alcance de esta destrucción y su capacidad de corromper la vida silvestre y humana, sea monte adentro, en el llano costero o en la costa. Personalmente, quedé impresionado con larga lista de casos, reportes e investigaciones sobre la crisis ecológica del pueblo de Arecibo. La Sra. Wilma Maldonado Arrigoitía, reportera e investigadora, ha publicado una serie de artículos (incluidos en la bibliografía) en los diarios El Nuevo Día y Primera Hora sobre la contaminación ambiental y humana causada por Battery Recycying Pro. Ha publicado artículos minuciosos y valiosos sobre la contaminación del Caño Tiburones por el Vertedero, la Planta de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y las viviendas cercanas, al igual que investigaciones acerca del daño a las costas de Arecibo por la mala planificación y la eliminación de dunas. Al igual que la Sra. Maldonado Arrigoitía, el profesor y ex-secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) Luis E. Rodríguez Rivera se ha unido al debate informado sobre la eliminación de basura y el impacto del incinerador propuesto por la compañía Energy Works al medio ambiente arecibeño. El Prof. Rodríguez Rivera ha abogado por la búsqueda de formas más sustentables y factibles para el reciclaje y disposición de los desperdicios. La contaminación de los recursos naturales del Municipio tiene el poder de impactar el casco urbano directamente a causa del hollín y el plomo expulsado al aire por la incineradora y la planta de reciclaje de baterías. Igualmente, tiene un impacto indirecto por la erosión de playas y la contaminación de la cuenca del Abacoa y los bosques. Además, está en riesgo la existencia de áreas que muchas personas usan para subsistir (e.g. los pescadores, los agricultores y los ganaderos) y que muchos usamos para recreación y disfrute de nuestra Isla.Hospital El Buen Pastor, abandonado.

En el verano del 2013, comencé un estudio etnográfico de manera independiente a fin de arrojarluz sobre la calidad de vida que tienen los habitantes del casco urbano de Arecibo. Si bien solo fueron unas veinticinco entrevistas y los resultados no deben calificarse como conclusivos, esta investigación señaló ciertos asuntos que merecen mayor indagación. Casi todos los participantes, hombres y mujeres en su mayoría de edad avanzada y de mediana edad, admitieron que la ciudad está en una crisis socio-económica. Muchas de estas personas viven bajo los niveles de pobreza, en alojamientos de poca calidad y en necesidad de una intervención urgente. Por ejemplo, entrevisté a una anciana que recibía alrededor de $1,500 anuales, y vivía sola en una casa con problemas de tubería, sistema eléctrico e infraestructura. Las personas de edad avanzada denunciaron que el casco urbano de Arecibo no está equipado para personas de su condición o con discapacidades físicas. Además, señalaron que Arecibo no está listo para ser habitado pues, aquellas personas sin carro, no tienen un supermercado, tiendas de buena calidad ni lugares de entretenimiento cercanos. Los participantes demostraron su falta de confianza en el gobierno municipal y las instituciones públicas dada la naturaleza fraudulenta de las pasadas administraciones y la falta de voluntad para recapacitar el pueblo. Más importante aún, se mostraron preocupados por la comunidad, dado que la mayoría de sus compueblanos han fallecido o se han mudado, dejando atrás propiedades vacías y arruinadas. Estas propiedades, muchas de las cuales están en desuso y deterioro hace décadas, están destinadas a convertirse en ruinas por litigios problemáticos y la falta de interés por vivir o comerciar en el casco. Como parte de mi investigación etnográfica, observé el gran estado de deterioro y abandono del casco urbano de Arecibo tanto en su estructura física como en el bienestar de la comunidad.

Los más recientes movimientos por parte del gobierno municipal y grupos independientes— señaladas al inicio de este ensayo— enfatizan las dos preguntas más obvias y necesarias: ¿Qué se puede hacer por Arecibo? ¿Y cómo llevarlo a cabo con el bienestar de la comunidad en mente? El grupo ASAP ha traído un nuevo elemento a la fórmula: arte urbano. El arte urbano en Puerto Rico ha cobrado un gran auge en los pasados cinco años gracias a grandes movimientos como Santurce es Ley y Los Muros Hablan. Desde entonces, colectivos, grupos e individuos se han movilizado a través de la Isla (i.e. Río Piedras, Culebra, Loíza) y recién han llegado a Arecibo. ASAP, en su página de Facebook, establece como misión propiciar la autogestión y desarrollo dentro del casco antiguo de Arecibo. Cabe entonces preguntarse: ¿cómo se puede lograr tal misión usando el arte urbano y la expresión pública? Y, específicamente, ¿cómo se puede lograr esto dentro del contexto de Arecibo?

En primer lugar, se debe entender el arte urbano y el grafiti como la literatura y la comunicación de/con el sujeto subalterno e invisibilizado. En su ensayo “The Writing on the Wall: Urban Cultural Studies and the Power of Aesthetics”, Marcy Schwartz define el grafiti como la visibilización de una comunicación silenciada (135). El grafiti y el arte urbano retan los confines del museo y de la galería, así como la palabra fija del texto impreso. Más aún, el grafiti y el arte urbano denuncian la ausencia de espacios de creatividad— como galerías, museos, bibliotecas y librerías— escuelas de artes y centros culturales. Es necesario aclarar que en Arecibo no existen bibliotecas funcionales, hay un solo museo y los centros culturales y de reunión son escasos. Además, Schwartz destaca el grafiti como acto de supervivencia en el ámbito urbano, pues reafirma la existencia del sujeto dentro del espacio público y lo pertinente de este espacio para él/ella. Sostiene que el grafiti es producto de una competencia por el espacio y de los procesos políticos que alteran el escenario a un nivel socio-económico más alto.

Basándose en las teorías de Lefebvre y de Certeau, Iveson (2013) considera que el grafiti y el arte urbano son los trazos de la ciudad dentro de la ciudad, “the beach beneath the paving stone” (14). Así como formuló Schwartz, estas competencias (contestations) son el conflicto entre poderes minoritarios que intentan apropiarse de un espacio que ya está designado para cierto uso según un poder mayor. A través de esta competencia, se visibilizan las ciudades dentro de la ciudad, es decir, aquellos espacios y lugares que están fuera del discurso oficial o la imagen oficial de la ciudad. Algunos ejemplos son el Caño Martín Peña en Santurce o Buenos Aires y Monserrate, barrios marginados del casco de Arecibo. Iveson enfatiza la necesidad del habitante a reclamar su derecho a habitar, es decir, a usar su ciudad y participar en sus desarrollos y cambios. A sus argumentos añado que es imperativa la inclusión de artistas y personas locales en este proceso de apropiación y reafirmación. Entonces, el grafiti y el arte urbano des-cubren esa ciudad escondida y reclaman su derecho a habitar y pertenecer a la ciudad.

El grafiti y el arte urbano son herramientas poderosas para reclamar espacios perdidos y para exigir participación en las conversaciones sobre el diario vivir (everyday life) y de desarrollo. Ahora bien, ¿cómo mejorar la infraestructura de Arecibo y enriquecer el diario vivir? ¿Quién está sentado en la mesa de decisiones y quién tiene el poder para llevarlo a cabo? Según Iveson, si se intenta usar el grafiti y el arte urbano para la autogestión y desarrollo, estos tienen que entrar en una “confrontación” con aquellos actores que tienen el poder. Un ejemplo en Arecibo serían los pequeños grafitis que leen “No al incinerador” acompañado de nubes negras y la silueta de una fábrica. Sin la discusión o la discrepancia, el desarrollo será unilateral y continuará sepultando ciudades e individuos. En cambio, la confrontación genera acción política y politiza cada paso del desarrollo. Iveson utiliza el ejemplo de la colaboración entre NEKO (grupo de artistas), Alberto de Pedro (artista urbano) y el Madrid Street Advertisement Takeover (MaSAT) que pretendían interrumpir y detener la abundancia de anuncios y propaganda que plagaban el espacio público de Madrid, España. El grupo se comunicó con artistas, sociólogxs, maestrxs, abogadxs, galeristas y aquellos individuos preocupados por la plaga de anuncios, pidiendo que les enviasen mensajes y textos que les gustaría ver en los muros, pisos y carteles (billboards) de la ciudad. La misión era sustituir los mensajes de consumo, la propaganda política y textos nocivos, que desfiguran la ciudad, con pensamientos y textos de profundidad y significado para enriquecer el espacio público. Este ejemplo demuestra que es posible, y de mucho provecho, entablar una conversación entre los artistas y las personas que habitan la ciudad para formular ideas de cómo transformar el espacio público en uno de admiración, conversación y comunión.

Por último, examino el estudio de caso “Cultured-Based Urban Development in Rio de Janeiro” escrito por George Yúdice para hacer énfasis en que este proceso de desarrollo debe ser equitativo entre todos los sectores y grupos de la comunidad. Yúdice presenta el fallido proyecto del Rio Guggenheim en el muelle de Mauá en Río de Janeiro, Brazil. La megapolis brasileña se ha ganado la atención del mundo dado al incremento de capital económico y humano, así como por el gran scene de arte urbano y grafiti en las favelas, sus barrios marginados. El Guggenheim hubiese sido el broche de oro, el último paso para poner a Río en la vanguardia de la producción cultural y artesanal. Inclusive, el museo pretendía desarrollar el área portuaria y proveería servicios a las comunidades locales. Sin embargo, el proyecto tenía un costo de $23.8 millones y traería a la mesa intereses extranjeros para el desarrollo. Además, el proyecto recibió crítica porque su localización, servicios y su mercado objetivo, pretendía servir a los intereses (y al bolsillo) de los sectores más ricos de la sociedad carioca. Yúdice explica que se debe incluir creatividad e innovación en la fórmula del desarrollo, siempre y cuando el producto sirva para el desarrollo de una región dinámica. “Pero tal ‘dinamismo’ debe ser medido por la contribución que esa innovación y creatividad crean para la redistribución de las riquezas al crear infraestructura que conduzca a un mayor capital humano y a la creación de trabajos para garantizar la movilidad social” (218). Inclusive, es imperativo que estas producciones y actividades culturales sean nutridas por todos los ámbitos: cultura, raza, género (añadiría yo) y clase. Finalmente, Yúdice advierte sobre la posibilidad de que esta producción sea creada, dirigida o comprada para el consumo masivo y aclara que, de darse el caso, se continuará fomentando la desigualdad y la discriminación, y se desataría un proceso de gentrificación.

En cuanto a la auto-gestión, o el llamado DIY (Do It Yourself) urbanism, Iveson— citando a Margaret Crawford— delimita varios puntos clave para asegurar el derecho a la ciudad. La des-familiarización permite identificar nuevas posibilidades y utilidades en espacios que han quedado desvalorados o menospreciados, por ejemplo, los parques, las plazas y el parking. La re-familiarización se trata de reocupar espacios perdidos o alineados en la ciudad. El 11 de febrero de 2015, estudiantes del curso “Geografías del Género” en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras visitaron y habitaron la Plaza de Robles en Río Piedras durante horas de la noche, retomando así un espacio obviado por miedo al crimen, y como protesta a poder “andar solas por la calle”. La des-comodificación de la ciudad sugiere la aseveración de valores de uso por encima de valores económicos. El Cinema Paradiso en la calle Loíza, Santurce, logra esto al usar un lote vacío para realizar actividades culturales y un cine al aire libre de entrada gratuita, dándole mayor valor al enriquecimiento cultural e intelectual de las personas. Iveson presenta también la priorización de economías alternas, por ejemplo, las cooperativas, uniones de crédito, bancos comunitarios, centros de reciclaje y reutilización de mercancía (thrift stores). En España— gravemente impactada por una crisis económica— han surgido sistemas monetarios alternos como los sistemas de crédito en línea (un crédito que no está ligado a una moneda) y los Bancos de Tiempo, un sistema de intercambio de servicios, conocimientos y cuidados por tiempo. Por último, y más importante, se necesita de la colaboración a pesar de diferencias raciales, de clase y de género que garanticen la entrada de grupos emergentes y/o desconocidos, en vez de sólo trabajar con grupos establecidos y favorecidos. Debo aclarar que esto no es una fórmula única para el desarrollo y de ser utilizada se debe transformar para encajar con el contexto socio-cultural particular, así como para satisfacer las necesidades de todos los grupos de la comunidad.Casa de Trina Padilla

Concluyo que el arte urbano y el grafiti, de prestarse para la autogestión y el auto-desarrollo, están comprometidos a ser el vehículo de comunicación para aquellos que no tienen voz ni visibilidad en el pueblo de Arecibo. Por eso, estas obras de arte deben conceptualizar o aludir a las realidades de estas personas y su diario vivir. Más importante aún, este arte se compromete a entrar en conflicto con fuerzas opositoras para garantizarle a las personas el derecho a habitar y disfrutar del pueblo. Resulta imprescindible entonces que estos artistas se organicen y cuenten con el apoyo de la comunidad para llevar a cabo su proyecto. De esa forma, el ciudadano y el individuo siente que, de alguna forma, eso es un producto de el/ella, que reclama su derecho a habitar la ciudad y reafirma su sentido de pertenencia al espacio urbano. Por último, Yúdice nos advierte que estos proyectos, de tener un carácter turístico, se pueden prestar para la comercialización del arte, la gentrificación de barrios marginados y la perpetuación de la condición invisible de algunas personas. Para salvaguardarse, los artistas y las comunidades deben trabajar para crear un capital humano y económico fomentado por la participación de todos los sectores de la sociedad.

ASAP, Casa Ulanga y la Celebración del Quinto Centenario de Arecibo han logrado que la comunidad arecibeña reafirme su sentido de pertenencia en la ciudad. ASAP y sus artistas han embellecido espacios abandonados y en mal estado, deleitando al transeúnte con arte de calidad por artistas como Damaris Cruz, David Zayas, Vero Rivera, Treksix, Javier Cintrón, Axel Void y otros. La Casa Ulanga y la Celebración exaltaron la historia de Arecibo y ofrecieron actividades de recreo y cultura que permitieron a la audiencia adquirir conocimiento, mientras cultivaban su orgullo por pertenecer a esa ciudad. Estos son esfuerzos que sí merecen crédito y aplauso por su dedicación y respaldo a la comunidad.Jpeg

Sin embargo, aún hay mucho trabajo que hacer y muchas preguntas por contestar. ¿Cómo fue la comunicación entre ASAP y los habitantes del casco urbano? ¿De dónde vienen estos artistas y cuáles son arecibeños, si alguno? ¿Qué poder y nivel de participación tuvo la comunidad en la organización y la realización de las obras de artes? ¿Los miembros de la comunidad se vieron identificadas en el arte y sintieron una afinidad con su mensaje? ¿Se representó la historia de la comunidad y sus diferentes integrantes? Y si el objetivo de ASAP era incitar la autogestión, ¿cómo propuso y llevó a cabo su intento? Según lo discutido aquí, ¿el arte entró en confrontación con los causantes de la degradación urbana, ambiental y política de Arecibo? ¿Quiénes se sintieron excluidos y silenciados? ¿Quiénes se vieron beneficiados por estos esfuerzos?

En el caso del Quinto Centenario, ¿cuál fue el impacto social y económico inmediato? ¿Cuáles son los planes futuros, si alguno, para fomentar la producción cultural y garantizar el derecho a habitar Arecibo? ¿Hay algún proyecto de desarrollo inmobiliario o económico en la mira? ¿Hay algún plan para la mejora de la calidad de vida de lxs que allí ya viven? ¿Cómo se mejorarán los lugares públicos y sitios de servicio al ciudadano? ¿Hay alguna intención o proyecto para combatir la contaminación de los recursos naturales y velar por su bienestar? Estas, y otras, son preguntas que me gustaría poder contestar con un estudio etnográfico dónde entrevistaría a artistas, líderes comunitarios y políticos, gestores culturales y las personas que habiten el casco antiguo. Mi mayor preocupación es que se esté intentando renovar y revitalizar Arecibo partiendo desde una perspectiva económica, con el objetivo de comercializar el entorno urbano y sacarle provecho a su habitante. No obstante, como arecibeño, con familia que vive y ha vivido en el casco urbano, con memorias de momentos y lugares de gran significado personal dentro de esa ciudad, sostengo que se debe llevar a cabo una re-habitilización de Arecibo. Con esto me refiero a re-capacitar a Arecibo como ciudad y entorno urbano sostenible, equitativo y sobre todo habitable, para principalmente mejorar la situación de los que ya viven allí, así como impulsar un influjo de nuevos habitantes. Además, recalco la necesidad de atender la crisis ambiental que ha puesto en peligro el bienestar del medio ambiente y lxs compañerxs arecibeñxs. Con este artículo no pretendo menospreciar los esfuerzos de los individuos y la comunidad sino velar por el bien de mi ciudad y compañeros citadinos.

Termino con unos breves comentarios sobre el nuevo cognomento arecibeño: “Arecibo, la ciudad que crece”. Dicho lema es casi un “re-branding” de Arecibo por parte del alcalde Carlos Molina que precede las últimas gestiones de desarrollo (la restauración de la Avenida Víctor Rojas, el Parque Acuático y el embellecimiento de algunas áreas públicas) y para hacer parecer que un gran cambio se avecina. Recuerdo el artículo publicado en este diario “Echarpalantismo” escrito por Miguel Rodríguez Casellas donde el autor discute el mensaje detrás de las más recientes consignas políticas de “Echar pa’lante”. Rodríguez Casellas explica cómo estos lemas de progreso, fast-tracking y crecimiento, como el de Arecibo, parten de la ideología popular de que el puertorriqueño se ha convertido en un vago y anda falto de iniciativa. El autor aclara como este lema, las energías suscitadas y el “no mires pa’tras” intentan esconder la realidad: que desde el principio hemos partido usando proyectos políticos y planes de desarrollo fallidos, que solo responden a los intereses del partido al mando y de la elite. El banner de “Arecibo, la ciudad que crece” que acompaña a la ruina pintada y al teatro con una agencia médica en sus bajos es la materialización “echarpalantista”. “Crecer” no mejorará la condición del compueblano, ni traerá gobierno justo y consciente ni limpiará las aguas del Caño. Aquí se ha intentado crear un Arecibo plástico, un parque temático a cuestas del patrimonio cultural, la ciudad y su gente que se puede remodelar y expandir para dar la sensación de progreso y asegurar el próximo cuatrienio. La ciudad es para habitarla, no para exhibirla.

Arecibo ya es grande. Somos grandes en historia, riquezas naturales y en gente. Arasibo, Capitán Correa, Víctor Rojas, Pachín Marín, René Marqués, Manuel Zeno Gandía, María Cadilla, Luisa Capetillo, Trina Padilla, Cayetano Coll y Toste, José Coll y Cuchí, Víctor Pellot, Luís Rodríguez Olmo y Manuel “Petaca” Iguina. La Poza del Obispo, la Cueva del Indio, el Caño Tiburones, el Río Grande de Arecibo (el Abacoa), la Cueva Ventana y el Bosque Cambalache. ¿Queremos expandir y construir hasta alcanzar los horizontes o queremos volver a rescatar una ciudad y una memoria que hemos perdido? Honro ese pasado para rescatar las mentalidades, las percepciones y los hechos que exaltaran la lucha y defensa de derechos. El Arecibo que fue, fue y no será, de poco nos sirve la nostalgia. Me he reconciliado con este pensamiento conociendo la caducidad del presente y sabiendo muy bien que ese Arecibo fue “dorado” para los pocos. Escribo por un Arecibo que renuncia a las injusticias, violencias, explotaciones y los prejuicios de su pasada sociedad. La seña y la marca son los primeros pasos para retomar los espacios negados, escondidos y abandonados. Sin embargo, el grafiti y el arte urbano tienen el poder de nutrirse de nuestra historia y las múltiples realidades de mis compueblanos y traerlas a la superficie. De esta manera, ambas formas de arte dejan de ser una mera gestión superficial y se convierten en re-acción perpetua con la comunidad como anfitrión. Dame la brocha, dame el pasquín. Arecibo es mío para pintarlo, vivirlo y quererlo. Arecibo es del Cetí, es de la ribera del Abacoa, del Carnaval y por siempre, del Mar.Atardecer en Arecibo


Sobre Mario Mercado Díaz
Mario Mercado Díaz


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