Padre Pedro reclama atención urgente para Comerío

Padre Pedro reclama atención urgente para Comerío

En su misa inaugural como nuevo párroco de la Parroquia Santo Cristo de la Salud de este pueblo, el sacerdote Pedro Rafael Ortiz reclamó atención urgente para la población de este pueblo y exigió que el gobierno se abra al diálogo con las comunidades y los obreros para restaurar al país.

Ortiz denunció que las políticas que se implantan en el país luego del paso de los huracanes, empobrecen más al pueblo puertorriqueño en momentos en que no puede protestar porque sus esfuerzos están dirigidos a la sobrevivencia.

“La verdad y la vida justa no es lo que vivimos hoy en Puerto Rico porque hay mucha mentira y decisiones en cuartos oscuros que daña la patria. Por ejemplo, aprovechar lo que se considera una oportunidad de implantar políticas para empobrecer más a la gente, cuando se cree que no puede haber resistencia, ni protestas porque muchos están tratando de que sus familias sobrevivan, no es lo que pienso que haría Cristo”, sostuvo el religioso.

“Pero de donde no surgen caminos, sino callejones sin salida es de las pretensiones autoritarias de muchos líderes políticos nuestros  sometidos a los grandes intereses, a los potentados de Wall Street, para que Puerto Rico acabe de perder lo poco que le queda. A los que andan por ahí argumentando que el problema de Puerto Rico es que los pobres ganan demasiado y los ricos ganan muy poco, a esos les digo de la manera más clara NO”, apuntó Ortiz. “A los que dicen que el problema de Puerto Rico es que los puertorriqueños tenemos demasiado y los americanos muy poco, a esos les digo NO. A quienes opinan que la gente tiene demasiados derechos para protegerse de los abusos, les digo claramente NO. A los que creen que el problema es que somos puertorriqueños, que decimos que nuestra patria es Puerto Rico, a esos les digo que es desde nuestra puertorriqueñidad que servimos a Dios y no a base de disfrazarnos de lo que no somos.  El Papa Francisco le dijo a los jóvenes en Chile: “si no aman su patria, yo no les creo que lleguen a amar  a Dios”, puntualizó durante la homilía.

Afirmó que aunque hay muchas opiniones diversas sobre cómo resolver los problemas de Puerto Rico, el diálogo es la ruta a seguir.

Recalcó que en la parroquia que ahora dirige en Comerío, el 98 por ciento de la población de Comerío no tiene electricidad y tres mil personas carecen de agua.

Para comenzar a abrir ese diálogo, Ortiz contó en la misma con la participación de diferentes figuras de la política, la cultura y religiosos de diversas denominaciones.

Entre los invitados estuvieron: el alcalde de Comerío, Josean Santiago, Eva Ayala (Educamos), Ángel Figueroa Jaramillo y Ricardo Santos (presente y pasados presidents de la UTIER), José Ramón Morales (en representación de la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes), Ramón Fuentes (FPT), María de Lourdes Santiago (Partido Independentista Puertorriqueño), José A. Cay y Gloria Rodríguez (grupo FAROS de Caguas), William Perez Vega (Poetas en Marcha),  los trovadores Ricardo y Ricky Villanueva, el cantautor Emanuel Emilio; la reverenda Eunice Santana, el reverendo Héctor Soto, secretario del Concilio de Iglesias; la hermana Nancy, presidenta Conferencia de Religiosos de Puerto Rico; Oscar Rivera y David Díaz, sacerdotes Diócesis de Caguas de la Iglesia Católica.

Puede acceder más información en: https://www.facebook.com/ParroquiadeComerio

Mensaje completo:

Homilía primera misa en Parroquia Santo Cristo de la Salud en  Comerío:

Padre Pedro Rafael Ortiz S.

Querido pueblo de Comerío, querida patria puertorriqueña:

La Iglesia me ha mandado venir aquí y aquí estoy. Tengo mucho que aprender para convertirme  (“Convertirse es crecer por dentro, es desprenderse de equipaje innecesario en la vida, y apasionarse…”) y vengo hoy con poco equipaje y apasionado,  como un estudiante en su primer día de clases. A ustedes les toca enseñarme y ayudar a mi conversión personal y pastoral. En su función de madre y maestra, la Iglesia me ha educado también para que hable, para que abra la boca en este altar y les hable a ustedes; pero que no me olvide que la mejor manera de hablar es vivir en coherencia con lo que se predica. Me toca hablarles de la invitación que, desde la resurrección y la vida, nos hace Cristo, para que proclamemos juntos cielos nuevos y tierra nueva, una nueva patria, un nuevo pueblo.

En medio de la catástrofe, ahora que se han caído tantas cosas que construimos y en las que muchos depositaron su fe, cuando la carencia de cosas básicas agobia –desde la falta de agua y luz hasta las carestías de comida y empleo- Dios está aquí, listo para guiarnos a un milagro verdadero.

Para eso, quiero comenzar por dejar un par de cosas claras. Si quieren llamarlas denuncias, que así sea. Prefiero verlas desde la búsqueda, desde el intento que podemos hacer por entender la palabra de Señor y aplicarla de manera práctica a nuestras vidas. No quiero guiar a nadie, quiero que Jesús, el Cristo (el eterno peregrino) nos guíe. No quiero ser oráculo de verdades, quiero conocer y proclamar la verdad de Cristo. No quiero hacer cosas grandiosas, quiero humillarme ante la grandiosidad de la palabra de Dios, la que estremece las montañas, la que creó el universo, la palabra de la verdad, la justicia  y la vida.

Pero la verdad y la vida justa no es lo que vivimos hoy en Puerto Rico. Porque hay mucha mentira y decisiones en cuartos oscuros que daña la patria.

Por ejemplo, aprovechar lo que se considera una oportunidad de implantar políticas para empobrecer más a la gente, cuando se cree que no puede haber resistencia, ni protestas porque muchos están tratando de que sus familias sobrevivan, no es lo que pienso que haría Cristo. Sé que entre nosotros puede haber, y de hecho me parece que hay, opiniones diversas sobre cómo resolver los problemas de Puerto Rico. En eso, cabemos todos y de las muchas opiniones y del diálogo puede surgir una ruta.. (exigimos diálogos del gobierno con los obreros y comunidades.

Pero de donde no surgen caminos, sino callejones sin salida es de las pretensiones autoritarias de muchos líderes políticos nuestros  sometidos a los grandes intereses, a los potentados de Wall Street, para que Puerto Rico acabe de perder lo poco que le queda. A los que andan por ahí argumentando que el problema de Puerto Rico es que los pobres ganan demasiado y los ricos ganan muy poco, a esos les digo de la manera más clara NO. A los que dicen que el problema de Puerto Rico es que los puertorriqueños tenemos demasiado y los americanos muy poco, a esos les digo NO. A quienes opinan que la gente tiene demasiados derechos para protegerse de los abusos, les digo claramente NO. A los que creen que el problema es que somos puertorriqueños, que decimos que nuestra patria es Puerto Rico, a esos les digo que es desde nuestra puertorriqueñidad que servimos a Dios y no a base de disfrazarnos de lo que no somos.  El Papa Francisco le dijo a los jóvenes en Chile: “si no aman su patria, yo no les creo que lleguen a amar  a Dios”.

Quiero decirle que NO al contrabando de drogas y muerte, quiero rechazar la violencia contra las mujeres, los niños y los ancianos, quiero decirle que NO a tantas formas que hay para promover una sociedad individualista, de consumo y de placeres sin medida ni reparar a quién se hace daño, quiero decirle que NO a la pretensión de destruir el ambiente y la educación, para  que los ricos beban y bailen.

No faltará quien diga que el cura está tocando temas que no le corresponde. Que cada cual diga lo que tenga en su corazón y no tengo problema con eso, porque precisamente es desde el corazón que creo que debemos hablarnos. Pero que sea de verdad desde el corazón; con transparencia.

Tomemos el ejemplo de Jesús hoy en el evangelio. ¿Qué hizo Jesús con el enfermo mental que gritaba barbaridades por su boca? Le curó su enfermedad, le sanó, le sacó los espíritus malignos que dominaban su cuerpo.

Pues nos corresponde sanar, liberar conciencias, promover justicia y fortalecer vidas. Por eso digo que lo que nos toca hacer con el que no tiene agua, es luchar para que el agua llegue a su casa, luchar para restablecer el servicio de energía eléctrica al que no tiene con qué alumbrar su hogar, buscar cómo establecer fuentes de trabajo digno para el que hoy no tiene cómo llevar el sustento a su familia. Tenemos que esforzarnos para que nuestros jóvenes tengan un futuro. Pero para todo eso, hay que comenzar por nuestro propio corazón, es decir, ponernos en sintonía con el sufrimiento del otro para juntos, convertir el dolor en alegría.

Tenemos jóvenes que podrían ser grandes deportistas y convertirse en orgullo de nuestro pueblo de Comerío. Esos jóvenes tienen una luz en su corazón. Pues vamos a esforzarnos todos para habilitar canchas y entrenamientos. Tenemos jóvenes que podrían llegar a ser grandes poetas, científicos, médicos, filósofos. No usemos de excusa de que pasó un huracán para dejarlos desamparados en sus sueños. Vamos a abrir caminos y a soñar con ellos.  Esa es la labor de la Iglesia y cada organización de la sociedad civil.

Por cada ser humano enfermo al que le consigamos medicinas, por cada ser que sufre al que logremos llevarle consuelo, por cada tragedia humana, por cada infortunio donde podamos sembrar la semilla de la esperanza, por cada uno de los más pequeños a los que podamos servir, iremos construyendo con nuestro esfuerzo un país nuevo. Una nueva nación !!! Porque Todos Somos Pueblo.

Sin embargo, todavía propongo que vayamos más adentro en el camino hacia nuestro propio corazón. Como el relato sobre Moisés en la primera lectura, nada de esto funciona si lo hacemos desde fuera de la palabra de Dios. Ser profetas para que todo se transforme por la palabra y la vida que compartimos.  Recordemos que en vano trabaja el albañil, si Dios no construye la casa y que en vano vigila el policía si no es Dios el que protege la ciudad. El apóstol Pablo lamenta la situación del que, tan pronto se casa, se dedica a sus asuntos privados y se olvida de Dios. Si me duele, debo recordar que hay otro al que le duele más que a mí y salir a buscarle para ayudarle con lo que tenga. Si sufro, pues a recordar que hay otro que sufre más que yo y debo ir a buscarle para ofrecerle consuelo. Si veo que a pesar de que tengo un buen trabajo, una buena profesión, el dinero no me alcanza, pues conviene recordar que hay otros, muchos otros, que se matan trabajando por un salario miserable y salir a ayudarlos, a respaldarlos en su lucha por la justicia.

Recordemos que no podemos decir que amamos a Dios, al que no vemos, si no amamos al prójimo que tenemos al frente de nosotros. Cuando tengo el pan mío, recordemos que ese no es, que es el pan nuestro. Cuando sienta que tengo al Dios mío, recordemos que es el Padre Nuestro.

Por último, quiero decir algo sobre el agradecimiento. Hay que darle gracias a Dios y hacerlo todos los días, muchas veces al día. Pero, de nuevo, si bueno es que lo hagamos en el silencio de nuestro corazón, es importante que eso se traduzca en darnos las gracias unos a otros. Que los hijos agradezcan a sus padres y los maridos a sus esposas, los hermanos a sus hermanos y los vecinos a sus vecinos. Que recordemos los que ayer sembraron lo que cosechamos hoy.

Hace años, un joven ministro metodista sembró una gran semilla en este querido pueblo. El Padre Alberto González era el ministro de la Iglesia Metodista cuyo templo está al otro lado de la plaza. Un buen día, Alberto cruzó la plaza y vino aquí, a donde los sacerdotes dominicos, a promover la unidad en la fe y en la acción social. Hoy me toca a mí, cruzar la plaza para dar gracias por lo que sembró Alberto. Hoy retomamos aquel esfuerzo y recordamos aquella gesta histórica con la que Comerío sembró lo que llegó a convertirse en el Movimiento Ecuménico Nacional y que siguió rindiendo frutos en el “Diálogo de Reconciliación Nacional” desde nuestra Diócesis de Caguas y hoy en la Coalición Ecuménica e Interreligiosa. Hoy hacemos esa ceremonia proclamando que, en Cristo, somos un solo rebaño con un solo pastor, que juntos queremos “romper las cadenas de la opresión” y “convertirnos” cada día en mejores hijos de Dios para fundar una patria nueva, presagio de la gran patria celestial.

Por eso, juntos, con toda la fe que tengamos, proclamamos hoy: Creo en Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra…


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