Apadrinando con amor, una oportunidad para cientos de niños y niñas
por Diana C. Sostre
Sandra Adorno Sánchez se dirigía a un hogar de adolescentes varones en Bayamón con la esperanza de conseguir trabajo como psicóloga, pero se perdió de camino y no lo encontró. Días más tardes, logró llegar y la entrevistó un psicólogo recién contratado que justo ocupaba la plaza que ella deseaba. Sin embargo, la vida es así, cuando salió vio un letrero que nunca había visto. Era el letrero del Hogar del Niño El Ave María. Apuntó el número de teléfono, llamó, fue a una entrevista y en una semana ya estaba trabajando como psicóloga del Hogar.
El Hogar del Niño El Ave María funciona como una casa transitoria en la que niños de 0 a 4 años viven hasta que puedan regresar a sus padres o ser adoptados. Ubicado en Bayamón, es uno de 1,100 establecimientos licenciados para el cuidado de niños, según el Departamento de la Familia (DF). Es liderado por monjas y tiene la capacidad de albergar hasta 18 menores. En él, Adorno Sánchez comenzó como psicóloga hasta que “apadrinó” por primera vez en el 2004 y desde entonces, se ha dedicado a esta labor comunitaria.
“Nunca quise apadrinar”, confesó la psicóloga tras explicar su temor al “proceso doloroso” que los padrinos sufren cuando se tienen que despedir de su ahijado porque es regresado a sus padres, adoptado o reubicado. Sin embargo, luego de trabajar sus primeros tres años con paga y como psicóloga voluntaria los últimos 16 años, decidió apadrinar un varón.
“Llegó un nene bien fuerte de conducta y pensé que si yo que soy psicóloga y no podía (educarlo), ¿quién podrá?”, se preguntó entonces. Lo apadrinó y así fue como albergó en su vivienda el primero de veinte niños que han pasado por sus manos.
Para el 2015 se estima que el DF tenía la custodia de 5,998 menores que fueron removidos de sus casas. Grave problema, sin duda alguna, que los programas de padrinaje aspiran a mitigar mediante la movilización de la solidaridad, el cuidado y el amor.
El padrinaje consta de que el niño se quede en la residencia de sus padrinos una vez al mes. En ocasiones especiales es por más tiempo, como en Semana Santa, que el calendario de pase se extiende a diez días.
Para “apadrinar” se necesita cumplir con varios requisitos legales o reglamentarios. Se requiere Certificado de Salud, Ley de Verificación de Historial Delictivo de Proveedores de Servicios de Cuidado a Niños y Envejecientes, Certificado de Cumplimiento de ASUME, Certificado de Antecedentes Penales y Certificación de Resucitación Cardiovascular de los futuros padrinos y de todo aquel mayor de 18 años que viva en el futuro Hogar de Pase, o sea, morada transitoria. También es requisito una visita aprobada por el DF al domicilio de padrinaje y entrevistas exitosas a vecinos. Con todo esto, se obtiene la licencia para fungir como Hogar de Pase, de Crianza (donde el menor en vez de vivir en el “Hogar”, vive en la casa de los padrinos) o de Adopción.
Es mucho trabajo el que Adorno Sánchez realiza, pero lo logra gracias a sus hijas y su marido. La primera vez que llevó un menor a su vivienda, no lo consultó con su pareja, no obstante, su esposo siempre la ha apoyado. A veces ha tenido en su casa dos niños a la vez. En febrero tuvo un bebé de dos semanas de nacido y una de tres meses que aún cuida. En estas ocasiones especiales cuenta con la ayuda de toda su familia.
“Para mí son mis hijos, es como un hijo espiritual, yo no lo parí, pero se siente el mismo afecto y responsabilidad”, expuso. Su meta para con cada menor que apadrina es “… que reciban amor, que se sientan importantes y que sepan que hay una persona que se preocupa por ellos. Que reciban atención y, sobre todo, que reciban amor y que se lo lleven”, refiriéndose a que los niños recuerden que alguien los ama y que ese amor que recibieron, también pueden darlo.
Aunque fue pura casualidad que llegó Adorno Sánchez al Hogar del Niño El Ave María, la vida de esta manera le concedió la oportunidad de apadrinar, actividad que no quiso realizar de primera intención, pero que ahora forma parte intrínseca en su vida, en la vida de sus hijas y de su pareja. Así, cada niño que ella apadrina recibe “amor para dar amor”.
[Hogar del Niño el Ave María – Facebook]
La autora es estudiante de Periodismo de la Escuela de Comunicación, Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Forma parte del curso de Redacción que colabora con el Seminario sobre Periodismo Comunitario que coordina el profesor Luis Fernando Coss.
Sobre PRTQ-UPR
Los autores bajo esta firma son estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico vinculados al seminario sobre "periodismo comunitario" que imparte el profesor Luis Fernando C
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