Jodío

Jodío

Nota del autor: Esta es una obra de ficción, cualquier parentesco con la realidad, grande o mínimo, es estricta cabronería casualidad.

Tuve un sueño.

En mi sueño cantaba Draco Rosa, guitarra en distorsión, voz desganada: “Es un mal sueño largo/ Una tonta película de espanto/ Un túnel que no acaba/ Lleno de piedras y de charcos…”.

Raro soundtrack porque no lo escucho asiduamente. Pero Draco estaba ahí, lo achaco al inconsciente faenando sus cositas sin encomendarse a nadie. Sin embargo, mi sueño fue mucho más que escucharlo. Ojalá hubiera quedado en eso porque después vinieron cosas feas. Un mal sueño largo... Draco lo presagió con su canción. Me levanté sudoroso y agitado, 3:37 am. Grité, lo supe por la mirada de El Tarántulas, uno de los gatos que duerme conmigo.

Soñé que el sindicalismo en Puerto Rico estaba jodío, por eso la conmoción. Admito que en mi sueño vi gente haciendo cosas chéveres (campañas de organización sindical, negociaciones colectivas llegando a buen término, casos importantes ganándose en los debidos foros, una que otra unión cambiando de directiva y hasta un grupo de sindicalistas feministas con una agenda poderosa y disruptiva), pero eso apenas eran destellitos en un universo oscuro. Qué jodienda, debo decirlo, no se me hace honesto frostiar el sueño con otra cosa para que suene halagador. Fue como si me hubiera conquistado la absoluta negatividad viendo solamente el vaso medio vacío. Hasta me lo cuestioné en mi propio sueño, sí, una cosa loca. Me pregunté: ¿no estarás siendo muy negativo? Fíjense que desafiaba mi propio pensamiento en el sueño, cosa que jamás me había ocurrido. No sólo me pregunté, sino me contesté y soné harto convencido: para nada, chico, no es negativismo, sino análisis, observación meticulosa, experiencia acumulada, honestidad brutal y hercúleas ganas de joder. Eso me dije.

Soñé que dialogué el tema con gente que lleva muchísimos años en el ámbito sindical y concordaron conmigo: jodío. Importante, no indagué con cualquiera porque en mi sueño comparecieron reputados representantes de sindicatos en Puerto Rico y Estados Unidos, abogados y abogadas laborales, periodistas, académicos, organizadores sindicales, personal clerical de las uniones, comunicadores y, claro, miembros de los propios sindicatos. Gente inteligente y decente, gracias a Dios no se asomaron los usuales morones sindicales porque hubiera perdido el tiempo.

En mi sueño yo era alguien ligado al mundo sindical por más de veinte años, no era un cualquierita, sino un tipo que ha visto mucho y desde adentro. Eso me pompió porque no estaba inventando ni tirando balas locas. No era el típico mamón que de lejos habla mierda sin saber. Yo era parte de y había visto cosas. Lo bien bueno y lo bien malo; grandes éxitos y fracasos estrepitosos, de esos que van bajo la alfombra pichándole al bochorno. En mi sueño vi decencia y compromiso hacia los y las trabajadoras, pero igual demasiada busconería de militantes de variado pelaje. Qué rabia con la gente buscona, piensan que nadie se da cuenta.

Me da cosita decir esto, pero en mi sueño el sindicalismo estaba jodío por el nepotismo. Un hijo talentoso que guisa por aquí, otro por allá, una sobrinita, una nuera o la esposa de algún presidente sindical a la que le dan beneficios especiales y/o puede hostigar sexualmente a compañeras de trabajo sin que nada le pase. Horrible, se me paran los pelos nada más pensarlo. Lo malísimo es que en mi sueño vi trabajadoras renunciar a su empleo en uniones porque no resistieron el acoso de la susodicha y allí, chitón, los de recursos humanos mirando para otro lado. Normal, quién se mete con la esposa del jefe.

¿Gastos alegres? Vi tarjetazos a nombre de la unión por jefazos sindicales, como chuparse un limber de tamarindo que, by the way, son mis favoritos. En mi sueño vi a otros aferrarse a su posición y de ahí jubilarse porque, oportunamente, nadie los retó. Hay gente que hasta en sueños los asiste la buena fortuna. Vi traiciones, cuchilladas traperas, cobardías de toda gradación e hipocresía por cantidades industriales. Vi muchos y muchas sieteculos, especie que aspira a quedar bien con todo el mundo a la vez. Qué arte. En mi sueño vi presidentes de uniones, incluso presidentas que, al jubilarse tras una larguísima carrera comandando su institución, reciben contratos de asesoría para atender los problemas que ellos mismos crearon. Pero en mi sueño hubo más porque, bien mirado, el sindicalismo no se jode sólo por esas cositas. Vi dirigentes imposibilitando la educación sindical y política para que nadie aprenda y no surjan cuestionamientos de ningún tipo. Asimismo, vi los mediocres que no leen ni medio párrafo, pero que se piensan bien listos a la hora de opinar sobre cualquier tema y hasta se postulan para puestos políticos. Alguno que otro quiere combatir el bipartidismo. Vi representantes de uniones cuadrando casos con jefes de agencias gubernamentales a espaldas de los afectados y afectadas. Una barbaridad. ¿Macharranes sindicales? ¡Uf! La parte más horripilante de mi sueño porque vi a varios de esos que han hostigado sexualmente en viajes oficiales de su organización a Estados Unidos, porque ahí es que tantean qué empleada o compañera cae entre jangueo y reunión. Los que hacen gaslighting no faltaron en mi sueño. Esos a los que se les resquebraja la masculinidad cuando una mujer habla y les roba protagonismo. Los vi nerviosísimos fumando un cigarrillo tras otro. Qué jodienda, qué patetismo, qué ganas de humillar y humillarse en el trámite. En mi sueño hubo un líder sindical que prohibió tajantemente que una figura femenina publicara sus columnas en el periódico porque deslucía al macho a quien le regalaría la presidencia (contrato de asesoría de por medio). En mi sueño, algunos de esos líderes ocupan puestos en partidos políticos y, cuando toca, hablan bonito sobre los derechos de las mujeres, el cambio urgente y otros temas obligados al posar de radical.

¿Mansplaining? Por mi sueño desfilaron sindicalistas aptos para dar talleres sobre las mejores técnicas, incluyendo cómo robarse ideas de las demás y presentarlas como propias. Hasta soñé que en la UPR de Cayey se abría un curso sobre eso. ¿Abogados sindicalistas/socialistas en mi sueño? Claro, nunca faltan, la militancia profesional en pie de lucha. Vi a uno al que le quitaron contratos en uniones por estar inflando facturas. Otro (¿o era el mismo?) por ir pasado de perico a reuniones con trabajadores y trabajadoras. En mi sueño, ese abogado se pavoneaba en todas las marchas con motivo de justicia social. ¿Delirios de grandeza? Variedad de ejemplares en mi sueño. Medallita especial para un líder sindical que, en un rapto de enanismo intelectual, dijo frente a mucha gente que su tarea, en cierto movimiento que pregona victorias ciudadanas, era ser el viejo sabio que orientaría al joven impetuoso con aspiraciones de alcalde. Qué loquera, ¿verdad?

Miren si en mi sueño el sindicalismo estaba jodío que apareció una unión contratando bufetes patronales (unión busting) para que les lleve casos internos contra sus propias empleadas. ¡Contratando a los malditos que tanto dicen combatir! Como si nada, moral y ética elástica. Para mayor espanto, pagando los honorarios de union busters con chavos de cuotas de la matrícula. En mi sueño esa misma unión llegó al descaro de aplicarle la reforma laboral a sus empleados y empleadas, pero en el Senado sometieron una ponencia en su contra. De pesadilla.

No existe análisis, rigor, ganas de pensar ni repensar el sindicalismo ni el mundo del trabajo ni los nuevos perfiles de la clase trabajadora ni el trabajo post COVID ni un carajo de eso. La meta es cobrar el salario y ya, y posar junto a lambones y lambonas que todo lo aplauden. Jodío. En mi sueño el sindicalismo de muchos y muchas rimaba con oportunismo y brutalismo. Vi matrículas desprotegidas por la incompetencia y hasta vi un dirigente sindical que, inexplicablemente, se lleva a todos sus viajes a una asistente especial como traductora, todo pagado por la unión. Vi politiquería barata y también cuando los que la practican dicen que las uniones no pueden meterse en política. Inaudito juego de piernas. ¿Carga maletas? Por montones. Vi a otros masturbándose con la idea de un micrófono conectado a una tumbacoco para dar discursos chatos y babosos. Sindicalismo de piquetito, marchita y mensajito en tarima, eso vi en mi sueño. Igual, sindicalismo de roncaera extrema, aunque nunca hagan nada.

Jodío, jodío, el sindicalismo está jodío, en mi sueño le pasé esa consigna en un papelito a la señora que siempre las canta en los piquetes.

Al final de mi sueño, justo antes de despertarme sobresaltado, vi a gente bien mordía con lo que estaba soñando. Aún tengo sus caras en mi memoria. Qué pena. Y oigan, cuando digo mordía es bien mordía porque, ¿adivinen?, son de los y las busconas que detestan los espejos.

A esa hora de la madrugada, me vi obligado a hacer un ejercicio de respiración para calmarme. También me dije: tranquilo, Josué, esto es sólo un sueño y, como dijo Calderón de la Barca, los sueños, sueños son. Y me vino bien, funcionó, porque a pesar del mal sueño volví a dormirme plácidamente.


Sobre Josué Montijo
Josué Montijo

Josué Montijo (1975, Ponce) es escritor e historiador. El sepulturero de mi padre (Ediciones Laberinto, 2022) es su libro más reciente.


Únete a nuestra comunidad y apoya a PRTQ

Para continuar haciendo nuestra labor de forma económicamente sustentable, contamos con las contribuciones de nuestra membresía.

Por tan solo $5 al mes, nuestra membresía recibe un email mensual con un resumen de todos los artículos que publicamos ese mes, y tiene la habilidad de dejar comentarios en los artículos en nuestra página web y participar así de la conversación que generen nuestros y nuestras autores y autoras.