O'Neill el intocable

O'Neill el intocable

Como siguen apareciendo chavos para cerrar urbanizaciones, construir rotondas y trabajos para sus funcionarias de colegio, el imperio de Guaynabo City sigue con toda su fuerza.

Los deplorables sucesos ocurridos en Guaynabo y que ponen a su principal ejecutivo como protagonista, nos dejan de manifiesto que cualquier otro alcalde acusado de las mismas monstruosidades que a O’Neill hubiera sido linchado por sus seguidores, removido por la directiva de su partido y forzado al retiro político. Pero no a O’Neill; quien ha podido disfrazar su guille de caudillo sudamericano con el brillo de megaproyectos de cemento, centros comerciales y otros ejemplos de su visión de “desarrollo”. Su imperio construido sobre una corriente sin fin de IVU y patentes hacen que su municipio luzca como uno eficiente y modelo (a pesar de llegar solo al lugar 42 de los 78 municipios mejor administrados, según el Centro de Investigación y Política Pública). Pero por detrás de esa fachada, hay un político manchado por años de hostigamiento sexual, el abuso de poder y evidente corrupción.

Es noticia del momento la transacción de una demanda federal del 2016 sobre horrendas alegaciones de hostigamiento sexual. Pero se olvidan que también perdió una demanda federal del 2005 por abuso de poder y violaciones a derechos civiles, condenado a pagar medio millón de dólares, luego bajado a $135,000. O’Neill como todo un gánster, había utilizado a la policía municipal como su pandilla personal para arrestar e intimidar empleados de una compañía de construcción.

O que en las primarias del 2012, varios altos funcionarios del municipio maquinaron para robarle la elección al representante Ángel Pérez; realizando transferencias ilegales de empleados municipales para artificialmente llenar las listas de sus electores. O que en el 2013 exoneró a los implicados en un esquema de fraude electoral, concluyendo que no había hecho nada malo.

Se olvida que O’Neill ayuda a sus amigos del alma. Regalando, por ejemplo, subsidios municipales, poniendo a la disposición 60 cuerdas de terreno municipal y cabildeando para $17 millones en fondos públicos para un mega mall de uno de sus donantes, Rafael Vizcarrondo. O expropiándoles las casas a los residentes del Amelia en un acto declarado el año pasado como ilegal por nuestro Tribunal Supremo, para construir un desarrollo turístico (cabe señalar que fue su amigo Carlos Pesquera quien llevó el mega contrato para este proyecto).

O que en el 2013, el Contralor de Puerto Rico encontró que el 83% de las cotizaciones del municipio eran falsificadas; ilegalidad que fue referida al Departamento de Justicia. O que en una entrevista en el 2008, el corrupto convicto y ex-senador Jorge de Castro Font alegó que O’Neill le había dado dinero para confirmar a sus amigos y sus familiares a posiciones en el gobierno.

Pero como siguen apareciendo chavos para cerrar urbanizaciones, construir rotondas y trabajos para sus funcionaria de colegio, el imperio de Guaynabo City sigue con toda su fuerza. Aún con la más reciente demanda en su contra, O’Neill aumentó ventaja en las elecciones del 2016, demostrando que su integridad como persona es secundaria al “éxito” de su municipio. Mientras tanto, su base sigue haciéndose de la vista larga, dejando que el fanatismo sobrepase a la moralidad y la integridad humana.

 

Por: Luis Gallardo


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