Por una agricultura ecológica, sostenible y soberana
Por Nelson Álvarez Febles*
La agroecología es un enfoque distinto al desarrollo agrícola convencional, pues se basa en un paradigma científico diferente al reduccionismo, hoy predominante. El nuevo paradigma es holístico, integra las multiplicidades, y asume que los sistemas sociales y agroecológicos se reflejan mutuamente, pues han co-evolucionado juntos. Tanto la injusticia social como la degradación de la naturaleza responden a concepciones jerárquicas que justifican el dominio por parte sectores dominantes con creencias de superioridad, que nutren esquemas de control, destrucción y lucro.[1]
Mientras tanto, los sistemas de producción fundados en principios agroecológicos son biodiversos, resilientes, se adaptan en lo posible a la naturaleza en vez de modificarla, eficientes energéticamente, socialmente justos y constituyen la base de una estrategia energética y productiva fuertemente vinculada a la soberanía alimentaria, como veremos más adelante.[2]
- PREMISAS
Visto desde la agroecología, la política agraria debe responder a tres premisas específicas para Puerto Rico:
- La agricultura debe priorizar la seguridad alimentaria nacional: alimentos suficientes de calidad para toda la población durante todo el año.
- La naturaleza debe ser tratada con consideraciones inter-generacionales y como algo finito, no como un recurso a ser utilizado bajo criterios desarrollistas y economicistas.
- El agro-negocio debe estar supeditado a las dos consideraciones anteriores. No es posible continuar favoreciendo prácticas agrícolas depredadoras de la naturaleza y explotadoras en lo social.
Lo anterior tiene consecuencias importantes para el diseño agroecosistémico, la selección de tecnologías, el manejo de recursos de todo tipo, la organización social y las expectativas en diseño agroalimentarios. Además, abre el camino hacia la soberanía alimentaria, concepto elaborado por la Vía Campesina, en los años noventa, que va más allá de la seguridad alimentaria para proponer el control de todo el sistema agroalimentario por parte de las comunidades, pueblos y países, desde cómo se hace agricultura, el control del territorio, los derechos de mujeres y minorías, la justicia social y la autonomía agroalimentaria.[3]
- LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA CON CRITERIOS SOCIOECONÓMICOS, DIVERSIDAD PRODUCTIVA Y SOBERANÍA ALIMENTARIA
Entendemos que en Puerto Rico se puede producir, mediante la agroecología, por lo menos dos terceras partes de los alimentos para la población, utilizando los terrenos reservados por ley para la agricultura. Se asume que una tercera parte de los alimentos serán importados en una economía abierta, y para satisfacer algunos hábitos alimenticios bien arraigados en nuestro país, como el aceite de oliva y el bacalao. La producción se podría dividir de la siguiente manera (ver gráfica):
Urbano y peri-urbano: En la Isla existe una gran potencial para este tipo de agricultura. En las urbanizaciones hay espacios disponibles y muchos techos planos. En las ciudades quedan áreas para desarrollar eco-huertos caseros y comunitarios. Podría aportar hasta un 15 por ciento del total de alimentos.
Autoconsumo y cercanía: Las fincas familiares de micro o pequeños agricultores, en Puerto Rico, ejemplificadas por la siembra del conuco, producen una gran variedad de alimentos vegetales, animales, frutas, plantas medicinales y otros bienes para el sustento y la economía familiar. Además, los excedentes entran en la economía local a través del trueque y la venta al detal. Deberíamos volver a producir así una parte importante de nuestros alimentos, entre un 20-30 por ciento.
Fincas ecológicas comerciales: Orientadas a la venta al detal y al por mayor, son las fincas que tienen capacidad de producir para los mercados que requieren que se cumplan con normas de mercadeo (certificación, sanidad, empaque, regularidad de las entregas, etc.). Más que explotaciones agroindustriales, deberán tener características de fincas familiares, cooperativas o de trabajadores dueños. Proponemos que la producción de este tipo de finca aporte de un 25-35 por ciento de las necesidades.
- QUÉ ALIMENTOS DEBEMOS PRIORIZAR EN LA AGROECOLOGÍA
Debido a factores climáticos, ecosistémicos, históricos y culturales, existen alimentos que debemos priorizar en el diseño de un sistema agroalimentario nacional que sea sustentable en el tiempo, cumpla con las necesidades nutricionales, genera bienestar económico y proteja nuestra naturaleza. A continuación proponemos algunas estrategias productivas adaptadas a nuestra realidad:
- Los alimentos perecederos que son de producción más fácil en nuestras condiciones geográficas, y que además son más nutritivos consumidos frescos, como las frutas, vegetales, carnes, lácteos, huevos, pescados, miel, plantas medicinales, entre otros.
- El cultivo de alimentos tradicionales a nuestra agricultura y dieta, los llamados frutos menores: guineos, plátanos, tubérculos, panas, habichuelas, arroz, maíz, ajonjolí, entre otros.
- Cultivos de nuestra dieta con buen potencial económico y exportador, como el café, cacao, jengibre; cultivos nuevos ya integrados en nuestra agricultura familiar, como cúrcuma, flor de Jamaica, kale, entre otros. Además, cultivos con potencial comercial, como cannabis y cáñamo, que no son alimenticios.
Muchos de estos cultivos son de mejor sabor, calidad nutricional y de mayor valor comercial cuando son productos de la agricultura ecológica.
- CÓMO DEBERÍA SER UNA DIETA PUERTORRIQUEÑA SOSTENIBLE, NUTRITIVA Y NACIONAL
En el siglo pasado se la cambió la dieta al puertorriqueño/a hacia un tipo de dieta norteamericano, alto en el consumo de grasas de mala calidad, carbohidratos sencillos y comida preparada y llamada comida chatarra.
Por ejemplo, existen testimonios de cómo en los años treinta y cuarenta se promovió por las autoridades el corte de los árboles de pana, pagándole diez dólares a los jíbaros y obreros pobres, argumentando que las panas, abundante y excelente fuente de alimentos, eran responsable de los parásitos intestinales en los niños, cuya causa verdadera habría que buscarla en la pobreza y el abandono. Entonces se inundó la Isla de papas importadas.
Más adelante, la importación del modelo de suburbia, con los supermercados y alimentos envasados, y el abandono de las cocinas por la integración de la mujer a la fuerza de trabajo industrial, operaron en detrimento de la agricultura y la dieta local, para favorecer un sistema agroalimentario que depende de la importación del 85% de los alimentos, en muchas ocasiones –hasta el día de hoy- de baja calidad.
Estos cambios en la matriz social y económica de Puerto Rico respondieron a políticas públicas a favor de la industrialización a partir de fábricas extranjeras y el abandono de la agricultura, aumentando la dependencia del país.
De acuerdo a las propuestas anteriores sobre qué producir en nuestras fincas, proponemos una dieta con abundancia de frutas y vegetales, cereales como arroz y maíz, farináceos, con uso moderado de alimentos de origen animal, especialmente huevos y lácteos, además de pollo, cerdo, res y pescado, según disponibilidad y preferencias, con un consumo promedio de carnes de 15-20% del total calórico. En base a una dieta de este tipo, y a partir de una agricultura ecológica de bajos insumos externos, se pueden producir alimentos, en promedio, para cuatro personas por cuerda.
Se nos argumenta que queremos cambiar la dieta de los puertorriqueños, y es cierto. Sin embargo, recordemos que ya lo hicieron, para peor, en el siglo pasado. Existen estudios que establecen que la dieta puertorriqueña, con elementos tradicionales basados en aquellos alimentos que producimos mejor, e incorporando, cuando sea necesario, conceptos dietéticos modernos, es nutritiva y saludable.
Algo que debemos tener en cuenta, es que la mayoría de los alimentos a nivel mundial no proceden de las grandes compañías internacionales que controlan el comercio de agroindustrial, pues el 70% de la comida mundial viene de los pequeños y medianos productores a través del planeta (ver tabla abajo). En Puerto Rico se llegó a producir el 65% de los alimentos para casi dos millones de personas hacia el año 1940. Para esa época exportábamos desde la mejores tierras azúcar, café, algodón, entre otros productos. La producción de alimentos se hacía en las fincas pequeñas y medianas de nuestros campesinos agricultores.
- PROPUESTA AGRONÓMICA
A partir de la discusión anterior, proponemos la finca agroecológica familiar como modelo productivo. Existen varios conceptos para describir el tipo de emprendimiento agroecológico recomendado para Puerto Rico:
- Primero, son fincas diversificadas, lo que quiere decir que se trabaja sobre varios aspectos productivos, como hortalizas, frutales y animales, de acuerdo a las características de los agroecosistemas locales, capacidad e interés de los productores y los nichos (demanda) para vender los productos.
- Segundo, son fincas integradas, donde los distintos aspectos productivos se complementan: por ejemplo, el excedente de vegetales y pastos se usa para alimentar a las gallinas, que a su vez producen huevos para el mercado y estiércol orgánico de buena calidad, para sembrar hortalizas.
- Tercero, son unidades pequeñas o medianas, usualmente constituidas alrededor de un grupo familiar o de afinidad, que por lo general parten de un proyecto bien definido, con continuidad. Son los miembros de ese núcleo los que aportan la mano de obra cualitativamente importante, independientemente de que se contrate personal para completar las necesidades laborales. Las estructuras de propiedad y gestión son diversas, desde familias, esfuerzos cooperativos hasta empresas pequeñas o medianas de trabajadores dueños.
- Cuarto, las fincas agroecológicas pequeñas y medianas, especialmente en zonas tropicales y sub-tropicales, generan una gran variedad de productos, servicios e ingresos para las familias agrícolas. Reducen el gasto en insumos externos y mano de obra, al promover los ciclos internos y sinergias en el sistema agroecológico, potenciando el manejo del agua, materia orgánica, energía y biodiversidad. Integran actividades como el eco-turismo, elaboran productos como mermeladas, miel y artesanías, y funcionan como centros generadores de conocimiento y prácticas ecológicas.
- Integran la agroecología en forma trasversal, pues el manejo de todos los elementos naturales, ecosistémicos, productivos y sociales que forman la finca parte de conceptos y prácticas que son agroecológicas.
- PROPUESTA PRODUCTIVA
Esta nueva visión de la producción agrícola y alimentaria lleva a fincas que tienen la capacidad de producir alimentos en calidad y cantidad, mientras conservan y regeneran los agroecosistemas, y ofrecen una vida digna llena de satisfacciones a las y los agricultores. Una vez el imaginario social puertorriqueño recupere a la agricultura como una actividad digna, estimulante, rentable, saludable, responsable, socialmente reconocida, con entornos atractivos para niños y adolescentes, será necesario emprender la transformación del país a través de cambios en mentalidad y políticas públicas. Imaginemos:
- En base a 600,000 cuerdas disponibles por ley en Puerto Rico para la agricultura,[4] pensando en fincas con un promedio de 25 cuerdas (las habrán pequeñas e intensivas y grandes y extensivas), podemos imaginar 24,000 fincas agroecológicas en todo Puerto Rico.
- Mediante la creación de unos cuatro empleos por finca, entre los miembros del núcleo productivo y los empleados, se crearán 100,000 empleos directos. Sostenemos que la agricultura orgánica/ecológica crea más empleos agrícolas, y de mejor calidad, que la industrial, pues requieren el uso intensivo del conocimiento y la gestión. El impacto de la creación de empleo será multiplicador al incluir a los dependientes y a los empleos indirectos.
- Si se alimentan, en promedio, cuatro personas por cuerda, las fincas agroecológicas tienen el potencial de producir dos terceras partes de los alimentos necesarios en Puerto Rico, estimulando un sistema agroalimentario sostenible desde las semillas hasta la mesa de los consumidores.
- Se lograría un impacto ambiental positivo importante en la protección de los suelos, agua y biodiversidad, biodiversidad, reciclaje de desperdicios orgánicos, reducción en el uso de químicos dañinos para la naturaleza y la salud, entre otros beneficios ecológicos y sociales.
- HACIA UNA SOBERANÍA ALIMENTARIA EN PUERTO RICO
Durante el siglo pasado se reconoció a nivel internacional a la seguridad alimentaria como el derecho a la población de un país a suficientes alimentos de calidad a través de todo el año.
Sin embargo, en plena expansión de la economía neoliberal, se impuso la compra en el mercado internacional de excedentes de alimentos de los países industrializados. Puerto Rico fue un laboratorio para el establecimiento de un modelo agroalimentario neoliberal, en el cual un país produce bienes para la exportación, e importa lo que necesita para el consumo, sobre todo alimentos.
Puerto Rico cuenta con los recursos naturales de suelo, agua y clima, la infraestructura, el capital, una juventud preparada, el mercado, las técnicas, la capacidad empresarial y el respaldo público necesarios para comenzar a crear una agricultura ecológica y moderna capaz de producir eficientemente una parte significativa de nuestros alimentos.
Sin embargo, para poder ejercer una futura soberanía alimentaria que posibilite la producción ecológica de una cantidad significativa de alimentos para la población, será necesario desarrollar la soberanía sobre varios aspectos. Veamos algunos ejemplos:
Controlar las importaciones y el comercio para establecer:
- La calidad de los alimentos.
- La presencia y niveles residuales de productos químicos tóxicos.
- Cumplimiento en los países exportadores de las normas internacionales de derechos del trabajo y otros tratados.
- Protección de la producción agrícola nacional.
- Diversificar las exportaciones y las importaciones, tanto en cuanto a rubros como en destinos.
- Eliminar las leyes de cabotaje que obligan al uso de la marina mercante norteamericana, que es la más cara.
Políticas impositivas para respaldar la agricultura ecológica y sustentable:
- Impuestos a la contaminación ambiental según nivel de toxicidad de productos y tecnologías utilizados, algo que ya se implementa en otros lugares.
- Impuestos según nivel de impacto y daño a los recursos naturales importantes para la agricultura: agua, aire, suelo, biodiversidad.
- Impuestos según el nivel de la carga de carbono de la actividad agrícola y producción de alimentos: gasto de combustibles fósiles (mecanización, transporte, almacenamiento), uso de abonos y derivados de petróleo, cantidad y tipo de empaques.
- Sistema de créditos/subvenciones a favor de los que contaminen menos, tengan menor impacto sobre la naturaleza, favorezcan el uso de recursos internos y locales en la finca, y promuevan la conservación y uso de la diversidad genética para la agricultura y la alimentación, entre otras razones.
Políticas agroecológicas para un sistema agroalimentario nacional:
- Producción nacional de insumos agrícolas: abonos vegetales (composta), preparados para control de plagas, entrenamiento y facilidades para el uso de yuntas de bueyes, materiales para semilleros, implementos y maquinaria menor, entre otros.
- Investigación participativa, para que los técnicos y los/las agricultores trabajen en la identificación de necesidades, investigación y extensión de resultados.
- Integración de la enseñanza en agricultura ecológica en todos los niveles del sistema de educación (eco huertos escolares, caseros, comunitarios, universitarios).
- Acceso a la tierra para trabajarla y apoyo técnico a todos los niveles.
- Educación nutricional nacional y políticas públicas para fomentar una dieta de calidad, basada mayormente en productos puertorriqueños.
- Desarrollo de marcas nacionales diferenciadas: frescas, nutritivas, al gusto local, calidad, etc.
- Sistemas nacionales de certificación y de control fitosanitario.
Estamos convencidos de que un sistema agroalimentario nacional basado en la agroecología es posible a partir de criterios de equidad y justicia social, un compromiso intergeneracional con la naturaleza y una alimentación en cantidad suficiente y de alta calidad nutricional. Lo que hace falta es la voluntad política para movernos en esa dirección.
(*) NELSON ÁLVAREZ FEBLES, ecólogo social, se especializa en agricultura ecológica y estrategias para la sustentabilidad. Tiene estudios universitarios en sociología, derecho y ecología social. Ha desarrollado investigación y docencia, y participado internacionalmente en seminarios, cursos, conferencias y talleres. Miembro de la Organización Boricuá de Agricultura Ecológica y la Cooperativa Orgánica Madre Tierra, es autor de varios libros sobre agricultura ecológica y de literatura.
[1] Parte del contenido de este artículo se nutre del libro: Nelson Alvarez Febles. 2016. “Sembramos a tres partes: los surcos de la agroecología y la soberanía alimentaria.” Ediciones Callejón, 286 págs.
[2] Miguel Altieri y Toledo. 2011. La Revolución Agroecológica en América Latina. SOCLA. https://www.socla.co/wp-content/uploads/2014/AGROECOLOGIA-ALTIERI-TOLEDO.pdf
[3] La Vía Campesina integra 200,000 campesinos y agricultores familiares en más de 180 países. Ver: https://viacampesina.org/es/
[4] En base a las cuerdas separadas para la agricultura en el Plan de Uso de Terrenos para Puerto Rico, Junta de Planificación, del 2016.
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