A tan solo once meses de las próximas elecciones generales en Puerto Rico, es vital que los ciudadanos nos concentremos en los problemas reales del país y en candidatos que puedan ofrecer soluciones efectivas en lugar de caer en la trampa de los personalismos y los cultos de personalidad. La política en la isla ha estado marcada por chismes y farándulas alrededor de candidatos y aspirantes a puestos políticos, a menudo en detrimento de la discusión de asuntos cruciales.

Los cultos de personalidad en la política, la atención desmedida al chisme y farándula que estos candidatos generan (muchas veces a propósito) distraen la atención de la ciudadanía y frecuentemente descuidan la discusión de problemas apremiantes. Esto debilita la democracia y obstaculiza la capacidad de la sociedad para abordar cuestiones económicas, políticas y nuestros desafíos como país. La economía de Puerto Rico enfrenta una crisis prolongada, agravada por la deuda pública y la falta de crecimiento sostenible. Nos enfrentamos a varias crisis de salud, energía, vivienda, desplazamiento, y del medioambiente. Regenerar la vida pública del país para nuestro bien colectivo en este momento tan crítico de nuestra historia nacional es imperativo, requiere un diálogo serio más allá de quién es más “influencer”, quién es más “pana” y de las tiraeras y encontronazos que ocurren en los medios. La recuperación de Puerto Rico requiere soluciones concretas, no retórica vacía.

Es imperativo que los votantes analicemos críticamente las propuestas y la trayectoria de los candidatos. Debemos cuestionar a los candidatos sobre planes para revitalizar la economía, fortalecer el sistema de salud, proteger al medioambiente, ampliar el acceso a la vivienda, mejorar la infraestructura, recuperar la democracia y promover la transparencia en el gobierno.

En el período previo a las elecciones, los debates deben centrarse en los problemas que afectan a Puerto Rico. Merecemos líderes comprometidos con nuestro bienestar, no con su propia imagen. Los votantes debemos exigir soluciones concretas y factibles en lugar de retórica vacía. También nos toca preguntar quiénes ofrecen opciones reales de cambio y quiénes son las personas con la trayectoria, historial y carácter para llevar a cabo estos cambios tan necesarios. En última instancia, la elección debe basarse en quién puede llevar a Puerto Rico hacia un futuro más próspero y resiliente, en lugar del chisme y la farándula.