Cuentos del Taller de Escritura Juvenil de Puerto Rico

Cuentos del Taller de Escritura Juvenil de Puerto Rico

Presentación Taller de Escritura Juvenil de Puerto Rico

Por: Karla G. Sanabria Véaz

Decía Eduardo Galeano que “hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.” Si nuestro presente lo soñamos para luego tallarlo en la fortaleza inimaginable de la palabra, mañana tendremos otra literatura posible. Es precisamente en la promesa del mañana y de ese otro Puerto Rico posible que hemos forjado este primer intento de un Taller de Escritura Juvenil de Puerto Rico. Un proyecto en construcción permanente que busca exponer el talento juvenil de nuestras escuelas para visibilizar cómo ellos y ellas piensan la vida, su país y la juventud. La literatura es fuente inagotable de muchísimas cosmovisiones, sanaciones, exploraciones, fantasías y realidades por lo que representa una oportunidad exquisita de creación artística para las presentes generaciones del país. En momentos de grandes retos, crisis y austeridad, renovar nuestro quehacer artístico y social para darle mayores oportunidades a nuestra juventud es una tarea que desde hoy, ponemos en marcha. Iniciando este proyecto, que promete ser una biblioteca de literatura juvenil emergente, les presentamos dos cuentos y una entrevista de jóvenes estudiantes de la Escuela Superior Juan Ponce de León donde tuve el placer y el orgullo de realizar mi Práctica Docente. Zaidalyx Maisonette, Taína Guzmán y Shanaily Agosto han sido las tres mujeres estudiantes pioneras de este maravilloso proyecto, el cual sabemos que brindará muchísimo frutos. Esperamos que estos textos puedan ser del agrado de nuestra audiencia y que los diferentes maestros y maestras del país animen a sus estudiantes a publicar sus trabajos en este espacio. ¡Los soñadores somos más; adelante!

Lía: la princesa del sueño

(Taina Guzmán)

Lía, no era una princesa cualquiera. No se maquillaba ni se ponía trajes rosa, sino que se ponía trajes de color negro. Su padre le enseñaba a pelear con la espada, hasta que un día él le regaló una. Cuando salió de la Escuela Real Intermedia, hubo una guerra donde ella fue la única mujer que participó. Aunque ella ganó la guerra, su padre murió luchando. Con su tristeza, se preparaba para el regreso escolar porque para Lía la escuela era bien importante. Quería estudiar leyes en memoria de su papá.

El primer día de clases de Taelandia, Lía estaba un poco tímida porque no conocía a nadie. Suena la campana, entra al salón y la profesora Águeda Kim le dio la bienvenida. A la hora de recreo, Lía se encontró a esta princesa llamada Mía que al pasar él tiempo se volvieron amigas. Cuando salieron a comer se encontraron a una princesa llorando llamada Sía. Lía le habló y se convirtieron en amigas. A Mía no le cayó bien la idea de que Lía y Sía se volvieran amigas, se molestaba cuando Lía le habla a Sía. Con el tiempo, Mia se encontró a unas nuevas princesas llamadas Nia, Ria, Fia y Wia. Mia se separó de Lía, por sus nuevas amigas. Esta se puso triste y se fue sola a dar una vuelta para encontrarse con un bello príncipe que le robaría él corazón. “¡Hola! Me gustaría conocerte”, le dijo el príncipe. “¡Hola! Mucho gusto, mi nombre es Tae”, ella se puso muy feliz. Los dos se miraban, se sonreían y se saludaban. Tiempo más tarde, se coqueteaban uno al otro: él le llevaba rosas y chocolate de todo (menos fresa porque a la princesa Lía no le gustaba). Lía estaba casi entrando para el salón, cuando Tae la llama y la invita a su castillo para que conociera a su familia.

Al poco tiempo, Lía fue al castillo de Tae y conoció la familia real de él, ellos eran 5 hermanos y 3 hermanas en total de 8 hermanos, esa familía no era algo normal, ya que eran súper cómicos, pero muy buena gente. Cuando Lía entro al castillo de Tae, la recibieron como una reina, porque los padres de Tae ya sabían que ellos estaban enamorados y vieron que ella era una buena y linda princesa. Los padres de Tae le dijeron a Lía: “Ese truco es bueno.” Lía le pregunto ¿qué truco?, y ellos respondieron: “No te hagas la tonta, se nota que se coquetean uno al otro.” Ella, con una sonrisa en la cara, dijo: “Claro que no.” No sabes actuar- respondieron sus futuros suegros. Sin embargo, la hermana de Tae, llamada Kia, envidiaba a Lía por su carácter único. El hermano de Tae, llamado Sae, también se enamoró de Lía y los demás hermanos eran buenos. Tae conoció a la familia real de la princesa Lía. Su madre, Jía, tiene cáncer y un hermano mayor llamado Lae, que era bien egoísta, lo único que le importaba era él y el dinero. Sae y Kia se aliaron.

Sae y Kia vieron a Lae y empezaron a hablar con él, cuando notaron que él le interesaba más el dinero, le ofrecieron un negocio donde Lae tenía que hacer una trampa. Sin importar la vida de Tae, a cambió de 5 koli ($500,000) para quedarse con el reinado. Sin embargo, este no podía hacerlo porque el hermano mayor era Tae y el objetivo de Sae era quedarse con ella. Lía estaba sirviéndole comida a Tae y cuando él vio que Lía fue un momento a buscar algo en la nevera, aprovechó el momento para echarle veneno. Lía termina, le llevó el plato a Tae y este comienza a comer. Minutos después, se empezó a sentir mal y cuando lo llevaron al hospital, el doctor dijo lo que ya pasó. Corrió el rumor de las intenciones de Lía en matar a Tae. Tae no quería volver a verla y la iban a encarcelar por intento de asesinato. Sin embargo, como Tae estaba súper súper enamorado de ella, ordenó que no lo hicieran y que solo la exiliaran. Kia y Sae le pagaron a Lae como le habían prometido.

A los pocos segundos, Tae los cachó, vio cuando sus hermanos le daban el dinero y escuchó el negocio. Tae se enfadó y les ordenó su condena. Luego fue corriendo donde ella a decirle que se enteró de la verdad, de que ella no hizo nada, que todo fue planeado por Kia, Sae y Lae, ella se enfado, él aprovechó el momento a solas para darle un beso pero la verdadera madre de Lía la levantó diciéndole hija del mas allá. “Levántate que ya es tarde.” Lía no estaba consciente y dijo “¿Tae y el beso?” la madre dijo “Esto era lo que me faltaba una hija loca.” Le metió una senda bofetá y dijo: “aquí esta el beso de Tae acaba de levantarte que vas tarde para la escuela”. Cuando Lía se levanto empezó a mirar su alrededor y se dijo “¿Todo esto fue un sueño? ¡Qué mal! Puso una cara de enfogoná, pero la madre le dijo “¿Qué te pasa?” Lía intentó disimular con una sonrisa diciendo: “nada es que vi por la ventana que el perro estaba rompiendo tu chancleta” y la madre vio al perro y dijo en sílaba y golpeándolo “Can-to de des-gra-Síau” y cuando de repente le huele a quemado y piensa en la cocina, grita: “El panqueque se quemó.” Salió corriendo y el perro siguió con la chancleta. Lía se quedó sola, se bañó, se vistió y se fue a pie como siempre y brincando y cantando “nadie me quiere, todos me odian.”

No vio la piedra que estaba ahí y se cayó al piso. Una señora se acercó y le preguntó “¿Te caíste?”,  y ella contestó: “No, es que vi el piso llorando y lo fui a abrazar” y siguió. Llegó a la escuela y cogió sus clases normal. Como si nada hubiese pasado; FIN.

Una Parte de Mí

Zaidalyx Maisonette

Una tarde saliendo de la escuela, iba caminando hacia mi casa a bañarme ya que había quedado con mi amiga para salir a pasear y quizás comer algo.  Al llegar, me paré frente a mi closet para ver qué me pondría teniendo en mente lo que ella quisiese que utilizara. Saqué unos pantalones color azul cielo, junto a una blusa negra como la noche y unas zapatillas bajitas. Me fui a ducharme y como siempre, encendí mi mini componente y salió sonando “Mark My Words” de Justin Bieber. ¡Amo esa canción! Sin embargo, una interrupción por mensaje de texto de parte de mi equipo de baloncesto, me anunció que tendríamos juego este fin de semana.

40 minutos más tarde, le envié un mensaje a mi loca amiga diciéndole que ya estaba saliendo (tú sabes, por si se le hubiese olvidau la cita) al parque para recogerla. Llegué y allí estaba ella, modelando una camisa de cuadros y un mahón rasgado negro.  La brisa azotaba su hermoso cabello rizado encima de aquellas chinas bien formadas que componían su fecundo jardín. Con un beso en la mejilla, su sonrisa y mi contemplación, inició la gran charla:

Wilmary:- (con mucha alegría) ¡Hola! ¿Cómo estás? Sabes, te vez linda.

¡Bien! Contesté riéndome. “Siempre me dices lo mismo, tú estás bien hermosa. ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Qué me cuentas?- cuestioné con entusiasmo.

Me contó que había ganado el juego de softball por lo que estaba en la final. ¡Me emocioné tanto! ¿Quieres un helado de aquí? Saben buenos, le invité sin titubeos. ¡Sí! ¿Por qué no?
El mesero nos sentó rapidito y pedí un helado de parcha y Will uno de chocolate. ¿A dónde me llevarás? Espero que no me secuestres –dijo con su risita graciosa.
-No, tranquila. Sería incapaz de algo así.- le contesté con carita mala.  Cuando vi que el mesero se estaba quedando muy cerquita de Will, intervine con un “Eso es todo. Ya se puede retirar estamos charlando”. El joven se fue lentamente sin dejar de sonreírle a la pequeña.  La tarde la pasamos charlando,  comiendo y después fuimos a dar un paseo por la playa. Cuando me detuve nuevamente para apreciar su belleza natural, había llegado la hora de despedirnos y le dije:
-“Bueno pues llevo años esperando un momento como este para decirte todo lo que me haces sentir. Siempre me llenas de esa dulzura interna tuya que me completa; me llenas de felicidad. Basta con que me dediques una sonrisa tierna y humilde para llenar mi día de alegrías. Sé que diciendo esto la amistad no será igual, pero el punto es que necesitaba ya decirte lo que me haces sentir. Quisiera que no solamente fuéramos amigas, sino que me dejaras compartir mis secretos más íntimos, cada momento de mi vida, tener el privilegio de tenerte junto a mí y que cuando vaya a dormir, lo último que contemple sean esos hermosos ojos. En fin, quiero pasar el resto de mi vida junto a ti…”

“¡En serio! Me dejas sin palabras- respondió Will. Sabías que yo siento lo mismo por ti. Yo pensé que me hacia ilusiones pensando de esa manera de ti. No sé cómo responder.
-¡Enserio! – respondí con mi cara de una idiota.
-¡Nunca había hablado tan enserio!, reclamó observándome fijamente a los ojos.
-¡Wao! ¿Podemos vernos mañana? Se me hace tarde para llegar a casa.
– ¡Sí, seguro! Dijo mi pequeña con una inmensa sonrisa.

Pasó un hermoso año y me desperté pensando en cómo estaría mi novia. Hoy la llevaré al cine, luego un paseo al campo y nos quedarnos toda la noche juntas. Me puse unos pantalones ajustados con una camisa de manguillos enseñando mis brazos. Cuando la recogí, estaba ella vestida con una vestimenta no muy distinta a la mía. Hicimos todo lo acordado: fuimos al cine a ver una película de terror que estrenaba, luego a Sizzler para jartarnos y decidí conducir hacia el bosque. Le tapé los ojos y la llevé hasta la orilla de un lago que había. Le destapé los ojos para que contemplara la hermosa vista y admitió que todo estaba bello. ¡Nada era mejor que mirarla sonreír! Encendí una fogata, quemamos malvaviscos con Nutella y cuando comenzaba hacer frío, entramos a la cabaña.

Besé su mejilla y le pregunté que si quería que ver televisión un rato. Ella dijo que sí, inmediatamente. La serie de TV permitió que ella se acercase. De momento me tomó por el mentón, me beso y yo seguí cada movimiento que ella hacia y jugaba con mis labios. La noche se hizo larga cuando abracé su sintura sin parar de besarnos. Puedo decir que ha sido el mejor momento de mi vida. Junto a ella cada instante es y sigue siendo, único.


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