Jan Susler: la abogada estadounidense de Oscar López

Jan Susler: la abogada estadounidense de Oscar López

A Jan Susler no le gusta hablar de sí misma. Lo deja muy claro al principio de la entrevista. Como abogada especializada en derechos civiles, Susler dice que la atención debe estar reservada para sus clientes, quienes también son sus amigos. “Quiero que esto sea sobre Oscar López Rivera”, explica, refiriéndose al prisionero político que representa.

Pero insisto.

Jan Susler ha ejercido como abogada durante los últimos 39 años. Se especializa en los derechos de los confinados, conducta policíaca impropia y derechos civiles, y ha trabajado en la firma People’s Law Office en Chicago desde 1982. Nació en los Estados Unidos, en Chicago, Illinois, y se crió en un pueblo que queda más o menos a tres horas al sur en una comunidad mayormente judía, con su madre, padre y hermanos.

Ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a representar a prisioneros políticos puertorriqueños: hombres y mujeres que han luchado por la independencia de la isla de Estados Unidos.

Será de Chicago, pero muchos puertorriqueños consideran a Susler como una de las suyas. Y ahora, una vez más, como en los 1990, está al frente de una batalla prolongada abogando por la excarcelación inmediata de Oscar López Rivera, un hombre de 72 años, quien en mayo cumple 34 de los 55 años de una sentencia en prisión en los Estados Unidos, convicto por conspiración sediciosa y delitos relacionados.

Estos son tiempos urgentes, pero Susler accedió a una entrevista, y a hablarme un poco de sí misma, pero más sobre sus clientes y amigos.

Global Voices (GV): ¿Por qué quisiste ser abogada?

Jan Susler (JS): En parte fue porque tuve un gran ejemplo en mi padre. Siempre cenábamos en familia y llegaba a casa y hablaba sobre el trabajo. Era un médico generalista en un pueblo pequeño. Era antirracista y liberal en sus ideas y ayudó a fundar la oficina de asistencia legal. Entendía que cuando vives en una sociedad desigual tienes que asumir un rol para combatir eso. Mi madre también lo hizo a su manera, era una activista. Ella tenía una maestría en Educación, fue maestra y luchó para que hubieran escuelas que ofrecieran la misma educación a todos los niños, sin importar de dónde vinieran.

Adicionalmente, vengo de un lugar que era muy antisemítico, los judíos no podían pertenecer al country club, etc. Durante las Navidades en las escuelas públicas, tenían muchas cosas religiosas y a mí me perturbaba porque sabía que había una separación entre iglesia y estado. Me rehusé a participar en estas actividades y me volví una activista.

La otra razón fue más bien un accidente de nacimiento. Soy una baby boomer, así que me gradué de la escuela superior en 1967, un tiempo de mucho conflicto en el mundo. Recuerdo estar sentada en el sofá con mi padre viendo la Convención Demócrata de 1968 y él diciendo “Dios mío, un motín policíaco, están agrediendo a la gente”. Así que soy también un producto de mis tiempos. Cuando estaba en la universidad habían tanques del ejército. Una de las cosas que me inspiró mucho fue ver la resistencia de los estudiantes en el campus.

Otro elemento es que soy mujer. Mi madre tenía un grado universitario y no pudo conseguir empleo cuando se divorció de mi padre [su padre biológico]. De repente estaba en la calle y tuvo que ingeniárselas para mantener sus dos hijas, mi hermana y yo. Siempre me dijo que tenía que apoyarme a mi misma y no depender de nadie.

GV: ¿Cómo decidiste especializarte en prisioneros políticos y los derechos de los confinados?

JS: Cuando me gradué de la escuela superior, supe que quería trabajar con derechos civiles. Había una clínica que proveía servicios a los prisioneros en el sur de Illinois y pensé que sería una magnífica manera de contribuir, y eran mayormente personas negras y de color. Esa era una parte bien racista del estado. Fue en ese trabajo que me involucré con el movimiento independentista puertorriqueño y los prisioneros políticos. Yo estaba en la National Lawyers Guild, una organización muy progresista. En 1980 arrestaron la primera ola de prisioneros políticos y dos de ellos fueron enviados a una prisión en donde yo estaba trabajando. Michael Deutsch me llamó y dijo que tenía dos clientes que estaban muy lejos de su comunidad, y me dijo: “Necesito que vayas allí y los veas”. Eso fue en septiembre de 1980. Eran Luis Rosa y Carlos Alberto Torres.

GV: ¿Cómo se desarrolló esa relación con los prisioneros políticos puertorriqueños?

JS: Sencillamente creció, muchos de ellos estaban encarcelados en Illinois. Y luego muchos de ellos pensaban que debía mudarme a Chicago para estar más cerca de la comunidad puertorriqueña. Después me mudé a Chicago, comencé a trabajar para la People’s Law Office y me acerqué más a la comunidad puertorriqueña, a las familias de los prisioneros, y comencé a viajar mucho a la isla.

GV: ¿Sientes que eres una puertorriqueña adoptada?

JS: Algunos dicen que nací en el lugar equivocado. Amo al pueblo puertorriqueño y al país. Respeto y admiro la increíble resistencia del pueblo ante cientos de años de colonización, y me siento bien amada y aceptada. Me siento muy privilegiada de poder tener esta maravillosa relación cercana con el pueblo puertorriqueño. Soy sumamente bendecida.

Por otro lado, no soy puertorriqueña, y siento que el no serlo le añade otra dimensión al trabajo, por ejemplo, tu no estarías entrevistándome. Algunos piensan en lo singular y excepcional de que una persona estadounidense esté trabajando en esto, pero no pienso que debería serlo. Después de todo, es mi gobierno el que está colonizando a Puerto Rico, y el hecho de que no hayan más personas ofendidas por esa relación no solo es antiético, sino que viola el derecho internacional. En el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, soy una de los pocos estadounidenses que hablan a favor de Puerto Rico, y creo que el pueblo estadounidense tiene una obligación de denunciar las injusticias que el comete el gobierno.

GV: Estos son casos que dependen mucho de la opinión pública. ¿Cuáles son las diferencias entre los dos campos de batalla: las cortes y la opinión pública?

JS: El movimiento independentista puertorriqueño y el movimiento de apoyo a los prisioneros políticos son dos cosas distintas. El movimiento independentista está bien involucrado en la campaña para excarcelar a los prisioneros, pero la campaña es mucho más amplia. El tener a ambos es una experiencia de trabajo muy enriquecedora. Oscar y los otros prisioneros asumieron una posición bien fuerte cuando fueron arrestados en los casos de Chicago y dijeron que por derecho internacional rechazaban la jurisdicción de la corte para juzgarlos como criminales. En la escuela de derecho no te enseñan a defender a gente así (se ríe). No te enseñan cómo hacer abogacía creativa cuando estás trabajando con gente que no quiere ir a corte.

Por ejemplo, cuando pusieron a Alejandrina Torres en la cámara de tortura llamada unidad de alta seguridad para mujeres en Lexington, Kentucky, en 1986, ella no quería demandar en las cortes estadounidenses para denunciar sus condiciones como prisionera. Así que, ¿cómo puedes ser su abogada cuando ella no te deja ir a corte? Todavía tiene derechos legales, pero tienes que resolver cómo ser una abogada creativamente. Esto te lleva a foros diferentes, tribunales internacionales, conferencias, el Comité de Descolonización de la ONU, todo tipo de experiencias y lugares maravillosos en donde ejerces la abogacía de manera no tradicional.

En el proceso, te vuelves parte de un movimiento, y con los prisioneros políticos esto es muy importante porque ellos son parte del movimiento. Tu sensibilidad a lo que tu cliente quiere, y tu sensibilidad a lo que el movimiento quiere, te ayuda a desarrollarte como una persona más responsable, y como una abogada más responsable. La parte de activismo combinada con las vías legales que están disponibles es como se forma la opinión pública.

GV: ¿Quién es Oscar López Rivera para ti, además de ser tu cliente?

JS: Voy a dar un ejemplo: mi ahijada acaba de ir a Puerto Rico para su despedida de soltera y me envió una foto de una imagen de Oscar en las calles del Viejo San Juan. Me dijo: “¡Su cara está pegada en todos lados!”.

Lo veo como una persona más grande que la vida, una persona que ha inspirado unión entre la gente. Cuando te ves frente a una persona que es una leyenda en su propio tiempo… Fui a verlo recientemente, y estábamos en la sala de visitas, y le estoy hablando de la Cumbre de las Américas [en Panamá, del 10 al 11 de abril]. Hay mucho caos en la sala. Estoy sentada con este hombre en una prisión en donde no pertenece y le estoy diciendo que su caso es uno de los asuntos hablados en Panamá. Es la combinación de la banalidad de estar en una sala de visitas, las máquinas de refrigerios, sabiendo que lo desnudarán luego de mi visita, y a la vez este hombre es tema de conversación entre jefes de estado.

GV: ¿Cómo ves las posibilidades de que Obama le ofrezca clemencia a Oscar López Rivera antes de dejar el mando?

JS: A veces la gente me pregunta: ¿Cuándo regresará Oscar a casa? Y yo les digo, eso depende del trabajo que hagamos, no solo los abogados. Obama necesita tomar una decisión política, y debe ser políticamente conveniente para su partido. Y necesitamos hacerle entender que esto sí es conveniente para su partido. Él ha sido uno de los presidentes más tacaños en ofrecer conmutaciones e indultos. Lo han criticado duramente por ello. Dijo recientemente en una entrevista que entendía que debía ofrecer más. Esas son buenas noticias.

Espero que nuestro trabajo continúe siendo tan consistente y creativo como lo ha sido hasta ahora, para que seamos implacables en mantener a Oscar visible, porque nuestra ventana se está cerrando. Tenemos que dar a conocer que necesitamos a Oscar en casa.

GV: Dime algo que quizás no sepamos sobre Oscar López.

JS: Es alguien de quien he aprendido mucho, no como maestro, sino cuando compartes experiencias de vida con alguien que quieres mucho, tú creces. Y yo he crecido enormemente con mi relación privilegiada con él.

Probablemente hace más pull-ups, push-ups y abdominales que muchos de los jóvenes alrededor de él. Se cuida muy bien porque sabe que sus carceleros no lo harán. Es muy responsable con lo que come, que es bien difícil de hacer en la cárcel, y más aún para él porque es vegetariano. Es muy disciplinado. Entiende lo valioso que es el tiempo. Tiene su propia agenda, leer, hacer ejercicios, comer; intercambia correspondencia con mucha gente. Es autodidacta y tiene una memoria que da miedo. Nunca se le olvida nada de lo que lee, nunca se le olvida nada, puede hablar de la historia de Egipto, y sobre voleibol (se ríe). Él entiende el mundo de una manera bien compleja. Es una fuente de conocimiento. Sí, así que ¿por qué está en la cárcel? Él es un recurso para el país, para Puerto Rico, y a Puerto Rico le están robando ese recurso.

* Publicado en inglés en Global Voices Online. Traducido por Ángel L. Carrión Maymí.


Sobre Firuzeh Shokooh Valle
Firuzeh Shokooh Valle

Es periodista e investigadora. Actualmente cursa estudios doctorales en Northeastern University en sociología de los medios y la Internet y es editora de español de Global Voices Online.


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