2020
El 2020 nació agonizando, el trance que con él hemos vivido está a punto de concluir. Nada o casi nada bueno se puede decir de estos pasados 365 días, hemos sufrido cada segundo, cada minuto, cada hora. Sus estertores nos llevaron desde que sonó el anuncio de su llegada por un camino de sobrevivencia extrema y todavía con una semana de por medio podría guardar alguna sorpresa para hacer de su partida una inolvidable, porque de lo que estoy segura es que nuestro deseo más profundo es expulsar de nuestra memoria estos meses.
Dicho esto, porque no se puede decir otra cosa, hay que admitir que la herencia del natimuerto no era precisamente un camino de flores. Del 2019 tampoco nos queremos acordar, con excepción de un glorioso verano que casi nos absuelve del futuro que estábamos construyendo, pero su fervor no nos dio para tanto.
No necesitamos una lista de todo lo malo que hemos vivido porque lo tenemos muy fresco aún en nuestro espíritu. A punto de doblar la curva de las margaritas, este año nos deja con un lastre a la espalda que hará más difícil el camino. Aún estamos encerrados, combatiendo nuestra propia naturaleza para mantener a salvo a nuestros seres amados, con una gran desconfianza hacia quienes una minoría puso frente al gobierno del país, el desempleo y la criminalidad a niveles insospechados, la corrupción gubernamental paseándose sin pudor por los pasillos del Capitolio, el descaro de un fraude electoral, las entrañas de la tierra temblando como un recordatorio de nuestra fragilidad. El miedo que arrastra el viento por nuestras calles amenazando con quebrarnos.
Aún así esperamos el 2021 con la certeza de que seguiremos de pie. Concientes de que encontraremos el lugar donde anclar para bajar la carga, navegar ligeros hacia un futuro que no será construido desde la precariedad sino desde la resistencia, la certeza, el derecho a reclamar ese espacio que otros nos redujeron para su beneficio. Sin optimismos falsos, con el convencimiento de que tenemos alas y podemos volar. Como dice una adorada canción de Joaquín Sabina:
“…que el equipaje no lastre tus alas, que el calendario no venga con prisas, que el diccionario detenga las balas, que las persianas corrijan la aurora, que gane el quiero la guerra del puedo, que los que esperan no cuenten las horas, que los que matan se mueran de miedo, que el fin del mundo te pille bailando, que el escenario me tiña las canas, que nunca sepas ni cómo ni cuándo, ni ciento bailando, ni ayer ni mañana…”
Sobre Daisy Sánchez
Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?
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