Una mujer de acero

Una mujer de acero
Mariel Cruz Martínez

El movimiento sindical actual tiene rostro femenino. Son muchas las voces que resaltan dicha característica, tanto para el contexto norteamericano como para el de Puerto Rico. Cada vez son más las mujeres que participan activamente en campañas de organización sindical, incluyendo sectores comerciales donde no existían uniones. Son más las mujeres que ahora nutren las membresías de los sindicatos y, detalle de mayor importancia, las que ocupan puestos de liderazgo superior en uniones internacionales y hasta en centrales sindicales como la AFL-CIO.     

Ante las injusticias, la incertidumbre, la precariedad y el abuso de los patronos, son las mujeres quienes mayoritariamente han propiciado un giro drástico a su realidad y al de su familia. Lo han hecho mediante la organización sindical, con todo el proceso que conlleva, y la negociación colectiva.    

Las mujeres le dan rostro al movimiento sindical e imprimen una voz fuerte, firme y con nuevos discursos y estilos para hacer del mismo uno más vigoroso, diverso e inclusivo.       

Mariel Cruz Martínez sabe muy bien esto. Lo ha visto de cerca y lo ha vivido. Ella es una de tantas mujeres que se han insertado de lleno en la búsqueda de nuevos espacios de acción, lucha y éxitos dentro de los United Steelworkers (USW) y del movimiento sindical en general.  

Tiene 36 años y labora en el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico, entidad que regula dichas profesiones. Desde hace 8 años se desempeña como asistente administrativa de la oficina legal. Le gusta su trabajo, admite sin asomo de dudas. Igual le place el ambiente que allí prevalece.   

Lo del ambiente en su trabajo actual es significativo para ella. Antes, Mariel era analista de medios radiales para la compañía multinacional Nielsen. Era un campo laboral que también le agradaba. De hecho, estudió su bachillerato y maestría en áreas relacionadas, así que lo pensaba como el espacio idóneo para desarrollarse profesional y exitosamente. Pero esa opinión cambió pronto y no porque le perdiera interés.  

La cultura laboral que allí imperaba era terrible. Muchas cosas no le satisfacían, sobre todo, el trato que daba el patrono. “La mentalidad era llegar al trabajo y ser una máquina. Había pocos beneficios y eso sólo si te aplicaban”, nos comparte ella. Nielsen no estaba unionado y esto, en la práctica, implicaba que las reglas y condiciones del trabajo las imponía el patrono de forma  unilateral.

Imperaba un ambiente tóxico, describe Mariel. Al patrono no le importaba cómo te sintieras. Te veían como máquinas y así te trataban. Fomentaban una competencia insana entre el personal, lo que provocaba serias fricciones. Tampoco existía comunicación entre supervisores, la oficina de Recursos Humanos y la plantilla de trabajo. Esto último fue de los peores aspectos que experimentó. No podía comunicar sus situaciones, ni sus quejas sobre el empleo, ni sus peticiones, ni su posición en cuanto a decisiones que entendía injustas. Ni la escuchaban ni la atendían, así de simple. De seguro hemos escuchado sobradas veces la frase “si no te gusta, vete”, pues era lo que allí imperaba.   

En múltiples ocasiones, Mariel intentó comunicarles a supervisores y al personal de la oficina de recursos humanos sus molestias como empleada. Por ejemplo, la supervisión excesiva, la rigidez en la ejecución de las tareas y la imposibilidad de trabajar en equipo. Al final, la tacharon de “problemática”, hicieron una reestructuración en la compañía y quedó fuera.   

Desprovista de representación sindical, se vio indefensa ante las represalias contra ella.  

Sin embargo, Mariel es una mujer que no le teme al cambio. Posee un espíritu de lucha que le permite afrontar nuevos retos con todo lo que traen. Espíritu de lucha y dos hijos que dependen de ella, factor ultra importante para las mujeres trabajadoras.  Por eso, cuando se le presentó la oportunidad de un nuevo empleo en el Colegio lo aceptó como una oportunidad distinta para beneficio suyo y de su familia.  

Para su sorpresa, el puesto a ocupar en el nuevo empleo era parte de la unidad apropiada representada por la USW y esto representó muchas cosas distintas para ella. La primera fue que, por primera vez en su vida, era una trabajadora unionada y protegida por un convenio colectivo. Gran novedad pues, al nunca haber sido miembro de una unión, desconocía sobre el tema. De hecho, si en aquel entonces le hubieran preguntado sobre uniones, apenas hubiera aludido a lo escuchado sobre las del servicio público y lo “conflictiva” que aparentaban ser. “Yo estaba crudita en eso”, nos dice sobre su desconexión en cuanto al tema de las uniones en la empresa privada. Así que en su nuevo trabajo enfrentó semejante particularidad y, por consiguiente, el marcado contraste lo advirtió de inmediato.  

En su antiguo empleo sentía que todo era blanco y negro. Allí mandaba el patrono y punto. Al que no le gustara, tenía que irse. Pero acá era todo lo contrario. Encontró un ambiente de trabajo más respetuoso, colaborativo y de buena comunicación. Muy pronto descubrió en la USW esa herramienta eficaz para alcanzar y disfrutar un mejor salario, aumentos establecidos para cada año del convenio, un plan médico familiar pagado enteramente por el patrono, un bono de navidad mucho mayor al que tenía, licencias de vacaciones y enfermedad mayor a lo que establece la ley, días feriados, una jornada laboral garantizada, plan de retiro y la flexibilidad para atender asuntos personales y de la familia. Todo eso negociado, estipulado por escrito y firmado entre el patrono y la Unión. Es decir, un contrato decidido entre ambas partes que no podía modificarse unilateralmente por parte del patrono.  

Mariel vio en la USW y en su convenio colectivo algo más relevante. No sólo existía una cultura de respeto y diálogo efectivo, sino que el propio convenio establecía un mecanismo exacto para atender cualquier disputa que surgiera entre el patrono y la matrícula unionada sobre términos y condiciones de empleo. Para Mariel, el llamado procedimiento de Quejas y Agravios es uno de los artículos pilares del convenio. La experiencia ganada le ha corroborado a ella que ese recurso, junto a salarios y beneficios negociados, es de las garantías más poderosas con las que puede contar un trabajador y una trabajadora que desea defender sus derechos y conquistas laborales.    

Atrás quedó el ambiente tóxico, horrible y cargado que antes padecía.    

Dentro de su nueva realidad laboral, Mariel sintió ese llamado de servicio y lucha por la justicia que le inculcaron su padre y madre desde niña. Pasó de la mera novedad, y el disfrute de todo lo garantizado en su convenio colectivo, a ser una sindicalista comprometida en la defensa de lo conquistado y el logro de nuevos y mejores beneficios.   

Convencida de que las uniones también son espacios para las mujeres, y que hay momentos en los que se debe tomar y ser parte de la acción, asumió el reto de ocupar puestos de liderato dentro de la USW. Fue electa delegada en su taller y, con la debida asistencia de la organización, comenzó a educarse en todas las áreas requeridas para representar adecuadamente a sus compañeros y compañeras. Tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, la USW le ofreció una serie de cursos educativos sobre asuntos de salud y seguridad, manejo de quejas y agravios, arbitraje, el rol del delegado y delegada, tesorería y más. Las técnicas aprendidas y las destrezas pulidas con asistencia profesional le funcionan hoy día como herramientas valiosas que solidifican el diálogo que ella sostiene como estrategia principal para resolver disputas de todo tipo.   

La experiencia de participar en al menos tres negociaciones de convenios colectivos le abrió otros panoramas. Como secuela de ello, fortificó su visión de lo que debe ser la Unión para sus miembros y los rumbos que debe tomar para crecer en presencia e importancia, tanto para los y las trabajadoras como para el país en general.   

En el sindicalismo siempre hay nuevas enseñanzas y, más allá, eventos que marcan coyunturas claves para pensar y repensar lo logrado y lo que falta.    

Con la pandemia de COVID-19, Mariel internalizó profundamente la importancia de contar con la USW y con un convenio colectivo que garantice el trabajo de los y las empleadas en un ambiente seguro y de bienestar para su familia. Ante el panorama incierto que reinó en el país, nos compartió lo siguiente: “Fue una bendición contar con el convenio colectivo porque en el momento en que se establece la pandemia y el lockdown muchos de los empleos quedaron en el aire. No sabíamos qué hacer. No sabíamos cómo íbamos a manejar la situación. Si no hubiera existido el convenio colectivo quién sabe si hasta nos podíamos quedar sin trabajo.”  

El convenio colectivo fue una garantía plena durante la pandemia. Mariel devengó su salario completo, disfrutó de su plan médico familiar, acumuló sus licencias regulares, cotizó para su retiro y al momento de regresar al trabajo, por vía virtual y luego presencial, lo hizo bajo los debidos protocolos de salud y seguridad. Por supuesto, a sus demás compañeros y compañeras unionadas les sucedió igual.   

Mariel sabe que su situación como empleada unionada es, hasta cierto punto, una privilegiada si se compara con otras trabajadoras y madres a su alrededor. Lo sabe porque las ha escuchado en múltiples lugares y ha comprendido lo difícil que la han pasado. Pero esto no es motivo para sentirse mal. Al contrario, le sirve para convencerse y dar fe que la solución para muchos y muchas trabajadoras está en organizarse sindicalmente y concretar esa seguridad de beneficios y de empleo de la que tanto dependemos para nuestro bienestar físico y emocional. En este contexto de pandemia, con todo lo que ha significado, las uniones han cobrado una mayor vigencia, plantea Mariel más que convencida.   

Todas estas experiencias hicieron que ella se replanteara su rol dentro de la USW y la manera en que podía aportar para que la Unión se solidificara y crecieran.   

Apenas un año atrás se le presentó un nuevo reto y lo aceptó. Fue electa presidenta de la Local 6871, que también representa personal en otros talleres como el Colegio de Farmacéuticos de Puerto Rico, las compañías Alonso & Carus Iron Works y Structural Steel. Es la primera mujer que ocupa la presidencia de dicha Local, cuya matrícula es predominantemente masculina. Fue este último aspecto el que más le impulsó a tomar la decisión y postularse. “Yo quería hacer un cambio. Quería hacer historia”, señala ella sabiendo que rompe moldes aun dentro de su organización. Mariel está convencida de que les toca a las mujeres asumir posiciones de liderato para superar mentalidades injustas, prejuiciadas y nocivas para el desarrollo de un nuevo sindicalismo ajustado a los tiempos contemporáneos. Le inspira Roxanne Brown, la primera mujer negra en ocupar la Vicepresidencia de USW a nivel internacional.   

En marzo del 2022 se presentó una nueva y gran oportunidad para Mariel. En la convención de la Federación de Trabajadores y Trabajadoras de Puerto Rico, que es el capítulo estatal de la AFL-CIO, se convirtió en la Portavoz de la Comisión de la Mujer de dicha entidad. Su encomienda es reactivar dicha comisión y hacer de la misma un espacio de trabajo para la voz y los intereses de las mujeres sindicalistas en Puerto Rico. Este logro coloca a los USW en una nueva posición de liderato dentro de ese organismo sindical. Esto se suma al hecho de que Mariel también representa al Distrito 4 de la USW, al que pertenece Puerto Rico, en el grupo Women of Steel que aglutina trabajadoras de toda la organización.   

Para esta joven sindicalista, las oportunidades surgidas y aceptadas son espacios de trabajo para adelantar y afincar la presencia y el liderato de las mujeres dentro de la Unión y en aquellos espacios donde se juntan con unionadas de otras organizaciones. “Hay que educar", dice, “esa es la clave de todo. Educar y sembrar la semilla por causas justas, si queremos un movimiento sindical amplio y poderoso”.  

De esta manera, Mariel valida lo que asume como una de las decisiones más importantes de su vida: ser unionada, ser una mujer de acero y luchar por los derechos y beneficios de las y los trabajadores.  

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Esto es parte de un trabajo de historia oral que realiza la United Steelworkers en Puerto Rico, con trabajadoras y trabajadores en todos sus talleres representados. 

Sobre Josué Montijo
Josué Montijo

Josué Montijo (1975, Ponce) es escritor e historiador. El sepulturero de mi padre (Ediciones Laberinto, 2022) es su libro más reciente.


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