Y después del plebiscito...

Y después del plebiscito...

El deseo del gobierno de Ricardo Rosselló Nevares se hizo realidad.  La celebración del Plebiscito el 11 de junio de 2017 fue la culminación de la Ley 7 del 2 de febrero de 2017, ley denominada como la Ley para la Descolonización Inmediata de Puerto Rico.  El liderato del Partido Nuevo Progresista alcanzó el sueño de toda una vida: que en una consulta electoral la abrumadora mayoría de los votantes escogiera como alternativa de status la estadidad, aún cuando la gran mayoría de los puertorriqueños no fuera ese día a votar.

Después de la celebración de los resultados en esa noche ante un escaso grupo de simpatizantes, el liderato del partido fue a la ciudad de Washington para hacer las proclamas correspondientes de victoria y de que era ya la ahora de que el Gobierno de los Estados Unidos de América (EUA) nos confiriera el derecho de ser iguales a los ciudadanos americanos de los cincuenta estados.  Con eso allanaban el camino para la llegada de los cinco representantes y dos senadores a ser nombrados pronto por Rosselló Nevares de conformidad con el llamado “Plan Tennessee”, para que a cuenta de las contribuciones de los puertorriqueños fueran al Congreso a cabildear por la admisión de Puerto Rico como el estado 51 de la federación.  Tomemos nota de cuál ha sido la experiencia de nuestra historia desde el 25 de julio de 1898, el día en que nos invadió el ejército de los EUA como parte de la Guerra Hispanoamericana para considerar qué podrá pasar ahora.

Apenas habían entrado las tropas norteamericanas por Guánica ese día, luego de haber bombardeado el Viejo San Juan el 12 de mayo de 1898, y sin que los puertorriqueños hubieran hecho cosa alguna contra el pueblo norteamericano, el general a cargo de las tropas, el General Nelson Miles, leyó una proclama en la que dijo entre otras cosas lo siguiente y citamos:

A los habitantes de Puerto Rico: En la continuación de la guerra contra el Reino de España por el pueblo de los Estados Unidos, en la causa de la libertad, de la justicia y de la humanidad, sus fuerzas militares han venido a ocupar la Isla de Puerto Rico.  Vienen portando la bandera de la libertadOs traen un abrazo alentador de una nación de pueblo libre, cuyo mayor poder consiste en la justicia y la humanidad para todos los que viven dentro de su comunidad...El principal objetivo de las fuerzas militares norteamericanas será el de derrocar la autoridad armada de España y dar al pueblo de vuestra bella Isla la mayor medida posible de libertad, … No hemos venido a hacer la guerra contra el pueblo de un país que ha sido oprimido durante siglos, sino al contrario, a traeros protección, no sólo para vosotros, sino para vuestra propiedad, para promover vuestra prosperidad y para procuraros los privilegios y bendiciones de las instituciones liberales de nuestro Gobierno….Esta no es una guerra de devastación, sino una que persigue el dar a cuantos estén bajo el control de sus fuerzas militares y navales las ventajas y las bendiciones de la ilustrada civilización.

Al 17 de junio de 2017, todavía estamos esperando el cumplimiento de esas promesas por parte de ese gobierno.  Si tomamos nota de la Ley PROMESA y los efectos de la misma sobre el país, ley impuesta por el Congreso de los EUA en junio del 2016 sin nuestra participación como pueblo, las dos decisiones del Tribunal Supremo de EUA  del mismo mes de junio de 2016 que demolieron la ilusión del  estado libre pero asociado a los EUA, la devastación socio económica por la que hemos estado pasando durante los últimos diez años, y la quiebra política, económica y social en la que se encuentra el país, mientras ha estado bajo la tutela del gobierno federal por 119 años, lo que leyó el General Miles fue una solemne mentira.

Reflexionemos en torno a cada una de las promesas.  La causa de la guerra fue la libertad, la justicia y la humanidad.  ¿Ha sido ese el resultado de la relación de 119 años?  Vinieron los soldados portando la bandera de la libertad.  ¿Dónde están esas banderas de libertad? ¿Se las llevaron después que terminó la Guerra Hispanoamericana?  Vinieron a darnos la mayor medida de libertad posible.  ¿Cuál?  ¿La de determinar cuándo se va a recoger la basura, cómo se va a dirigir el tránsito, cuáles serán las penas por determinados delitos, cuánto se pagará de contribuciones para la administración de los asuntos locales, dentro del marco de la constitución de ellos y de las leyes de ellos?  Vinieron a protegernos a nosotros, a nuestra propiedad, para promover nuestra prosperidad y para conferirnos los privilegios y bendiciones de sus instituciones liberales.  ¿En serio?  ¿Por qué entonces a lo largo de más de un siglo cinco millones de puertorriqueños se han visto obligados a mudarse para allá?  ¿Nos han estado protegiendo contra qué?  ¿Qué prosperidad estamos viviendo hoy?  ¿Cuánto de nuestra riqueza natural y humana han explotado y se han llevado desde el establecimiento de las grandes centrales azucareras e intereses comerciales e industriales desde principios del siglo XX hasta el presente?  La guerra no era una guerra de devastación sino una para brindarnos las bendiciones de una civilización ilustrada.  ¿En serio?  Durante la década del 1930 al 1940 éramos una nación devastada.  Algo así somos también ahora socio económica y políticamente.

Por virtud del Tratado de París de 1898, se puso fin a la Guerra Hispanoamericana.  De conformidad con sus términos el Gobierno de los EUA  asumió el control formal sobre Puerto Rico.  El artículo IX de dicho Tratado dispone lo siguiente: “Los derechos civiles y la condición política de los habitantes naturales de los territorios aquí cedidos a los Estados Unidos se determinarán por el Congreso.”  ¿Qué ha hecho el Congreso con nuestros derechos civiles y nuestra condición política desde entonces?  Además de imponernos la ciudadanía más nada porque seguimos siendo un territorio.

Desde que se nos impuso una forma de gobierno civil una vez terminó el gobierno militar cuando se aprobó la Ley Foraker en el año 1900, se organizaron partidos políticos en la Isla.  Todos los partidos principales siempre han estado insatisfechos con la relación política con los EUA promoviendo la anexión, alguna forma de autonomía o libre asociación o la independencia.  Alternaron el poder legislativo de Puerto Rico elección tras elección hasta el año 1948 promoviendo sus respectivas posiciones en torno a cuál debería ser la relación política entre Puerto Rico y los EUA.  Después del resultado de cada elección, ¿qué ocurrió?  Nada.

En el año 1952, por virtud de una ley aprobada por el Congreso se creó el Estado Libre Asociado que desde entonces pasó a ser el estandarte político del Partido Popular Democrático.  No obstante la aprobación de esa estructura política para Puerto Rico y de la adopción de una constitución, ni el liderato anexionista, ni el independentista y tampoco el  del Partido Popular Democrático estuvieron satisfechos y continuaron promoviendo sus respectivas posiciones.  Luis Muñoz Marín desde entonces comenzó a promover ante los EUA  mayores poderes políticos para Puerto Rico.  Sus esfuerzos no tuvieron éxito. Entre dichos esfuerzos ante el Congreso estuvieron   el Proyecto Fernós Murray HR 5926, 86th Congress (1959); el Proyecto Aspinall HR 5945, 88th Congress (1963).  Fracasaron.  No hubo cambios en la relación entre Puerto Rico y los Estados Unidos.  En el año 1967 se promovió el primer plebiscito. El resultado en cuanto a cada una de las opciones fue el  siguiente: 60.4% a favor del Estado Libre Asociado, 39% a favor de la estadidad y 0.6% a favor de la independencia, y sólo votó el 60% de los votantes inscritos en Puerto Rico a esa fecha. Nada hizo el Gobierno de los EUA ante esos resultados.  En la década de 1970, Rafael Hernández Colón promovió lo que llamó “El Nuevo Pacto”.  Nada ocurrió al respecto.

Posteriormente, el liderato de los tres principales partidos políticos del país promovió un proyecto de ley para promover la descolonización de Puerto Rico ante el Congreso,  proyecto promovido por el Senador   Bennet Johnston de 1989 el “Puerto Rico Status Referendum Act” (S. 712), reintroducido en el año 1990 S. 244. Ninguno de esos proyectos de ley tuvo éxito.  No pasó más allá del Comité Congreso  del Senado de los EUA que tuvo la consideración de dicho proyecto a su cargo.

Después el gobierno de Pedro Rosselló González  auspició un nuevo plebiscito el 14 de noviembre de 1993 y en el mismo el Estado Libre Asociado obtuvo un 48.6% de apoyo, la estadidad un   46.3% y la independencia un  4.4%. Nada hizo el Gobierno de los EUA ante los resultados de dicho plebiscito.

Posteriormente en el año 1996 en la Cámara de Representantes del Congreso de los EUA se aprobó un proyecto de ley, el Proyecto 856 (el Proyecto Young) para dar curso a un plebiscito auspiciado por el Congreso de los EUA en Puerto Rico sobre el status político de Puerto Rico. Dicho proyecto nunca fue aprobado ni considerado por el Senado de los Estados Unidos de Norteamérica.

Después el gobernador Pedro Rosselló González promovió  un nuevo plebiscito el 13 de diciembre  de 1998  y en el mismo el Estado Libre Asociado obtuvo un .01 % de apoyo al ser boicoteado por el PPD que promovía dicha opción, la estadidad un   46.5% y la independencia un  2.5%.  La alternativa que favorecía  “ninguna de las anteriores” obtuvo el   50.3% del voto.   Nada hizo el Gobierno de los EUA ante los resultados de dicho plebiscito.

En el año 2000, el Presidente William Jefferson Clinton suscribió la Orden Ejecutiva número 13,183, estableciendo un Comité Interagencial Presidencial sobre el Status de Puerto Rico, con el propósito de estudiar la relación política entre Puerto Rico y los EUA, para producir un informe en torno a las alternativas de Status de Puerto Rico.  El Comité emitió un informe el 22 de diciembre de 2005 a través del cual se reconoció la necesidad de tomar alguna acción política, así como también el hecho de que contrario a la representación hecha por EUA a la ONU en el año 1952 de que Puerto Rico había adquirido la más alta forma de auto gobierno, Puerto Rico había sido y continua siendo una posesión del gobierno de EUA bajo su poder y control.  A parte de dicho informe, nada hizo el Gobierno de los EUA con el estado territorial de Puerto Rico.

El 6 de noviembre de 2012 se llevó a cabo un nuevo plebiscito en Puerto Rico como parte de las elecciones generales de ese año. En dicho plebiscito votó el 45% de los electores por la estadidad, 24% por el estado libre asociado soberano,  por la independencia el 4% y el 27% de los electores depositó las papeletas en blanco.  Nada hizo el Gobierno de los EUA ante los resultados de dicho plebiscito.

Entre el año 2009 y el 2017, Pedro Pierluisi fue Comisionado Residente en Washington por Puerto Rico.  Presentó un proyecto de ley ante el Congreso para promover la anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos.  Nada pasó en el Congreso con el mismo.

Considerando esa historia de más de cien años, piense usted en si va a ocurrir una descolonización inmediata después del plebiscito del 11 de junio de 2017.  Considere si debemos seguir entregando nuestro destino como país a los partidos políticos o si debemos buscar una nueva alternativa, aceptando el reto de construir un nuevo Puerto Rico desde nuestras familias, desde nuestras comunidades, desde nuestros lugares de trabajo. Considere si ya no es hora de darnos cuenta de que citando al educador Justo Méndez Arámburu, la autodeterminación,   la descolonización, no se piden, se ejercen.

En el plebiscito del 2012 el 27% de los electores echó la papeleta en blanco (498,604)  y el 21.81% de los electores inscritos no fue a votar (524,081).  En las elecciones del 2016 el 16.86% (266,325) de los votos fueron para candidatos a la gobernación independientes, es decir, no afiliados a partido político alguno.  Solamente fueron a votar el 55.45% de los electores inscritos.  Eso significa que de los inscritos 1,277,496 no fueron a votar, para un total de desafiliación de más de un millón y medio de electores.  En el plebiscito del 11 de junio de 2017, solo votó el 22.93% de los electores (518,394). Eso significa que  del total de los inscritos 1,742,401 no fueron a votar.  Ese creciente silencio y esa desafiliación, ¿será una señal?

 

Casi todas las noches voy después del trabajo al pequeño supermercado que está a unas pocas cuadras de mi casa para comprar artículos de primera necesidad que hagan falta en el hogar y lo que vaya faltando durante la semana de leche fresca, jugos, vegetales y frutas frescas y las carnes que allí las venden buenas.  Además,  voy para encontrarme con los vecinos de la comunidad que si no es allí no los veo.  Es una rutina de más de 30 años.  Allí  me encuentro también con el gerente, un jíbaro bien serio y recio  de San Lorenzo, de campo adentro,  que parece siempre  estar incómodo con estar viviendo en San Juan.  Es un estadista hasta el tuétano de los huesos, y el jueves  después del plebiscito allí me lo encuentro.  Se me acerca con la misma seriedad de siempre y con los ojos tristes en voz baja como siempre habla me dice: “Roberto voy a montar un negocio.” Como llevaba muchos años trabajando allí y conoce el comercio pensé que entonces se iba y así se lo pregunté, y me dice, “No.  Es un negocio por el lado.” Pensando en que iba a procurar orientación legal de mi parte le pregunté entonces  qué tipo de negocio iba a establecer y me responde: “Una fábrica de abrigos de invierno para venderlos en Puerto Rico.” Se quedó igual de serio y al ver mi sonrisa y comprender que yo entendía a qué se refería,  me dio una palmada en la espalda y con cara abochornada y ofendida por lo que pasó el 11 de junio en Puerto Rico y lo que estaba pasando durante la semana,  me dejó con el carrito de compras en la mano.

Roberto O.  Maldonado Nieves

romn1960@gmail.com


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