El trabajo en la Fundación Carrusel comienza desde que el sol se asoma al Bosque Encuestre la Sebastiana, en Bayamón. Los instructores inician su jornada diaria y preparan a los caballos para un día de terapia. A las nueve de la mañana, 11 alumnos de educación especial de la escuela elemental Rexville, llegaron hasta el establo para recibir sus tratamientos. Las edades de los chicos rondaban entre cinco a once años. Sus condiciones de salud, en su mayoría, son déficit de atención, síndrome down, autismo, epilepsia y encefalopatía. Pero, ¿cómo montar a caballo los ayuda para tratar dichas condiciones?

Según la estudiante de psicología e instructora de la Fundación, Raquel Laureano, el caballo transmite estímulos a nivel neurológico y mejora las áreas cognitivas, emocionales y sensoriales de los menores. Ayuda con el desarrollo de destrezas sociales, liderazgo y comunicación. Según la psicóloga, quien también cuenta con dos certificaciones en equitación terapéutica, “si no vas como un líder ante el caballo, el caballo no te va a hacer caso”.

Laureano es testigo de los cambios significativos de la equitación terapéutica en los niños de educación especial, sobre todo con autismo. Usualmente, a los niños autistas se les dificulta hacer contacto visual con los demás. Inmediatamente se le presenta el caballo al niño, como no es un estímulo que le moleste, empieza a tener contacto visual con el animal. Una vez hecha la conexión, el niño podrá seguir instrucciones y tener mejor nivel de atención, explicó la experta.

Un ejemplo de esto es Joel (nombre ficticio), un niño autista que consiguió mejorar su conducta en el salón gracias a la terapia que se le brindó en Carrusel. Según explicó a PRTQ su maestra de elemental, Nancy Ruíz, Joel era de poco hablar y distraído en clase. “El nene ha cambiado del cielo a la tierra. Los maestros y su madre están contentos… Yo quiero que los demás maestros entiendan lo que es el programa. Porque a veces piensan que el nene va a correr caballo y ya. Ellos no han visto los cambios que yo he presenciado en el salón. Yo sí veo la diferencia del antes y el ahora”, señaló la maestra de educación física adaptada, quien lleva dos años llevando a sus estudiantes de educación especial a tomar terapias en la Fundación.

Para la instructora de equitación, Rocío Ortiz, es sorprendente cómo Joel, a pesar de su condición, está tolerando todo el input sensorial, la arena, el casco y el pelo y movimiento del caballo.

“Quizás en el salón tiene un montón de cosas que lo distraen y no le permite prestar atención a la clase. Pero aquí, sí presta atención con todos esos estímulos que tiene alrededor. Ningún nene se quiere caer del caballo. Controlan su ansiedad y sus impulsos para no caerse”, explicó Ortiz a PRTQ.

Errores en los diagnósticos

Durante las 683 terapias individuales que la Fundación ha ofrecido en 48 escuelas de Bayamón, la directora de la Fundación, Marta Jaraíz, asegura que han habido errores crasos en los diagnósticos de los niños y jóvenes que llegan hasta Carrusel.

Aunque la historia de Pedro (nombre ficticio) le hace mucha ilusión a Jaraíz, confiesa que al joven se le hizo un diagnóstico equivocado.

Según Jaraíz, hace cinco años Pedro comenzó su tratamiento de equinoterapia en Carrusel al ser diagnosticado con déficit intelectual, social y de atención. En la actualidad, Pedro tiene 19 años y no mostró problemas al montar caballo, todo lo contrario, logró perfeccionar sus destrezas hasta competir profesionalmente en los Estados Unidos. Además, trabaja con Carrusel como “handler” de los caballos.

“Nos dimos cuenta que el diagnóstico que tenía de déficit de atención, problemas sociales y educativos, no era del todo certero. Porque para ser corredor profesional en el hipódromo no puedes tener mucho déficit de atención. Tenemos muchos niños medicados que creo que se pueden trabajar con ellos de otra forma. Están mal diagnosticados y esto se da mucho”, dijo Jaraíz a PRTQ.

Veteranos a caballo 

La organización sin fines de lucro también ofrece terapias a veteranos de la guerra como instrumento sanador. Con ellos, la Fundación usa los caballos para aliviar problemas cardiacos y traumas psicológicos, como el desorden de estrés postraumático. De igual modo, se trabaja con la confianza y estímulo en los veteranos en sillas de ruedas y con ceguera.

“El movimiento de caballo tiene el mismo movimiento que el paso del humano. Por eso, las personas que tienen problemas con el movimiento de las piernas, sienten que al montar el caballo se están moviendo ellos mismos. Sirve para estimular el cuerpo y la mente de los veteranos”, explicó la directora de la Fundación.

Entre los tipos de terapias que Carrusel ofrece a los veteranos, se destaca la psicoterapia. Esta, se ofrece utilizando como recurso a un psicólogo y tiene como propósito devolverle la confianza en los demás. Un ejemplo de esta terapia son las dinámicas de grupo. Mientras el veterano está encima del caballo con los ojos vendados, tiene que depositar su confianza en un compañero que lo guía en el espacioso establo, situado en el Bosque Encuestre la Sebastiana.

Además de la psicoterapia, la equinoterapia y la hipoterapia son tratamientos que, en la mayor parte de los casos, se ofrecen a los niños y jóvenes de educación especial en Carrusel. En la equinoterapia, se aprende a montar y llevar las riendas del caballo. Mientras que en la hipoterapia, se lleva a cabo un híbrido entre el movimiento del caballo y la terapia física y de habla.

Historia de la Fundación Carrusel

Al percatarse de la alta incidencia de niños y jóvenes de educación especial en las escuelas del país, Marta Jaraíz estableció, para el 2010, la Fundación Carrusel.

Por medio de una propuesta, la también trabajadora social logró recibir $15 mil para levantar la organización. Con ese dinero, compró los caballos para las terapias y los materiales que se necesitaban para montar el programa.

A cinco años de establecida, la Fundación Carrusel le ofrece servicios a cerca de 80 personas a la semana. Han logrado implementar proyectos innovadores como el de Transición a la Vida Adulta, donde se usa la equinoterapia y el arte en estudiantes de 6 a 21 años de las escuelas públicas de Bayamón. También se ofrecen sesiones de equinoterapia e hipoterapia de manera individualizada.

Aunque Jaraíz reconoce que tienen estabilidad en el flujo de participantes en las terapias, asegura que Carrusel necesita estabilidad financiera más allá de los fondos que recibe de las entidades.

Sin embargo, el arte que tiene el caballo para sanar va más allá de los límites económicos que pueda tener la Fundación. La evaluadora externa del proyecto, Carmen Mirada, dice tener la prueba de que la terapia a caballo funciona. Esta prueba, se mira a través de los resultados palpables de los niños de educación especial y las declaraciones de los padres.

“Luego de 6 meses mi hijo camina largas distancia, cosa impensable antes,  de forma continua y  con mayor coordinación. Se mantiene sentado y agarrado de forma independiente”, comentó por su parte, el padre de un niño de cuatro años con Síndrome Down que recibe terapia a caballo en la Fundación Carrusel.

Sobre Némesis Mora Pérez

Periodista y maestra. Posee una maestría en Periodismo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Obtuvo un bachillerato en Comunicación Tele-Radial en la Universidad de Puerto Rico